domingo, 15 de noviembre de 2009

fabricando pobres


Clima social / Plan de asignación por hijo
Casi 1,5 millones de chicos no tendrán la ayuda estatal
Lo estiman expertos en política social y la oposición, que prepara proyectos para extender el beneficio

Noticias de Política: Domingo 15 de noviembre de 2009 | Publicado en edición impresa
Martín Dinatale
LA NACION

El plan de asignación universal por hijo que lanzó la Presidenta no llegará a todos los sectores y dejará afuera a cerca de un millón y medio de niños necesitados, según estimaciones de especialistas en política social y de dirigentes de la oposición.
Frente a ese escenario, los máximos referentes de la oposición empezaron a trabajar en la redacción de un proyecto de ley para establecer un sistema de asignación familiar como derecho para todos los niños de menos de 18 años.
Si bien la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, no quiso hablar del tema, un destacado funcionario de esa cartera admitió que "el decreto de asignación universal debe ser perfeccionado en su reglamentación para que no haya gente que se quede afuera".
El Gobierno no conocía hasta ayer el número de personas que se anotaron en las oficinas de la Anses, pero calificadas fuentes oficiales dijeron a LA NACION que a partir de mañana ese organismo tendrá el primer corte del muestreo que exhibirá un número tentativo de beneficiarios que estarán en condiciones de cobrar a partir del 1° de diciembre.

Video: Cristina: «Sabemos que esto no va a terminar con la pobreza» (Canal 7)
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Hay coincidencias en la oposición y entre los economistas especializados de que el plan no será universal porque no llegará a todos los niños pobres. Sin embargo, hay diferencias respecto del número: lo ubican entre 800.000 y 2 millones, según el universo que abarquen. Pero los legisladores de la oposición acordaron un punto central: a partir del 10 de diciembre próximo, impulsarán la aprobación de una ley para establecer un seguro universal para la niñez.
Los detalles de la propuesta de la oposición aún no están consensuados. Pero los máximos referentes de cada bloque de la Cámara de Diputados negocian desde la semana última para avanzar con una ley que sustituya el decreto de Cristina Kirchner.
La intención es evitar una vinculación entre la asignación universal y el mercado laboral, como lo planteó el Gobierno, que pone como requisitos para recibir la ayuda de $ 180 mensuales por hijo que el padre del beneficiario sea un desocupado, un trabajador informal que gane menos del salario mínimo ($ 1440) o un empleado del servicio doméstico.
El diputado Claudio Lozano (Proyecto Sur) realizó un estudio detallado de los alcances del decreto presidencial y concluyó que la medida dejará afuera a 2.300.000 niños pobres e indigentes.
Para sostener este dato, Lozano expresó a LA NACION que el decreto "deja afuera a los trabajadores de la economía informal que ganen más que el salario mínimo, a los monotributistas que no perciben una asignación familiar por hijo y a los trabajadores del servicio doméstico que no estén inscriptos".
Proyecto alternativo
Eduardo Amadeo, ex ministro de Desarrollo Social de Eduardo Duhalde y actual asesor de Felipe Solá y Francisco de Narváez, coincidió con ese número y añadió que el proyecto que se evalúa el PJ disidente apuntará a establecer "una política integral que asegure escolaridad y salud para todos los chicos sin excepciones".
La fuente oficial consultada por LA NACION no supo contestar con precisión qué hará el Estado cuando se presente alguien a pedir el subsidio y sea trabajador informal con remuneraciones por encima del salario mínimo. "Me imagino que las oficinas de la Anses están recibiendo más de 500 interrogantes por día que luego analizaremos y ajustaremos a la reglamentación del decreto. Allí se ajustarán las eventuales discriminaciones", se limitó a decir el funcionario, sin dar mayores detalles.
El diputado de la Coalición Cívica y referente del movimiento social del barrio La Juanita, de La Matanza, Héctor Flores ("Toty"), advirtió que el decreto "no toma en cuenta a más de 800.000 personas que hoy no tienen DNI". No se trata de un tema menor: para que el niño reciba una asignación, una de las condiciones primordiales es que se deberá presentar el documento de identidad.
La diputada Paula Bertol (Pro) señaló la necesidad de establecer un registro de familias pobres y de acordar un proyecto de universalización de toda la oposición. Para el jefe del bloque de diputados de la Coalición Cívica, Adrián Pérez, "hay una coincidencia firme en la oposición de que el seguro universal no es tal, sino que se trata de otro plan focalizado del Gobierno para fomentar el clientelismo".
En rigor, las diferencias entre los bloques de la UCR, la Coalición Cívica, la izquierda y Pro hoy son menores en función de la idea de extender la asignación familiar y diferenciar este derecho del campo laboral.
Ernesto Kritz, economista especializado en temas laborales de SEL Consultores, explicó: "La única manera de evitar clientelismo es separar la asignación universal de los niños de la condición laboral de los padres". Si bien Kritz no se arriesgó a dar cifras de la cantidad de gente en situación de pobreza y que quedará fuera del decreto, admitió a LA NACION que "hay miles de monotributistas, personal doméstico no declarado y trabajadores que cobran apenas por arriba del salario mínimo y, tal como está planteado el plan, quedarán sin ayuda".
El presidente de Cáritas Argentina, Gabriel Castelli, destacó que, si bien el decreto de asignación universal es positivo porque reconoce un problema de pobreza importante, "queda en claro que la medida, como está planteada, no cubrirá el 100% de la población". La Iglesia le llevó al Gobierno un proyecto que incluía un seguro universal para todos los niños menores de 18 años y las embarazadas.
LOS REQUISITOS

