viernes, 4 de marzo de 2016

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Jueces contra campesinos en Sierra Leona >> África no es un país >> Blogs Internacional EL PAÍS



Lola Huete Machado

África no es un país

"Salvo por el nombre geográfico, África no existe", decía Ryszard Kapucinski. Y sí, desde Europa, acostumbramos a simplificar su realidad hasta hacerla una y pobre, catastrófica y dependiente. Pero África es un continente: 55 países, mil millones de personas, multiplicidad de mundos, etnias, voces, culturas... África heterogénea y rica contada desde allí y desde aquí. Un blog coral creado y coordinado por Lola Huete Machado.

SOBRE LOS AUTORES

Lola Huete MachadoRedactora de El País y El País Semanal desde 1993, ha publicado reportajes sobre los cinco continentes. Psicóloga y viajera empedernida, aterrizó en Alemania al caer el muro de Berlín y aún así, fue capaz de regresar a España y contarlo. Compartiendo aquello se hizo periodista. Veinte años lleva. Un buen día miró hacia África, y descubrió que lo ignoraba todo. Por la necesidad de saber fundó este blog. Ahora coordina la sección Planeta Futuro.
Chema CaballeroChema Caballero. Llegó a África en 1992 y desde entonces su vida giró en torno a sus gentes, su color y olor, sus alegrías y angustias, sus esperanzas y ganas de vivir. Fue misionero javeriano y llevó a cabo programas de educación y recuperación de niñ@s soldado en Sierra Leona durante dos décadas, que fueron modelo.
José NaranjoJosé Naranjo. Freelance residente en Dakar desde 2011. Viajó al continente para profundizar en el fenómeno de las migraciones, del que ha escrito dos libros, 'Cayucos' (2006) y 'Los Invisibles de Kolda' (2009), que le llevaron a Marruecos, Malí, Mauritania, Argelia, Gambia, Cabo Verde y Senegal, donde aterrizó finalmente. Le apasiona la energía que desprende África.
Ángeles JuradoÁngeles JuradoPeriodista y escritora. Trabaja en el equipo de comunicación de Casa África desde 2007. Le interesa la cultura, la cooperación, la geopolítica o la mirada femenina del mundo. De África prefiere su literatura, los medios, Internet y los movimientos sociales, pero ante todo ama a Ben Okri, Véronique Tadjo y Boubacar Boris Diop, por citar solo tres plumas imprescindibles.
Chido OnumahChido Onumah. Reputado escritor y periodista nigeriano. Trabaja como tal en su país y en Ghana, Canadá e India. Está involucrado desde hace una década en formar a periodistas en África. Es coordinador del centro panafricano AFRICMIl (en Abuja), enfocado en la educación mediática de los jóvenes. Prepara su doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su último libro se titula 'Time to Reclaim Nigeria'.
Akua DjanieAkua Djanie. Así se hace llamar como escritora. Pero en televisión o en radio es Blakofe. Con más de tres lustros de carrera profesional, Akua es uno de los nombres sonados en los medios de su país. Residente en Reino Unido, fue en 1995, en uno de sus viajes a Ghana, cuando llegó su triunfo televisivo. Hoy vive y trabaja entre ambos países. La puedes encontrar en su página, Blakofe; en la revista New African, en Youtube aquí o aquí...
Beatriz Leal RiescoBeatriz Leal Riesco. Investigadora, docente, crítica y comisaria independiente. Nómada convencida de sus virtudes terapéuticas, desde 2011 es programadora del African Film Festival de NYC. Sissako, Mbembe, Baldwin y Simone la cautivaron, lanzándose a descubrir el arte africano y afroamericano. Su pasión aumenta con los años.

mapa de África


Jueces contra campesinos en Sierra Leona

Por:  03 de marzo de 2016
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Limpiezas de tierras para plantar palmeras de aceite en Malen, sur de Sierra Leona. REUTERS/Simon Akam
Un juez del Tribunal Supremo de Sierra Leona condenaba el pasado 4 de febrero a seis activistas que luchan contra la usurpación de tierras en el país por conspiración para cometer un crimen y destrucción de 40 palmeras de aceite que estaba en un vivero de la empresa agroindustrial belga Socfin. Los activistas, que pertenecen a la Asociación de propietarios y usuarios de la tierra en Malen (Maloa, por sus siglas en inglés), en el distrito de Pujehun, en el sur del país, han sido condenados a cinco meses de prisión o a pagar una multa que en total equivale a 36.000 dólares, por lo que, ante la imposibilidad de satisfacerla, están en la cárcel en este momento. 
Como contamos en su momentolos incidentes  ahora juzgados tuvieron lugar el 15 de enero de 2015 sobre las 22:00 horas, cuando los dos trabajadores de Socfin regresaban de comprobar los daños que un fuego había ocasionado en una zona de la plantación y fueron atacados por una multitud que tiraba piedras a su vehículo al mismo tiempo que eran tiroteados. Uno de ellos recibió varios impactos de bala en el brazo y otro sufrió cortes de cristales. Los dos hombres fueron tratados en el hospital y sus vidas nunca corrieron peligro.
Pocos días después, el jefe de policía de la zona confirmaba que 11 personas habían sido arrestadas en relación con el incidente, entre ellas un consejero que representaba a la zona en el Consejo de distrito. 
Maloa condenó inmediatamente el ataque y cualquier violencia que pudieran envolver sus protestas, recordando, al mismo tiempo, que seguían en lucha contra la compañía belga ya que los cinco dólares anuales que reciben por hectárea de tierra expropiada forzosamente por Socfin resultan insuficiente para que una familia pueda vivir dignamente.

