martes, 25 de octubre de 2016

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(In)acción por el cambio climático

Si París se caracterizó por el simbolismo de sus acuerdos, la COP 22 de Marrakech deberá hacerlo por el pragmatismo de las decisiones que adopte



Glaciares en Chile.

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Hoy es el Día Internacional contra el Cambio Climático, y mientras en España estamos asistiendo a la inacción del Gobierno en funciones en este tema, en pocas semanas tendrá lugar en Marrakech la COP 22.
La Cumbre se celebra, casi un año después de la Cumbre del Clima en París en un contexto político de menor presión, pero de más emergencia social y ambiental, pues cada minuto cuenta en la lucha contra el calentamiento global.
Al votar "sí" a la ratificación del Tratado de París, el Parlamento Europeo garantizaba su entrada en vigor. El mínimo requerido de ratificaciones se ha cumplido antes del 7 de octubre de 2016, por lo que el acuerdo entrará ahora en vigor a tiempo para el comienzo de la próxima Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático.
El Acuerdo insta a los Estados que lo han ratificado, a tener mayor ambición en sus planes nacionales de reducción de emisiones (NDC’s). Sin embargo, este objetivo persigue que los países tomen medidas que aseguren que la temperatura global no aumenta en este siglo más de dos grados centígrados respecto a los niveles pre-industriales, cuando lo necesario es mantener el aumento global de la temperatura a 1,5 grados.
Pero la ratificación es sólo un paso, ahora toca desplegar el acuerdo con paquetes de medidas concretas que permitan su implementación. París se caracterizó por el simbolismo de sus acuerdos, Marrakech deberá hacerlo por el pragmatismo de las decisiones que adopte. Esto significa que es necesario avanzar y traducir en objetivos concretos las políticas climáticas y sus objetivos para el 2020, 2030 y 2050.
Por eso, es imperativo poner en marcha actuaciones concretas de transición energética hacia un nuevo modelo, apoyar activamente la movilidad de la transición, y avanzar firmemente hacia la transición de nuestros sistemas financieros y mecanismos de inversión. Y para conseguirlo, no sólo tendremos que hacer un esfuerzo aquí, sino también en países más vulnerables. ¿La clave? Obtener financiación por 100 mil millones de dólares anuales para lograr las metas. Sin embargo, de donde sacar los recursos sigue siendo una de las limitaciones del acuerdo.
Es imperativo poner en marcha actuaciones concretas de transición energética hacia un nuevo modelo
Sin los fondos necesarios para que los países en desarrollo (PED) aborden sus procesos de transición y desplieguen sus capacidades de adaptación, el acuerdo será papel mojado, al atentar contra los derechos de los pueblos más vulnerables.
Un requisito clave para el éxito de la COP22, obviamente, será el acuerdo de una hoja de ruta sólida y fiable de los países desarrollados sobre la forma en que se van a cumplir su promesa de 100 mil millones de dólares. Una hoja de ruta que incluya rendición de cuentas y transparencia, en relación con la prestación de apoyo prometido para los países en desarrollo.
Entre los retos también está el necesario avance en cuanto a pérdidas y daños, algo por lo que París, finalmente, pasó de puntillas. Entregar un plan de trabajo ambicioso para cinco años sobre la pérdida y el daño debe ser una garantía necesaria para los países vulnerables y para todos los que defendemos la Justicia Climática.
2015 fue el año más caluroso jamás registrado en la historia y 2016 no quedará lejos de su predecesor. Uno de las cuestiones clave para limitar el aumento de la temperatura global es mantener sin explotar al menos entre el 60 y el 80% de los combustibles fósiles. En pocas palabras, el futuro será libre de fósiles o no será. Sin embargo, todavía hay cientos de miles de millones invertidos en combustibles fósiles, apoyando un modelo de negocio que arruina nuestro planeta y la vida de todos los seres vivos que lo habitamos. Si Marrakech no avanza en esta dirección fracasará.
Las formas en que actualmente consumimos y producimos energía están cambiando nuestro planeta y lo vemos en nuestros países. Sabemos que la energía nuclear no es la solución, como tampoco lo es el fracking de gas de esquisto, pero tenemos que seguir presionando para que nuestros gobiernos apuesten por otros modelos.
Un requisito clave para el éxito de la COP22 será una hoja de ruta sólida y fiable 
Los impactos del cambio climáticotienen ya efectos severos sobre los desplazamientos de población, sobre la salud de millones de personas, sobre las fuentes de subsistencia, alimentación y de ingresos de una gran parte de la humanidad que se ve obligada a desplazarse si quiere subsistir. No es una invención, es real y lo estamos padeciendo.
En el día de la acción climática mundial, queremos que cada vez más personas demanden cambios en las formas y fuentes de producción de energía. Queremos políticas climáticas coherentes que no faciliten por un lado lo que nos niegan por otro con tratados como el CETA o el TTIP. Queremos recordar que luchar contra el cambio climático es también una batalla contra la desigualdad y la pobreza, a favor del empleo digno y por la defensa de los derechos humanos; ingredientes esenciales para un mundo que debe trabajar por la paz.
Cecilia Carballo es presidenta de la Fundación EQUO y vicepresidenta de Alianza por la Solidaridad (ApS).

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