miércoles, 25 de marzo de 2009

PERSISTENCIA DE LA MEMORIA


He recibido de la SENADORA NACIONAL, María Eugenia Estenssoro, la siguiente reflexión:

La persistencia de la memoria
Por Maria Eugenia Estenssoro / 24 de Marzo de 2009

Este es el título de un conocido cuadro de Salvador Dalí pintado en 1931, año en que las elecciones generales en España dieron un triunfo rotundo a los republicanos. Cinco años después estalló la guerra civil que dio lugar a la instauración del régimen dictatorial franquista durante casi 40 años.
La obra muestra relojes grandes, blandos y uno pequeño. Dos lapsos: el de lo muy grande y el de lo muy pequeño conformando un momento único. Su título no alude a una dimensión concreta sino al tiempo que nos identifica: el del recuerdo.

Mi asesora ante la Comisión de Derechos y Garantías, Gabriela Abiad, escribió el texto que sigue, persistiendo en la necesidad de mantener vigente nuestra memoria:

“Hoy 24 de marzo de 2009, se cumplen 33 años del comienzo de la última dictadura militar. Nuevamente, volveremos a escuchar los mismos reclamos de justicia, lloraremos los mismos llantos, llevaremos en los rostros y en el alma ese sentimiento de dolor que causa semejante injusticia.

“La dictadura militar mató, torturó y nos dejó la herencia de miles de desaparecidos. Por eso fue, es y deberá continuar siendo juzgada y condenada.

“Otras muertes y ciertos hechos no son juzgados, ni recordados con la misma fuerza. Y es preciso subrayar que la dictadura fue también responsable de los siguientes datos que extraje de un análisis que Manuel Fernández López (Licenciado en Economía Política -UBA-, 1965. Doctor en Ciencias Económicas -UBA-, 1982 y Premio Konex 1996: Análisis Económico Aplicado) publicó a treinta años del inicio de la dictadura:

‘… Apenas tomó el poder, la Junta degradó la Constitución, suspendió el derecho de huelga, las 62 Organizaciones y los partidos políticos, el fuero sindical e intervino la CGT y la CGE. Los objetivos del entonces ministro de Economía Martínez de Hoz eran: desalentar la especulación e implantar una economía de producción. A eso se sumaba un plan de 12 puntos: liberar la economía, tipo de cambio, comercio exterior, exportación, importación, tasa de interés, alquileres y arrendamientos, convenios salariales, inversiones extranjeras y transferencia tecnológica; eliminar subsidios a servicios públicos y subsidios y protección diferencial a sectores privados.

En virtud del plan, en abril se dispuso la prescindibilidad de empleados públicos, se facultó al Ministerio de Educación para suspender el Estatuto del Docente, se aumentaron 10 % las tarifas ferroviarias y se derogaron todas las normas sobre precios máximos, márgenes de utilidades y otros controles. En junio del ‘77 se hizo la reforma financiera. Era la época de la “plata dulce”, de querer vivir sin trabajar. Esta “liberación” fulminó la producción. Nada rendía tanto como poner la plata a interés. La reforma, combinada con la indexación de los préstamos (Circular 1050), hundió a pequeños deudores y a pymes.

En 1979, respecto del valor de 1978, la exportación sólo creció en 2,7 %, en tanto la importación de mercaderías aumentó un 75 %. Se adoptó una “tablita” de depreciación cambiaria. El saldo: creciente endeudamiento de las empresas públicas, que engrosaba la deuda pública externa, duplicada entre marzo del ‘76 y marzo del ‘80 (de 5 mil a 10 mil millones de dólares). El sector público consolidado, que significaba 42,8 % del PBI en 1975, pasó a 57,4 % en el ‘81; sus necesidades de financiamiento pasaron de 5 % del PBI en 1977 a 6,7 % en 1979.

Con el ministro Sigaut, su gestión fracasó: en 1981 el PBI bajó 6,8 %, el consumo 4,2 % y la inversión bruta 23,4 %; los precios al consumidor crecieron 131 % y los mayoristas 180 %.

