martes, 29 de diciembre de 2009

patético... la eterna caza de brujas


Editorial I
Posse y sus dolorosas verdades
El efímero ministro de Educación porteño es un polemista destacado en un país acobardado por cierta extorsión intelectual

Noticias de Opinión: Martes 29 de diciembre de 2009 | Publicado en edición impresa

Abel Posse renunció antes de cumplir dos semanas como ministro de Educación del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Tal vez hizo mal al aceptar el cargo e hizo bien al dejarlo.

La designación de Posse había provocado una reacción adversa extrema de los mismos gremios docentes cuyas frecuentes huelgas han socavado la educación argentina. Para ser congruentes con el papel que cumplen en el espectro político nacional, a esa reacción se sumaron varios grupos de izquierda que encuentran clara caracterización, más que en la profusión difusa de eslóganes, en los pasamontañas y palos que exteriorizan con elocuencia su incompatibilidad con el orden público que debería primar en calles y plazas de la República.

Menos comprensible fue la oposición a Posse manifestada por algunos partidos políticos democráticos y, menos aún, la forma en que se le retaceó apoyo desde las filas del propio gobierno que lo había designado.

El nombramiento de Posse es susceptible de examen desde diversos ángulos. Como terminó siendo un error, objetivamente demostrable por la conducta ulterior de la administración macrista, sería lamentable que se lo registrara sólo en ese carácter y no como síntoma de una situación en la que deberán revisarse procedimientos para evitar en adelante tropiezos de la misma naturaleza.

Se sabe que el asunto había arrancado con la apreciación -correcta, sin duda- de Mauricio Macri y sus principales asistentes de que la educación exige, por lo que ella es y por el estado en que se encuentra el país, la máxima atención de las autoridades públicas. Ante la vacante que se había producido en el área educativa, se propuso para el respectivo ministerio primero a Santiago Kovadloff, quien no aceptó el ofrecimiento, y luego a Posse.

A pesar de la bondad de las intenciones, se confundieron de entrada los conceptos de cultura y de educación. Ambos intelectuales se hallan, por cierto, asociados a lo más representativo y elevado de la cultura argentina, pero no presentaban antecedentes, ni por experiencia ni por personalidad, de que serían garantía de una gestión exitosa en la cartera que reclama en su conducción, además de identificación con un sistema de valores culturales, conocimiento de las cuestiones instrumentales de la educación y firmeza y elasticidad para lidiar con los múltiples factores que han llevado a la gradual declinación de la enseñanza pública.

Abel Posse es un hombre de las letras y del pensamiento. Si el jefe de Gabinete de la Nación considera, como lo ha hecho, que su prosa es de bajo vuelo, es porque carece, contrariamente a lo que se creía, de la sana costumbre de elevar la vista. Pocos argentinos escriben mejor que Posse y pocos, también, tienen, como Posse, el coraje de decir lo que piensan.

Eso no bastaba, sin embargo, para su designación como ministro. Posse es un polemista destacado en un país que ha estado estos últimos siete años acobardado por la extorsión intelectual del oficialismo y sus corifeos, acostumbrados a extorsionar y a catalogar como de "extrema derecha" a quienquiera que haya salido a enfrentar sus consignas y arbitrarios manejos en nombre de los derechos humanos. Es lo que han hecho con Posse por haberse atrevido a decir unas cuantas verdades acerca de la necesidad de garantizar el orden público, en general, y, en particular, sobre el terror subversivo de los años setenta y la consiguiente represión militar.

La posición de Posse en esa materia se puede resumir en algunas preguntas básicas. ¿Por qué van a estar, acaso, en la cárcel, los militares que combatieron el terror subversivo si gozan de libertad y hasta usufructúan cargos públicos personajes vinculados con organizaciones y crímenes políticos que precedieron a aquellos otros? ¿Hasta cuándo la opresión de hace 30 años va a servir de excusa para silenciar el latrocinio que ha comprometido el presente y pone en peligro el porvenir?

Bienvenido, pues, el retorno del autor de Los perros que ladran al ámbito de la discusión pública, donde es actor de fuste comprobado, y bienvenida -a pesar de los costos causados por su designación- la renuncia a un sitial que hubiera privado a la sociedad de una voz que hace falta de la manera plena que permite la condición de ciudadano raso y acotan las limitaciones y prudencia apropiadas a la función pública.

