sábado, 30 de mayo de 2009

DESIGUALDAD y EXCLUSIÓN


foto google - exclusión manifiesta

En centros urbanos
Aumentan la desigualdad escolar y la exclusión
La brecha se acentúa en los dos extremos del ciclo educativo

Noticias de Cultura: Sábado 30 de mayo de 2009 | Publicado en edición impresa

Cynthia Palacios
LA NACION

La exclusión y la desigualdad educativa provocan que miles de chicos no logren terminar el secundario y que otros tantos ni siquiera puedan comenzar el jardín de infantes.

Cuatro de cada diez adolescentes de los últimos tres años del secundario cursan en un año inferior al correspondiente a su edad o abandonaron los estudios. En el otro extremo, la mitad de los chicos de entre dos y cuatro años no están escolarizados en un jardín de infantes o en otros espacios educativos.

Los datos forman parte del informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia 2007-2008: Condiciones de Vida de la Niñez y Adolescencia, un programa de investigación del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina y la Fundación Arcor. Esta investigación se realizó en los más populosos centros urbanos: Gran Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Rosario, y busca medir el grado de cumplimiento de la Convención de los Derechos del Niño en las grandes ciudades del país.

La pobreza es una causa clave en este triste panorama. La inclusión temprana está muy relacionada con la estratificación socioeconómica de los hogares: mientras que un niño que pertenece al 25 por ciento más pobre tiene una propensión a no concurrir a un jardín infantil de un 68 por ciento, un par en el estrato el 25% más rico, registra una tendencia del 30%.

"Existe consenso entre los expertos en señalar que la escolarización temprana es de suma importancia para las trayectorias escolares futuras; sobre todo cuando estos niños pertenecen a hogares de estratos socioeconómicos bajos", señaló la coordinadora del Barómetro de la Deuda Social, Ianina Tuñón.

"Las experiencias de inclusión temprana en niños en situación de pobreza, en centros educativos de buena calidad, han evidenciado mejoras sustantivas en las medidas cognitivas y ha mejorado la probabilidad de que sean capaces de tener un rendimiento aceptable en la escuela, y evitar el fracaso escolar", agregó.

La falta de escolarización tiene sus consecuencias: una de las mayores dificultades las presentan los niños de los hogares más pobres es que el 30% no puede escribir su nombre de manera autónoma, frente a un 5% en el estrato medio alto.

Más pobreza, más atraso
La exclusión también está emparentada con el nivel socioeconómico. Un adolescente de entre 13 y 17 años perteneciente al 25% más pobre tiene 9,5 veces más chances de no asistir al colegio que otro joven en el 25% más rico. En el nivel primario, la brecha de desigualdad es de 2,6 veces en el acceso a la enseñanza de computación, y de dos veces en el acceso al conocimiento de un idioma extranjero.

"La ley nacional de educación establece la obligatoriedad del nivel secundario; sin embargo, el desafío es aún muy importante -dijo Tuñón-. El déficit educativo en los adolescentes es muy significativo y se profundiza en los últimos años del secundario. Esta inferencia gana fuerza si consideramos que el 40% de los jóvenes entre 18 y 25 años no alcanza el secundario completo y el 50% de estos jóvenes pertenecen al 20% de los hogares más pobres.

"En este sentido, parece fácil advertir que cualquier déficit en el nivel de integración y de formación de capacidades en la niñez y adolescencia impone límites insalvables al sendero de desarrollo futuro de un país", lamentó la coordinadora.

"No hay auténtica distribución de la riqueza si no hay distribución equitativa de educación. La distribución no puede ser un eslogan; necesita concretarse en las aulas y esto no sucede en la Argentina. Por el contrario, la exclusión y el déficit educativo, como muestra el informe, atraviesan el sistema de punta a punta, aunque son los más chicos y los más pobres los más afectados", afirmó la directora del Area de Educación Universidad Torcuato Di Tella, Claudia Romero.

"La información que aporta el estudio es muy valiosa, no porque sea sorprendente, sino porque aporta datos en épocas en que los indicadores de la realidad social argentina son inexistentes o de dudosa validez -opinó Romero-. La información permite no sólo visualizar la gravedad del problema en la actualidad, sino ver en perspectiva los problemas a futuro."

La doctora en educación fue terminante: "Un niño que no tiene acceso al jardín de infantes ya empieza con profundas desventajas. Las investigaciones muestran que existe una clara asociación entre la cantidad de años cursados en la etapa preescolar y el desempeño futuro en la escuela".

En cuanto al déficit en la escuela secundaria, Romero destacó: "Buena parte de los problemas que se manifiestan en ese momento no se originan sólo ni principalmente en ese nivel educativo: muchos son consecuencia de deficiencias anteriores".

"La enorme cantidad de adolescentes de los últimos años que no asisten a la escuela o que están atrasados nos habla de déficit en el pasado y nos dibuja un panorama muy desalentador. ¿Cuál es el porvenir de estos jóvenes? ¿Qué futuro les estamos permitiendo construir?", se preguntó Romero.

"Con respecto a los niños más chicos, hay que hacer un esfuerzo grande porque todavía se está lejos de la meta, sobre todo en las zonas más pobres", consideró Juan José Llach, director del Centro de Estudios de Gobierno, Empresa, Sociedad y Economía del IAE-Universidad Austral, que estimó poco relevante el dato de la no concurrencia a la sala de dos años, ya que su asistencia está poco difundida.

"Hay un proyecto de reformulación de la enseñanza media en una primera etapa de discusión. Hay que acelerar ese trabajo. Es un problema evidentemente serio, pero hay que poner en contexto un tremendo crecimiento de la escolarización: ni las escuelas ni los chicos están preparados para este aumento", dijo Llach.