A quiénes está dirigido. Podrán ser beneficiarios los trabajadores no registrados que ganen menos del salario mínimo vital y móvil, desocupados y personal del servicio doméstico.
Condiciones. El límite de edad de los hijos para percibir la asignación universal dispuesta por el Gobierno es de 18 años. Los hijos discapacitados no tienen tope de edad para ser beneficiarios. Los chicos deben ser argentinos nativos o tener, por lo menos, tres años de residencia en el país. El aspirante a la ayuda social deberá poseer Documento Nacional de Identidad.
Cuándo se abonará. Los pagos comenzarán a realizarse a partir del 1° de diciembre.
El monto del beneficio. La Anses pagará $ 180 por hijo y $ 720 por hijo con discapacidad. Los $ 180 por mes por hijo se pagarán en un 80% todos los meses y el 20% restante se abonará cuando se presente toda la documentación de vacunación y escolaridad.
Documentación adicional. Desde el 1° de marzo, los beneficiarios deberán presentar el control sanitario y el plan de vacunación para los menores de cuatro años. A partir de los 5 años, además, se deberá presentar la acreditación de concurrencia al colegio.
Dónde consultar. Se podrá obtener información en los centros de integración comunitarios y de atención primaria del Ministerio de Desarrollo Social y en las oficinas de empleo del Ministerio de Trabajo.
Por Internet. Se podrá consultar los requisitos en la página www.anses.gob.ar o hacer consultas por teléfono a la Anses, marcando el 130.

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Lo estiman expertos en política social y la oposición, que prepara proyectos para extender el beneficio

lanacion.com | Política | Domingo 15 de noviembre de 2009


el dispreciau dice: así como el supuesto salvataje de empresas quebradas mentado por el poder político americano y europeo no alcanzará a resolver ni el diez por ciento del problema que se ha engendrado bajo nuestros pies y mientras dormimos, al tiempo que el sistema financiero internacional se está derrumbando como un dominó holandés sin que nadie lo perciba... la mayoría de los necios lo niegue a ultranza... los CEO intenten seguir dibujando virtualidades de PC en un mundo desquiciado y con sus variables consumidas... del mismo modo, regalar plata (dineros) para seguir comprando las dignidades de una generación que se está acostumbrando desde su hora cero a vivir a costillas de un estado benefactor, pero también quebrado, predice malos augurios. La generación de niños y adolescentes [K] está sencillamente vacía, sin neuronas, sin capacidades, sin cultivar talentos, sin voluntades, con mucha droga, con más alcohol, despreocupados en la consciencia que este idilio durará para siempre, produciendo apenas la negligencia que le endosa el poder político... pero esto terminará igual al mundo de los niños comprados en el cuento de Pinocho. Finalmente el modelo se hundirá con sus mentores y los dolores serán monumentales porque así como se asesinó a ocho mil pensadores de la sociedad argentina en los setenta y se dejó un hueco imposible de tapar, de la misma manera hoy se está fabricando un abismo lleno de freejacks que apenas si son una cáscara de seres humanos... Y después?... Cuidado, la clase política se cree inmortal, pero no lo es. No sólo en el clima hay sequías inducidas, también las hay en las ideas y capacidades de los funcionarios que no terminan de comprender que la dignidad de las personas es mucho más que una limosna que dura escasos minutos... Noviembre 15, 2009.-


Colas en la Anses
Las largas noches de espera
Juan Pablo Morales
LA NACION

Noticias de Política: Domingo 15 de noviembre de 2009 | Publicado en edición impresa