El debate de los grandes asuntos nacionales necesita de Posse y de otros ciudadanos capaces de otorgarle la jerarquía y amplitud a una nación que quiere retomar el camino del progreso y la grandeza, que incluye el espíritu de reconciliación tantas veces manifestado en el pasado después de graves enfrentamientos. Ese tipo de hombres merece por lo menos el respeto silencioso, no por definición de los adversarios declarados, pero sí de los pusilánimes que se escandalizan por las verdades que ellos mismos no se atreven a declarar con igual énfasis.

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El efímero ministro de Educación porteño es un polemista destacado en un país acobardado por cierta extorsión intelectual

lanacion.com | Opinión | Martes 29 de diciembre de 2009


el dispreciau dice: Argentina y su clase política están sumergidas en lo patético. Todos los días ofrecen algún espectáculo bochornoso y los mismos (espectáculos) se suceden al modo de una catarata, sin solución de continuidad, ofreciendo flancos que dejan en claro cuan grande es la incapacidad para ejercer la gestión pública. Todo hierve y se expresa en burbujas de necedad, soberbia, manipulación, mentiras, desprecios, burlas, y otros tantos etcéteras... pero oh! curiosidad curiosa, el nodo sindical está igual de necio, soberbio, manipulador, mentiroso, despreciativo, burlón, y nuevos etcéteras, regla a la cual tampoco escapan los pseudo empresarios que se escudan sobre lo nacional. Traducido, todos juegan a las escondidas, escondiéndose a su vez detrás de sus ideologías que no son otra cosa que expresiones ciertas de otras tantas conveniencias que intentan descalificar a las víctimas para luego situarse cómodamente a discursear sobre cómo debería hacerse esto o aquello. Así lo recitan los informativos en todos los canales de TV, radio y desde luego, muchos de los medios gráficos que sin proponer alternativas superadoras se dedican a juntar la basura y tirarla en la cara de la gente que de por sí, ya está al borde de la histeria. La conducción macrista en la ciudad autónoma de Buenos Aires es tan patética como lo es el ámbito sindical que le avanza ante cada decisión, sea por educación, salud, obras públicas, subterráneos y otras yerbas y justamente, por su ubicación geográfica es fiel reflejo de lo que ocurre en Balcarce 50. Si uno traslada dicha realidad al interior del país se encuentra con una Argentina quebrada por el clientelismo político y los amigos de lo ajeno que han hecho de esta gestión (si es que así se la puede llamar) un culto al atropello. Todas las provincias (otrora federales) están sumidas en deudas porque al poder central se le ha ocurrido la genial idea de someter las voluntades a sus designios económicos, dejando un país vacío de valores agregados y favoreciendo, como siempre, nuevos y mejores avasallamientos a la ciudadanía. Lo de Posse, regresando al motivo de mensaje, es una aberración de la argentinidad donde unos pocos oportunistas hacen uso de raros artilugios para sacarse de encima a aquellos que les dicen verdades en los rostros siempre encaretados con el poder de turno. El que paga el pato es la víctima, en este caso Posse y los ciudadanos que siguen asistiendo azorados cómo se cocina una extraña sopa de conveniencias nutrida con vejaciones de toda índole. Mientras ello sucede, la apuesta al atropello crece y ni siquiera sienten vergüenza al decir que las inundaciones que afectan a San Antonio de Areco (históricas) son culpa de los chacareros y sus canales (argumento infantil y falaz si los hay)... y así como así, Argentina se debate en una eterna caza de brujas donde el objetivo político se centra en buscar culpables que le ayuden a liberarse de cualquier responsabilidad cierta y genuina, propia de la gestión. Estamos ahogados en desvergüenzas que suben el tono de una disputa que no tiene fin, instalada por la frivolidad de los noventa que arrasó con el último vestigio de nación que quedaba. Una nación que no atina a reaccionar ante tantos desatinos al que ahora se agrega el regreso de los "retirados", lo cual promete que al que tenga dólares le devolverán pesos devaluados, y a los que tengan pesos simplemente se los quitarán, sin remedio... y después hablamos de seguridad jurídica, vamos!... La verdad, da asco. Mientras tanto y como siempre sucede, todo queda sin resolver. Diciembre 29, 2009.-
Pregunto: además de lamentarse el intangible "estado nacional y/o provincial y/o municipal" ante los medios (periodismo mediocre si los hay) por los desastres naturales, cómo es posible que no se les ocurra ir en ayuda cierta (fehaciente) de las víctimas, restituyendo sus bienes mínimos sobre los cuales han cobrado suculentos impuestos al momento de la compra y luego por servicios. ¿Cómo es posible que no se les caiga una mísera idea a favor de la gente que trabaja?...

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