La mirada de los adultos
El estudio también indagó en la percepción de los padres, madres o tutores en torno a la calidad educativa de las escuelas a las que asisten sus hijos. Se los consultó sobre tres indicadores: la calidad de la enseñanza que reciben los chicos, el estado general del edificio escolar y el trato que maestros y profesores dan a los alumnos.

En líneas generales, el mayor nivel de satisfacción se da en el nivel inicial y decrece en el primario y secundario.

Desde la perspectiva de los adultos, los principales problemas de la educación que afectan a los niños y adolescentes son el ausentismo de los docentes, la indisciplina escolar, la violencia, la falta de autoridad y de normas, la ausencia de exigencias y evaluación, y la carencia de preparación de los maestros.

Radiografía

Gran Buenos Aires: son notorias las desigualdades sociales que se evidencian a lo largo del ciclo educativo. La brecha se incrementa dramáticamente a medida que se avanza en el nivel medio.


Gran Rosario: la enseñanza de computación en la primaria y la secundaria supera la media nacional. La tendencia a no asistir a clases se vuelve relevante en el nivel inicial no obligatorio y en los últimos años del nivel medio.


Gran Córdoba: la indisciplina escolar es el principal problema en la primaria que señalan los padres y las madres. Lo menciona un 57%, percepción que supera en más de 20 puntos porcentuales a la media nacional.


Gran Mendoza: la brecha de desigualdad social en el nivel inicial no obligatorio de los chicos mendocinos es menor que en los otros centros urbanos.

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En centros urbanosAumentan la desigualdad escolar y la exclusión

La brecha se acentúa en los dos extremos del ciclo educativo

lanacion.com | Cultura | S?do 30 de mayo de 2009


el dispreciau dice: hace un par de días conversábamos entre amigos sobre las realidades que transitan sus hijos (los de ellos y los de cualquier otro), nuestros nietos, los de todos. Todos los mensajes que reciben son extremadamente "confrontativos" con sus propias realidades. La educación familiar (cuando existe) mediada en "valores" personales y sociales se enfrenta gravemente a la ausencia de dicha educación familiar o bien a la misma en calidad de escasa, proveniente de conflictos entre adultos, sea cual sea el motivo. Estudiar, formar y formarse en dicho contexto produce conflictos diversos, aunque el fundamental es aquel que se contraviene con el ejemplo paradigmático que establece el límite del valor, esto es, cuando éste deja de ser tal para convertirse en un antivalor, en la negación de un valor, en el desprecio por el valor en sí mismo o el desprecio por emisor... No son temas menores. Mientras el gran mundo se transforma en un re-edición de MUTANTIA donde los freejack´s y los mutantes sobreviven como pueden, otros (los menos, muchísimos menos) acceden a la información calificada aún bajo la condición de no estar adecuadamente preparados para discernirla, pueden leer, quizás escribir, posiblemente comunicarse mediante otras lenguas, etc. Ello, antes de calificarlos para el futuro, les juega en contra... ¿por qué?... pues sencillamente porque cuando alcancen la adultez, se enfrentarán a un mundo con una temible exclusión, una mayor desigualdad, una pavorosa marginación, donde leer y escribir, hablar apropiadamente e interpretar los pensamientos, estarán en un dramático tercer plano porque la prioridad será sobrevivir a cualquier precio. En dicho contexto, ser abogado, médico, farmacéutico, bioquímico, contador, o cualquier otro grado profesional, sólo aumentará los dramas personales de no poder salir, mucho menos moverse libremente, no estar habilitado por las circunstancias a tener una farmacia comunitaria, menos aún un consultorio o estudio públicos ya que la provisión de servicios calificados se habrá modificado diametralmente. Léase: la prioridad será comer y sobrevivir, como se pueda. El mundo político y sus antojos, y el mundo económico y sus otros caprichos, nos han llevado a este atolladero que parece no encontrar fin... Formar una buena persona para que se desenvuelva en un medio hostil aparece entonces como un disparate, pero más allá de lo temerario de la aseveración, es la realidad que se transita por estas horas en cualquier país de América Latina, del África, del Asia, entre los 52 millones de excluidos que guarda Estados Unidos de Norteamérica, los más que tiene la Europa, etc. ¿Dónde quedamos como padres?... difícil estimarlo con certeza. Vivir en un condominio cerrado a sabiendas que salir de él multiplicará geométricamente el riesgo de sobrevivir a la necesidad o a la iniciativa no aparece como algo lúcido. Permanecer en él, siendo consciente que la marginación creciente aumenta el perímetro y la superficie a cruzar, se muestra como demencial. Sin embargo, esa es la realidad. Mientras los excluidos por la crisis financiera internacional se multiplican a un exponente mucho mayor que el efecto pandémico del H1N1A, el caos convergente de la suma de incoherencias aporta más niveles a la exclusión creciente. Las escuelas hoy hablan de realidades sociales inexistentes... los mensajes que compran los alumnos los introducen en un mundo virtual de realidades inalcanzables o sencillamente inexistentes. Transitan las universidades abordando ciencias que difícilmente podrán ejercer ya que ellos mismos se verán atropellados por realidades dramáticas. ¿Entonces?...
1. si las sociedades humanas no asumen la necesidad de luchar frontalmente por los derechos elementales que les han (nos) sido avasallados...
2. si la clase política no entiende de una vez por todas que ya no hay más para depredar...
3. si el poder económico no asume que el modelo impuesto a partir del industrialismo ha fracasado definitivamente...
este mundo, el suyo y el mío, se convertirá en una hoguera de infinitas pobrezas y escasas vanidades enfrentadas hasta la extinción... ¿se entiende?... Mayo 30, 2009.-

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