 La protesta de los agricultores se remontan a 2011 cuando Socfin Agricultural Company Sierra Leona Ltd. (Socfin SL) firmó con el gobierno sierraleonés un acuerdo por valor de cien millones de dólares a cambio de 6.500 hectáreas de tierra de cultivo, para plantar árboles de caucho y palmeras de aceite, en el Chiefdom de Malen, en el distrito de Pujehun, en el sur de Sierra Leona. Un año más tarde, la compañía adquirió otras 5.000 he. más en la misma zona. El contrato tiene una duración de 50 años y el gobierno de Sierra Leona concedió unaexención del 100 % de impuestos hasta el año 2023 a la multinacional.
La inversión realizada por esta compañía ha contado desde el principio, como hemos señalado anteriormente, con la oposición de la comunidad local. En octubre de 2011, cuarenta personas fueron detenidas en el curso de una protesta pacífica contra la usurpación de sus tierras. En diciembre de 2013, los ancianos de la zona convocaron una reunión con autoridades gubernativas y representantes de la compañía para exponer las quejas de la población ya que ninguna de las promesas de dinero y trabajo hechas al expropiar las tierras se habían cumplido. La policía detuvo y torturó a muchos de los que intentaron acudir a ese encuentro y disolvió a los concentrados con gases lacrimógenos y balas de verdad que hirieron a muchos seriamente. Por su parte, la compañía denuncia, continuamente, a los líderes locales de destruir plantas y dañar los cultivos y pide la intervención de la policía. Estos son solo algunos de los ejemplos  que muestra la dura lucha de los campesinos del Chifdom de Malen por recuperar sus tierras.
Las quejas de estos agricultores sierraleoneses son las mismas que se escuchan a miles de campesinos en muchas partes del mundo contra la omnipotencia de multinacionales y gobiernos. 
Socfin SL es una compañía subsidiaria de la belga Socfincuyo principal accionista es Vicent Bolloré, un empresario francés propietario del grupo Bolloré e intimo amigo del ex presidente francés Nicolas Sarkozy (a disposición del cual ponía su avión privado y su yate; parece ser que a cambio de favores en el mundo de los negocios). El acuerdo firmado en Sierra Leona prometía crear puestos de trabajo en la zona, además de la construcción de infraestructura y una compensación justa por las tierras, promesas que según los campesinos de Malen no se han cumplido. 
Desde un principio, estos denunciaron que dicho convenio carecía de transparencia, que los ciudadanos no habían sido consultados ni informados de su desplazamiento forzado y ulterior reubicación que conllevaba la operación, la escasa compensación recibida, la corrupción, la presión ejercida sobre los dueños de las tierras y los jefes de las aldeas para que firmaran los contratos que se les presentaban y las duras condiciones de trabajo a las que eran obligados los trabajadores de la plantación. También protestan por la represión a la que se ven sometidos aquellos que se quejan del proyecto, incluyendo el arresto y la tortura por parte de la policía.
Las asociaciones civiles sierraleonesas han mostrado su desacuerdo con la sentencia. Denuncian que es sorprendente que Socfin, que pagó un millón de leones (menos de 200 dólares) por las 40 palmeras que fueron destruidas, las valore en su demanda en doscientos millones de leones (36.000 dólares), y todavía más sorprendente que el tribunal imponga la sentencia tomando en cuenta la desproporcionada valoración de la compañía en vez del precio real de esas plantas en el mercado.
En el comunicado emitido por estas asociaciones, Joseph Rahall, de Green Scenery - Sierra Leone, afirma que “esto demuestra claramente que los activistas de Maloa estaban en lo cierto al denunciar que el acuerdo por el que las familias propietarias de la tierra reciben solo 5 dólares anuales por hectárea es muy  injusto”.
Por su parte, Ibrahim Tommy, director ejecutivo del Centre for Accountability and Rule of Law, considera curioso que “las ruedas de los mecanismos de justicia y la aplicación de la ley parezcan moverse siempre más rápido contra estos activistas”.
Lamentablemente, a los abogados defensores y a otras partes interesadas en el juicio les está resultando una tarea casi imposible el obtener una copia de la sentencia para poder determinar si existen razones legítimas en las que fundar su apelación. Otro hecho que arroja dudas sobre la limpieza del proceso.
Los representantes de la sociedad civil creen que este reciente juicio y otras acciones legales en curso contra miembros de Maloa son parte de una estrategia desarrollada por Socfin con el apoyo de las autoridades locales para intimidarles y llevarles hasta la sumisión. Por ello, han decidido ponerse al lado de los activistas y seguir apoyándoles hasta conseguir acuerdos justos, transparentes y económicamente razonables entre los campesinos y la compañía que se ha apropiado de sus tierras.
Maloa siempre ha sostenido que no tiene nada en contra de las inversiones extranjeras en Sierra Leona pero piensan que las grandes adquisiciones de tierra como la facilitada por el gobierno en su área tienen como consecuencia la injusta deposición de los residentes locales de su patrimonio, haciéndoles más pobres  y poniendo en riesgo su seguridad alimentaria.
Denuncian que después de tantos años de lucha para que se revisen los acuerdos, es lamentable que tanto el gobierno como las autoridades tradicionales hayan “cerrado los ojos ante una de las más claras y graves violaciones de derechos humanos de nuestro tiempo”.
Desde que se conoció la sentencia las organizaciones de la sociedad civil han lanzado una campaña para conseguir fondos con los que ayudar a pagar las desorbitadas multas y sacar a los activistas de Maloa de prisión lo antes posible.

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