miércoles, 8 de junio de 2016

UN NUDO EN EL ESTÓMAGO, Y OTRO EN EL ALMA ▼ EL REGRESO DE LA EUROPA NAZI-SIONISTA ▼ ¿Habría tenido yo la misma valentía? | Planeta Futuro | EL PAÍS

¿Habría tenido yo la misma valentía? | Planeta Futuro | EL PAÍS

¿Habría tenido yo la misma valentía?

La autora ha investigado las condiciones de acogida de refugiados y solicitantes de asilo en España. A menudo, en sus entrevistas, ha sentido un nudo en el estómago. Este es su relato





Campamento frente el CETI de Melilla.

Campamento frente el CETI de Melilla. 



Aunque ya nos habíamos intercambiado algunos mails y hablado por teléfono, conocí en persona a Amira en la estación de Sans de Barcelona en febrero de 2016. Había enviado un correo electrónico a Amnistía Internacional pensando que a una organización como ésta no se le negaría la información que ella llevaba meses pidiendo. A pesar de que solicitó asilo en España en marzo de 2014, no sabía cuándo se resolvería su expediente. "Mi abogado ya no me responde, ni siquiera contesta a mis mails", me dijo. "Cada seis meses renuevo la tarjeta como solicitante y lo único que puedo hacer es esperar. Sólo puedo planear mi vida de seis en seis meses".
A pesar de que no puede hacer ningún plan de futuro, dos años después se encuentra algo más animada: “Ahora ya estoy mejor, encontré trabajo. Pero durante unos meses no tenía nada… gracias a la ayuda de algunos conocidos pude seguir tirando”. Y es que son demasiados meses sin poder retomar las riendas de su vida, pero insiste, aunque tuvo que huir de su país, no piensa renunciar a su proyecto vital.
Amira (nombre ficticio) era activista en su país, Libia, especializada en la lucha por los derechos de las mujeres. Su activismo político le hizo salir de una Libia convulsa tras el conflicto armado de 2011. Éste es su testimonio. AMNISTÍA INTERNACIONAL
Ella sólo estuvo dentro del sistema de acogida español durante seis meses. Se encontró sola, sin medios de subsistencia y sin apoyos. Desde Amnistía Internacional hicimos algunas gestiones, pero nos topamos con la misma burocracia y falta de información a la que se enfrenta Amira. La Oficina de Asilo y Refugio aún no ha contestado la carta que enviamos sobre su caso y tampoco nos facilita mantener la reunión solicitada.
Amira forma parte de un amplio grupo de personas refugiadas con las que he entrado en contacto en los últimos meses con motivo de la realización de una investigación sobre las condiciones de acogida a solicitantes de asilo. Muchas me transmiten historias parecidas. A través de sus miradas y sus testimonios, he podido llegar a la conclusión de que España, que dentro de la Unión Europea tiene cifras ridículas tanto de solicitudes de asilo como de concesiones de protección internacional, puede y debe hacer más para garantizarles unas condiciones dignas de vida con las que estas personas se sientan realmente bienvenidas. No sólo a su llegada, sino también procurar no dejarles abandonadas a los pocos meses. A la angustia de lo dejado atrás se une la falta de información, de canales de comunicación adecuados para conocer las posibles alternativas, las necesidades reales que presentan. Después, cuando se acaban las ayudas, en muchos casos sin previo aviso, tampoco hay muchas puertas donde llamar.
Los gritos y los llantos de las mujeres y los niños no se olvidan nunca
REFUGIADO SIRIO, TESTIGO DEL HUNDIMIENTO DE UNA BARCAZA EN EL MAR
La gran mayoría de las personas con las que hablé huyeron de la persecución y de la guerra. Muchas habían dejado atrás una vida acomodada, una casa, un trabajo. Algunas familias habían sido separadas. Me he preguntado en muchas ocasiones si yo tendría la misma fortaleza. En muchos de los casos han emprendido viajes muy peligrosos, se han visto forzados a acudir a traficantes, superando el miedo y la incertidumbre y entregar los pocos ahorros que aún guardaban a gente que no ofrece ninguna garantía, pero que se convierten en la única llave de entrada a un lugar seguro.
En algunos momentos no he podido evitar sentir un nudo en el estómago. Por ejemplo, cuando un chico sirio de tan sólo 19 años, con la mirada perdida y seguidor del Real Madrid, recordaba la pesadilla en la que se convirtió la travesía desde Libia a Italia cuando la barcaza que navegaba junto a la suya fue engullida por el mar. “Era de noche", me dijo. "No se veía nada, pero los gritos y los llantos de las mujeres y los niños no se olvidan nunca”.
No queremos que España tenga un sistema de acogida poco acogedor
Cuando hablamos, acababa de llegar a España desde Lampedusa, dentro del programa de reubicación de la Unión Europea. Sólo espero y deseo que en España pueda encontrar el apoyo, la tranquilidad y la oportunidad de luchar por un futuro que se merece. No podemos permitir que las personas refugiadas que creían haber llegado a España para obtener seguridad y una posibilidad de proseguir sus vidas, se vean sometidas a la incertidumbre y a la indiferencia por parte de las autoridades que no se toman suficientemente en serio su responsabilidad. No queremos que España tenga un sistema de acogida poco acogedor.
Virginia Álvarez es investigadora de Amnistía Internacional y autora del informe “El asilo en España: un sistema de acogida poco acogedor”

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