sábado, 30 de enero de 2010

HISTORIAS ANÓNIMAS


| EN TUCUMAN. Víscido vino a descansar hasta que la ONU le dé otra misión. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL

TERREMOTO | DESASTRE EN EL CARIBE
"La tierra no tembló; explotó, y todo se vino abajo"

Sábado 30 de Enero de 2010 | El médico tucumano Fernando Víscido se hallaba en Haití al producirse el sismo y como Casco Azul brindó asistencia al pueblo caribeño.

"No fue un temblor. La tierra jamás tembló. A las 16.53 (hora haitiana) la tierra explotó, y todo se vino abajo... Parecía el fin del mundo... La explosión con fuertes sacudones duró 25 segundos. Un placard se me cayó encima y me tiró a una cama, luego una heladera y otro placard. Cuando logré salir vi el horror en Puerto Príncipe. En ese instante supe lo que nos esperaba". El relato pertenece al médico tucumano y teniente coronel de la ONU, Fernando Víscido, de 52 años, miembro de los Cascos Azules, quien estuvo asistiendo a los heridos y sobrevivientes en la capital haitiana. Ayer regresó a Tucumán, y por la tarde visitó LA GACETA para contar su experiencia.

El 12 de enero, cuando ocurrió el devastador terremoto en Haití, Víscido estaba en ese país, prestando servicios en el Hospital Reubicable de las Fuerzas Armadas Argentinas, que trabaja con las Naciones Unidas y está ubicado frente a la base logística de la ONU, en Puerto Príncipe.

"Fue terrible. Apenas la tierra se calmó corrimos hasta la Plaza de Armas. Nos instalamos con colchones, sábanas, remedios, todos los insumos médicos que teníamos y nuestras pertenencias. Había que empezar a trabajar de inmediato. Eramos tres médicos y cuatro enfermeros e hicimos de todo. Practicamos todas las especialidades médicas: traumatología, pediatría, obstetricia, cirugía general, plástica, reconstructiva... Había que dar solución como sea. Entre el martes 12 y el viernes 15 de enero brindamos asistencia día y noche. Rescatamos muchísimas personas con ayuda de la gente. Dormíamos lo justo. Luego empezó a llegar asistencia humanitaria de todo el mundo y los hospitales de campaña de Francia, Canadá, Argentina, Israel, la Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras y otros grupos de rescate", narró el médico.

Atendieron a tanta gente que Víscido perdió la cuenta de todo lo que hizo. Explicó que pusieron una soga de 50 metros para colgar los sueros de los pacientes que estaban tendidos uno al lado del otro, y que efectuaron amputaciones a niños y adultos para salvarles la vida. "Había personas con todos los huesos destruidos, con las vísceras afuera, con el rostro desprendido y debíamos hacer lo que estuviera a nuestro alcance ...", detalló.

Al mismo tiempo, según Víscido, desde la ciudad subían columnas de humo: era de los cadáveres que la gente juntaba y quemaba para disminuir el hedor y para evitar las epidemias.

Llegó el Galaxy

Fue un gran alivio para los Cascos Azules cuando llegó el avión Galaxy, de EE.UU., el hospital volante de alta complejidad más grande del mundo.

Tiene tres pisos, 12 quirófanos, siete salas de terapia intensiva, 40 camas para internación, tomógrafo y médicos de todas las especialidades.

"Me siento orgulloso por la misión que cumplieron los dos Hércules C 130 de nuestro país. Llegaron con remedios, ropa, alimento y oros insumos que lanzaron con paracaídas. Su personal trabajó de sol a sol. Yo había estado en varias comisiones de la ONU en el exterior, pero en Haití me sentí por primera vez un Casco Azul con mayúscula. La magnitud del desastre y los daños humanos hicieron que me sienta útil con el pueblo haitiano.", enfatizó el médico tucumano.


"Me decía 'papá'"
"Era la una de la mañana, andaba entre los enfermos y sentí que me tomaban las piernas. Era un niño de cuatro años -Kemley-, que tenía una herida profunda en la frente y en el ojo izquierdo. Le reconstruimos el rostro. Desde entonces no se me despegó. Me decía 'papá'. Me hizo llorar. Dormimos juntos cinco noches, y luego su madre se lo llevó. Su padre murió aplastado junto a otros tres hijos", contó Fernando Víscido.
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el dispreciau dice: la Tierra está repleta de héroes anónimos, personas que priorizan los valores humanos por sobre las miserias propias ajenas... estos son los ejemplos que los medios deberían diseminar a efectos que la sociedad aprenda de aquellos que agregan valor y son referentes en sus respectivas actividades. Todos los días, miles de héroes sin nombre, aportan silenciosamente a la vida de los otros... Cuando una sociedad carece de estas referencias se va consumiendo a sí misma sin detectar su horizonte y sin asumir su perfil. Los Argentinos solemos ser temiblemente críticos de los otros, muchas veces con razones suficientes y otras tantas sin ellas... vivimos nuestros días pasando facturas por lo que no se hizo, pero además por lo hecho (por las dudas). Esto demuestra, una vez más, que las naciones se construyen en silencio, con compromiso, sin "amiguismos" y sin "clientelismos" que sólo favorecen la destrucción de las personas que se transforman en víctimas propiciatorias de las conveniencias de unos pocos "vivos" que sólo restan aportando condiciones denigrantes a la propia condición humana. Enero 30, 2010.-

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