Con Jorge Wehbe la deuda externa ya era de 43 mil millones. ¿Cómo quedó el país?: robusto el sector financiero y con la estructura productiva vulnerada. La industria, como porcentaje del PBI, había retrocedido en 1980 a cifras de los años sesenta. El salario real, menor en un 25 %. El PBI por habitante en el ‘82 era inferior al de 1975 y el consumo por habitante, 10 % menor para el conjunto, y mucho más bajo entre asalariados. Y una deuda externa total de 45.068 millones que, sin resolverse, daría lugar al remate del patrimonio del Estado…’.

“Cabe preguntarnos si estos hechos fueron superados en la actualidad o si la actual crisis económica no refleja alguna de las políticas implementadas a partir de marzo de 1976.

“También, Emilio de Ípola (Licenciado en Filosofía -UBA- y Docteur èn Lettres por la Universidad de París, profesor titular de Sociología Sistemática -UBA- e investigador principal del CONICET) compartió casos que conoció personalmente. En su relato nos ayuda a extender la mirada y comprender más profundamente los alcances de la dictadura:

‘…Recuerdo al economista Horacio Ciafardini, seis años preso, muerto repentinamente dos años después de haber recobrado la libertad; recuerdo a Doris, la madre de un sociólogo amigo Traful Álvarez, preso en la Unidad 9, anciana, enferma, pero dedicada por entero a obtener la libertad de su hijo.

Al cabo de dos años, Doris de Álvarez tuvo la inmensa alegría de ver -una vez- a su hijo libre. Pero, poco tiempo después, los inhumanos esfuerzos que debió sobrellevar (colas interminables y requisas denigrantes en las visitas; cientos de gestiones y trámites agotadores en despachos oficiales) pudieron con su cuerpo debilitado y enfermo. Y aunque su misión estaba cumplida, murió dos o tres meses después, sola o casi sola -su hijo había debido abandonar el país-. Hoy nadie la recuerda; nadie sabe siquiera quién fue. Traful Álvarez estuvo casi dos años en prisión, sin debido proceso como tantos otros, acusado de nada; como se dice, sólo culpable de existir…’.

“Invito a que nos tomemos un rato de este día, para pensar las consecuencias visibles e invisibles del golpe de estado de 1976. Seguramente podamos encontrar en nuestra memoria otros hechos y recuerdos”.
Gabriela Abiad



Este post fue publicado por Maria Eugenia Estenssoro, el Martes 24 de Marzo de 2009 a las 20:21, bajo la sección Todas.

Mi REFLEXIÓN es la que sigue:
25 de Marzo, 2009 - 11:20
Cerasale, Víctor Norberto dijo:


Mi Estimada Señora Senadora Nacional María Eugenia Estenssoro: a decir verdad, el golpe militar del año 76 no fue diferente en espíritu a los anteriores pero tuvo el mérito de inducir a la sociedad argentina en una peculiar visión de la zozobra que aún padecemos, por distintas razones, pero que fehacientemente indujeron en la población “temores” que no han sido superados.
El golpe militar no fue sólo un acto de “toma” del poder político sino un atropello a la “cultura” nacional, al “pensamiento” argentino y por sobre todo un ataque a las “ideas” sin importar el color, sin distinguir la fuente pero esencialmente sin diferenciar la magnitud del daño que se trasladaría de cara al futuro.
No debemos pasar por alto que las actividades militares del lapso 1976-1982 trajeron como consecuencia directa el desarticular la investigación científica, deformar el pensamiento colectivo, reducir la actividad cultural ya mencionada previamente, instalando la intolerancia como método, avanzando sobre estrategias económicas que priorizaban los intereses extranjeros por sobre los nacionales, deformando la realidad económica y productiva del país a tal punto que aún hoy ARGENTINA no se recupera, y por incapacidad política de la DEMOCRACIA subsiguiente, no ha podido revertir dichas decisiones y tampoco gestionar mejoras significativas.
Las JUNTAS MILITARES tienen el privilegio de haber sustentado su gestión en CONFLICTOS diversos, esto es: el marco interno ya conocido, el conflicto con Chile (disparate del mesianismo militar imperante entonces), el conflicto con países de Europa (Francia, Holanda, entre otros), el conflicto de Malvinas (otro disparate de actitudes trasnochadas), y la transferencia de sus deficiencias de gestión hacia una renovada “democracia” con falencias severas (por caso: la Ley de Radiodifusión…).
El desequilibrio económico y productivo ejercitado en el lapso 1974-1982 generó un efecto dominó que fue padecido por el Gobierno del Dr. Raúl Alfonsín, pero afectando a la sociedad en su conjunto.
Concretamente, la muerte de gran parte de la generación de los cincuenta dio como consecuencia la extinción del “pensamiento social” argentino, tema no menor con alcances dramáticos a los días que transcurrimos Usted y yo.
No podemos disimular que al momento del golpe de 1976 las instituciones nacionales estaban en un grado de disolución concordante con sus incapacidades políticas, pero un error no justifica el otro, aunque sí refleja muchas de las actuales conductas avasalladoras reinantes en la interna del peronismo vernáculo, no del ortodoxo.
En lo personal, entiendo que las lecciones cursadas en dicho lapso de expresiones militares, no fueron debidamente asumidas y mucho menos aprendidas por la sociedad argentina, mucho menos aún en el ámbito político y pruebas al canto, son los reflejos autoritarios de la conducción política de los noventa así como la intolerancia vigente en estas horas. Léase: “no aprendimos la lección y tampoco entendemos las consecuencias”.
Respecto de los DERECHOS HUMANOS que fueron violados entonces, no hay diferencia con las violaciones ejercidas en la actualidad. Se ha modificado el “foco” pero el “fondo” sigue siendo el mismo, con un agravante, de una estrategia de “víctimas seleccionadas” hemos pasado a otra de “víctimas indiscriminadas”. La correlación es que por entonces no había justicia y ahora tampoco.
El poder político en su incapacidad manifiesta no asumió en ningún momento, posterior a la crisis del 2001 que el “dejar hacer” a nodos de delincuencia organizada y/u ocasional implantaría en el país un rivaival del TERRORISMO DE ESTADO, tan vigente hoy como en los años setenta con un agravante, hoy el hampa nos ha decretado a TODOS LOS ARGENTINOS la pena de muerte por:
* Trabajar
* Pensar
* Contribuir al pensamiento colectivo
* Esforzarse
* Etcéteras varios
Imponiéndonos una LEY DE LA SELVA que contradice el espíritu expuesto por la Doctora Argibay. Seguramente nadie quiere los desbordes pero el curso de los acontecimientos parece demostrar lo contrario ya que la inseguridad que vivimos a diario está demostrando la incapacidad del poder político y por extensión sus sociedades con la delincuencia tanto organizada (narcotráfico) como con la desorganizada (movidas desde las propias cárceles por jefes invisibles).
La actual conducción política no asume o no quiere entender que no hay margen para golpe de estado de índole alguna, en primer término porque el marco internacional vigente hoy no lo toleraría y se haría inviable ejecutivamente desde el inicio. No obstante ello, el país está pagando un precio altísimo por haber desmantelado las fuerzas armadas, y este fenómeno es visible en la liberación de las fronteras, en la entrega de tierras a poderes extranjeros, en la depredación sistemática de los recursos ictícolas por parte de factorías asiáticas, y nuevamente un universo de etcéteras de tal magnitud que espanta.
Entiendo que es tarea de la oposición formar políticamente a una futura clase dirigente capacitada para entender el sentido de los movimientos sociales. No veo en el actual espíritu del justicialismo (ex – peronismo) dicha actitud, por el contrario se percibe un anidamiento del pensamiento autoritario feudal propio de los años cuarenta influenciados con la visión montonera setentista que aportó “males mayores” al país no dejando ejemplo alguno a su favor y tampoco a favor de la sociedad.
Hoy, se observa un burn out social peligroso.
La sociedad argentina está enfrentada y lamentablemente el aire se percibe “enrarecido” a tal punto que nadie sabe (ni aún el propio ex –Presidente en ejercicio virtual) cuál será la consecuencia de la actual coyuntura, aunque no hace falta ser un genio para estimar la misma.
Es necesario aportar “reflexión” y “memoria activa” a efectos que la sociedad regule sus conductas y disminuya su capacidad de agresión potencial que contiene con justa razón, asumiendo que si el PODER POLÍTICO no se decide a trabajar y gestionar a favor de las gentes, de forma amplia e indiscriminada, sólo se aventará mayores divisiones y confrontaciones con el precio (los precios, en realidad) consecuente.
Un cordial y afectuoso saludo
Cerasale

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