jueves, 18 de febrero de 2010

TÓMBOLA


Viceversa
La tómbola de la salud
Nora Bär
LA NACION

Noticias de Ciencia/Salud: Jueves 18 de febrero de 2010 | Publicado en edición impresa

Ya lo decía Plutarco hace más de veinte siglos: "El desequilibrio entre ricos y pobres es la enfermedad más antigua y fatal de las repúblicas".

Basta una recorrida después de medianoche por las calles de Buenos Aires para que las figuras fantasmales de los personajes de la noche -hombres de ojos vacíos, jóvenes enjutos que duermen a la intemperie y chicos descalzos que, en la oscuridad, cuando deberían estar cobijados y durmiendo, extienden la mano a los automovilistas- ilustren la dolorosa vigencia de esta realidad. Pero un nuevo estudio británico dirigido por sir Michael Marmot demuestra que, en el campo de la salud, la sabiduría del escritor e historiador griego puede aplicarse literalmente: según el destacado sanitarista, las desigualdades sociales son peores para la salud pública que la falta de infraestructura médica.

Marmot es bien conocido por sus trabajos que analizan cómo la inequidad social se traduce en la salud, la calidad y la expectativa de vida. En los años 80, mostró que los funcionarios públicos de su país tenían mayor riesgo de infarto a medida que su tarea se deslizaba hacia escalones más bajos de la jerarquía laboral. "Esto no quiere decir que todo se resuelva con el dinero -escribió hace un tiempo, en una nota para New Scientist- . [...] La salud de la población puede no mejorar a menos que los ingresos se utilicen y distribuyan sabiamente para promover la igualdad en los determinantes de la salud: educación, empleo, satisfacción de las necesidades básicas e igualdad de género."

En su nuevo estudio, utiliza datos del censo para mostrar que, incluso si uno excluye al 5% que se encuentra al tope y al final de la escala social, los más ricos entre los que quedan tienen una expectativa de vida 6 años mayor que los más pobres, y estarán libres de discapacidad durante 13 años más.

Peor aún: el sino de esta inequidad quedaría sellado desde muy temprano. Otro trabajo en 17.200 bebes controlados desde que nacieron, en la misma semana de abril de 1970, mostró que los que tenían bajo cociente intelectual a los 22 meses, pero habían nacido en familias más ricas y mejor educadas, alcanzaban a los seis años a los que habían comenzado su vida con un cociente intelectual más alto, pero cuyos padres eran más pobres o menos educados. A los diez, los chicos del grupo socioeconómico más bajo iba quedando cada vez más atrás en los tests de inteligencia...

¡Qué tómbola maldita la de la desigualdad social! Pero queda un consuelo: si el impacto del medio ambiente social es más importante que el de la naturaleza, sólo hay que ponerse manos a la obra.
nbar@lanacion.com.ar

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ViceversaLa tómbola de la salud

Nora Bär

lanacion.com | Ciencia/Salud | Jueves 18 de febrero de 2010


el dispreciau dice: transitar los días en la sociedad argentina no es un tema fácil, tampoco simple, mucho menos lineal. Todo propone al ciudadano distintas vicisitudes de las que no podrá escapar, jamás, ni aún imprimiendo en su rutina el mayor de los esfuerzos y disponer de la mayor de las voluntades... El primer problema es que esta sociedad está enfocada desde hace mucho tiempo, tanto que nadie recuerda cuando comenzó, en un "todos contra todos" que se traduce más o menos así:
1. individualmente somos buenas personas
2. tenemos talentos que nos distinguen
3. somos discursivos
4. somos exponentes de una nueva clase de filosofía de "café" donde todo se expone, se discute, se profundiza, para luego quedar todo como estaba antes del evento discursivo
5. sabemos delinear y construir organizaciones
6. pero, pero, pero, pero, pero, pero, pero...
7. cuando nos juntamos para compartir algo (iniciativas, decisiones, recursos, etc.) comienza una silenciosa batalla por apoderarse del "algo"... lo cual se traduce como una necesidad de ser protagonista por sobre el otro, más allá de los otros, destruyendo las expuestas y mentadas definiciones que hacen a aquello que llamamos convicción
8. existe un permanente estado de conspiración social contra cualquier cosa que le modifique el estatus quo (paisaje)
9. somos incapaces de entender que el "otro" también es parte de nosotros
10. si encima de ello, se dispone de una pizca de poder los demás pasarán a ser víctimas de dicha condición, lo cual, una vez más, se traducirá en olvidos, omisiones, disimulos, confusiones, desprecios, apropiaciones y otras tantas yerbas
El problema social argentino, entre los muy ricos (pocos) y los pobres (muchos), los más pobres (muchos más), los marginados (suficientes en exceso) y los indigentes dispreciaus (número vergonzozo) viene de hace tiempo. Podría decir que cuando nací ya existía y reinaba como condición de desprecio social. ¿Qué en todas las sociedades existe tal situación?... sí, es verdad ya que la sociedad humana está desquiciada por las aberraciones que produce la lente del poder, aunque ello no justifica el estado actual de las cosas. Estamos repletos de palabras bonitas, expresiones duras y de las otras, flores y perfumes de la prosa política y empresaria, social y académica, pero detrás de los sonidos audibles con forma de lenguaje, no hay nada más que eso... palabras, o si Usted quiere un bla, bla, bla, infernal que no cambia ninguna realidad y es más, profundiza las diferencias ya que varios políticos viven de las miserias de los cartoneros y de los que revuelven la basura, al tiempo que se llenan la boca de solidaridad y misericordia (parecido a la Iglesia Católica y sus hombres... más estos que la propia institución) mientras llenan bolsillos, cuentas bancarias, y miopías humanas afines a las miserias del alma. En este contexto nada se repara ciertamente porque el estatus es un mal necesario, tanto como las pobrezas. Las manos a la obra nacen siempre de las iniciativas de las situaciones límite de las personas involucradas en el drama, las que a veces se cruzan con alguna mirada con culpa que asume que "por qué no ayudar a la víctima", pero eso tampoco cambia el paisaje de fondo ni contribuye a modificar la perspectiva social dirigiéndola hacia otra realidad. Muchas veces me siento como dentro del juego de la perinola donde siempre el "toma todo" es para los otros... y este desequilibrio social es sólo argentino ya que las rapiñas siempre se generan y anidan en cualquier foco del poder. Argentina se viene diluyendo poco a poco. Pretendemos ser una cosa, pero en verdad somos otra distinta que se ve con claridad cuando tomamos distancia de nuestra propia y amada tierra y nos nutrimos de esa perspectiva que brinda la lejanía... pero al mismo tiempo, desde la distancia, Argentina es algo semejante a un panal de miel agria, se ve dulce, pero cuando la pruebas te amarga el vientre. El problema no son los otros, sólo radica en nosotros mismos que transitamos los días buscando la paja en el ojo ajeno. No queremos a los ingleses pero nos deleita hablar en inglés, no queremos a los americanos pero dependemos del mundo Disney, no queremos a los judíos pero vamos a sus tiendas, no queremos a los bolivianos pero son nuestra mano de obra, no queremos a los chilenos pero vamos a sus playas, no queremos a los indios pero les compramos baratijas, no queremos a los uruguayos pero confiamos en sus bancos, no queremos a los europeos pero miramos permanentemente hacia Europa y nuestras raíces, no queremos pero... y el pero nos mantiene cautivos de nuestras íntimas miserias, las de decir una cosa pero hacer otra distinta o bien no hacer nada. Febrero 18, 2010.-

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