Teodófilo Segura mira incómodo cómo amanece desde el fondo de unos ojos hinchados. Estuvo toda la noche parado, sin dormir, apoyado contra las rejas que cierran la sede de la Anses en el barrio porteño de Flores. Es el primero de una fila que se pierde, como si fuera interminable, en el fondo de la avenida Eva Perón.
Comparte la espera con otras 700 personas. Nadie sabe qué más hacer para sostenerse de pie. Algunos revisan cien veces los mismos papeles, otros piden que les sirvan más café, la mayoría se despabila preguntando qué les van a pedir, aunque los carteles con los requisitos se repiten por decenas, estampados en las ventanas. La gente desparrama murmullos nerviosos, como si en esas oficinas de Flores anidara la última oportunidad. Un símbolo de miles de historias similares que se repiten, desde hace una semana, en buena parte de los edificios de la Anses en toda la Argentina.
A Teodófilo le pica el yeso del brazo izquierdo. Si le preguntan qué le pasó, contesta como si el mundo se le hubiera caído encima. Antes era costurero, trabajaba en negro 12 horas por día y cobraba 600 pesos, que le alcanzaban para pagar una pieza en Pompeya y comprar algo de comida para su mujer y sus cuatro hijos. Ahora ya no tiene sueldo; se quedó sin plata y están a punto de echarlo de la pieza de Pompeya. "¿Sabe el tesoro que serían 180 pesos para mis hijos?", pregunta sin esperar respuesta.
Una señora que escuchaba en la fila no pudo contenerse: "Pero ¿usted tiene documentos argentinos?". Teodófilo hace evidente el acento boliviano: "Sí, señora. Vivo en la Argentina desde hace 15 años. Tengo todo acá". Pero Teodófilo sabe que miente. Desde hace dos años, no lleva nada que considere de valor cuando sale de noche. La última vez, un muchacho intentó clavarle una faca por un puñado de pesos.
Son las 7. Un grupo de policías se acerca a las puertas del edificio; pide paciencia; trata de ordenar la entrada. Todavía falta una hora para que abran. Una mujer de trenzas negras corre apuradísima hasta Teodófilo. Es su mujer, Villanueva. Viene con los documentos de los seis.
Varios lugares más atrás, Luis Benítez acomoda la espalda contra un árbol. Salió a la 1 de Ciudad Oculta. Espera en Flores desde las 3. Hace dos años que no tiene trabajo. Vive de pedir sobras en panaderías y restaurantes. Sabe de hambre: en 2001 vivió los peores días de su vida, según dijo. En aquella época compró un carro y se hizo cartonero. Lo usó hasta 2004, cuando consiguió trabajo como albañil. Tuvo dos hijos, que pudo alimentar hasta 2007. Ese año sintió que empezaba a repetir una historia que ya había vivido antes.
"Yo no sé robar"
Son las 7.30. La gente patea los cartones que algunos usaron para aguantar el frío de la madrugada. Luis sonríe: "¡Qué lástima que vendí el carro!". Se pone serio de repente: "Porque quiero comprarles una camisa a mis hijos. No quiero robar, porque no sé. Y para eso hay que saber".
Una mujer interrumpe enojada la charla. Cree que está frente a un empleado de la Anses. Grita enojadísima: le aumentaron el monotributo y acaban de anunciarle que no la van a recibir si no viene por los trámites para la asignación universal: "¡¿Por qué no me quieren atender?! Me rompo el alma, trabajo por horas. Yo también tengo derechos..."
Una inmigrante paraguaya la mira sin hablar. Se llama Elba. Tiene 30 años. Aprieta en un abrazo a Carlos, su hijo de 2. Vive en Villa Bermejo, en Lugano. Está preocupada: quiere los 180 pesos, dice que los necesita, pero tiene miedo de que por eso le saquen los 300 que ya le da el gobierno de la ciudad para comprar leche y pañales. Nadie sabe qué tiene que hacer.
Son las 8. La fila en la avenida ocupa más de dos cuadras. Los policías dejan pasar a las primeras cuatro personas. Entra Villanueva. En menos de un suspiro, ya está afuera. Le falta hacer las fotocopias de todos los documentos.
Las colas, entonces, se empiezan a multiplicar. A la que había frente a la Anses se le suman otras dos en un par de las librerías vecinas. Teodófilo saluda cansado a Villanueva. Se va a dormir a Pompeya.
Luis sigue esperando. Mira ansioso cómo Elba se prepara para entrar. Una vez adentro, todavía preocupada, ella insiste en el mostrador en la pregunta que había repetido decenas de veces en la puerta: "Si me anoto, no voy a perder el plan que tengo, ¿no?" La empleada que la atiende es sincera: "No sé absolutamente nada".
Algo parecido pasa en el resto de los mostradores de la oficina. Los empleados anotan a toda la gente que pueden, casi sin exigirles nada. Cargan datos y más datos. Sólo reciben documentos y fotocopias, siempre que sean argentinos. No importan los certificados de escolaridad, que sean beneficiarios de otros planes o los calendarios de vacunación. "Eso se verá más adelante", dicen todos. Lo importante ahora es acortar la fila que parece interminable.
Entra Luis. Sale sonriente dos minutos después: anotó a sus dos hijos. Villanueva, en cambio, está acongojada. A su documento le falta un sello del Ministerio del Interior. No puede anotar a nadie. Corre para tomar el colectivo y llegar al centro antes del mediodía. Ya son las 10.30. Esta noche, Teodófilo tampoco va a dormir.

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Colas en la AnsesLas largas noches de espera

Juan Pablo Morales

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