sábado, 25 de diciembre de 2010

EN BUSCA DEL PESEBRE PERDIDO - Mi regalo de hoy para Cristina - lanacion.com

De no creer
Mi regalo de hoy para Cristina
Carlos M. Reymundo Roberts

LA NACION

Viernes 24 de diciembre de 2010 | Publicado en edición impresa


Como todo el mundo, frente al pesebre de Navidad no tengo otra cosa que buenos sentimientos. Por eso, hoy quiero poner la columna, que en alguna ocasión se ha permitido cierto tono crítico o zumbón, al servicio del espíritu de estas Fiestas.

Sí, hoy se impone una pausa en el debate de los temas que dividen al país; se impone una mirada más desapasionada. Lo que la sociedad espera en estas horas es que prime la concordia, la paz, la unión, el respeto. Y la generosidad. Imbuido, pues, de este espíritu, me apresto a dejar junto al arbolito de Navidad algunos presentes para las personalidades que, más allá de sus errores y limitaciones -finitos somos todos-, cada día ponen lo mejor de sí para que nuestra querida Argentina vuelva a ocupar un lugar de privilegio en el concierto de las naciones.

El obsequio más grande es para Aníbal Fernández. Al verlo tan degradado, y por ende tan tristón, había pensado en alegrarlo con una embajada. Una gran embajada. La de Washington, por ejemplo, que después de haber acogido a Héctor Timerman es como que todo le parece bien. Pero para quien ha llegado a la cumbre del Gabinete, ese puesto puede saberle a poco. Y además hay que ver cómo le caería vivir tan lejos de Quilmes, su lugar en el mundo. También pensé en regalarle una foto de Nilda Garré, para que se entretuviera jugando a los dardos. Finalmente, no reparé en gastos: le voy a regalar un nuevo gobierno. Porque en este de CFK ya no tiene prácticamente nada que hacer.

A Amado Boudou quería sorprenderlo con una moto de mayor cilindrada que la suya, pero me dicen que no existe (la moto). ¿Una goma para borrar su pasado? ¿Un ministerio sin Secretaría de Comercio Interior? ¿Un plan de pago al Club de París que alguien se tome en serio? No, ya está: un buen manual de economía.

¿Julio De Vido? Le voy a regalar 120 casos Skanska, porque el ministro tiene razón: dice que ningún juez se interesa en él.

A la Garré le obsequiaré el derecho de uso de la goma borrapasado de Boudou: no se crean que ella siempre miró a la izquierda tan de cerca.

Pensándolo bien, una sola goma no va a alcanzar. Me haré de un stock para cuando empiecen a llegar los pedidos.

¿Guillermo Moreno? Creo que le gustará recibir una foto de Néstor Kirchner, el hombre que le ordenó terminar con el Indec. Ahora que contrataron al FMI para reconstruirlo, Moreno ha de estar atacado de extrañitis . Ahí tiene un retrato de su jefe, don Guillermo: cuéntele sus penas. Y dígale también que lo de Papel Prensa viene muy mal para el Gobierno. Y para usted.

En el caso de Daniel Scioli, se me ocurrió preguntarle qué necesitaba. Enigmático, me contestó: "No, sería mucho pedir".

A Hugo Moyano le llevaré un troquel de remedio trucho, parecido a esos que gestionaba la obra social de los camioneros, por si en el apuro no le quedó ninguno. O puedo ser más desprendido y regalarle otra empresa, para que en no mucho tiempo llegue a constituir su propia UIA.

Uno de los presentes más difíciles es el de Ricardo Jaime. Es que no le falta nada.

También, claro, me acordé de la oposición. Al radical Ernesto Sanz, que quiere ser candidato presidencial, le vendría bien un spot de una hora y media en la TV abierta y en horario central, cosa de que los encuestadores no tengan que explicar quién es cuando salen a medirlo. A Mauricio Macri, una cámara con gran angular, para que pueda sacarle una foto a la villa 31; y si no le alcanza para la 31 bis, le regalo otra. A Julio Cobos, un inflador. A Ricardo Alfonsín, un "feliz Navidad, la casa está en orden". A Binner, una pastilla de sex appeal . A Felipe Solá, una foto de él firmada por él. A Carlos Reutemann, una senadora de su bloque que no se le vaya con otro. A Lilita Carrió, su gran sueño: una casa de color claro con balcón a la Plaza de Mayo. A Eduardo Duhalde, nada, porque el Gobierno ya le ha hecho llegar unos cuantos presentes (griegos). A Francisco de Narváez, un asesor: es el que le falta para alcanzar los 500. ¿Y no hay nada para Carlos Menem? Bueno, es que ésta es la lista de opositores.

Por supuesto, pensé especialmente en Cristina. Quiero sorprenderla. A ella y a todos los que leen esta columna. Al pie de su arbolito dejaré un sobre, y en su interior, una esquela sencilla: "Señora, no ha tenido un año fácil. Sinceramente, muy feliz Navidad".

© La Nacion
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el dispreciau dice: las soledades del poder no guardan fechas, desconocen navidades y centenarios, y el problema estalla cuando mirándose al espejo, los reflejos no escatiman esfuerzos para recalcar las faltas de consciencia, esa que revela que aquello que se dice no es lo que se hace, mucho menos responde a las necesidades ciertas de los que escuchan o bien de aquellos otros (mayoría) que están hartos de falsas y cínicas promesas, traducidas en hipocresías interminables. Indudablemente sería bueno que el árbol de Navidad abriese la mente y más que ella, el alma, de aquellos que ocupan sillones de privilegios en el Poder Ejecutivo, en el Congreso Nacional, en la CGT, en la UIA, y tantas otras formas del ministerio público, donde todo es un "misterio". En cada escenario se recitan realidades que no coinciden con lo que se aprecia desde el suelo... allí, aún cuando los medios comprados y vendidos pretendan imponer a ciertos personajes del año, todo es distinto, y más allá del pan dulce, las garrapiñadas, y otros vinos, espumantes o no, la noche buena es un suspiro y la Navidad pasa rápido, tanto que cuando amaneces el día 26 con tus circunstancias a cuestas, ni recuerdas qué pasó en esas horas antes donde todos parecían festejar un suceso que ya está suficientemente usado y deformado como para transformarse en un negocio, donde los regalos son un mecanismo para salvar las almas y ciertos bolsillos, a efectos que los salvados puedan regresar a sus fechorías. La Navidad nunca ha resuelto la corrupción, las mentiras y las traiciones ni el propio seno de la iglesia católica... antes bien ha servido para burlar a los ángeles y ganar tiempo para recibir alguna indulgencia fabricada por la compra de los silencios. El poder político está tan ausente como el estado mismo, transitando una especie de demencia senil generalizada que avanza sin solución de continuidad, enseñando a empecinados en crecer en el volumen del sillón y esencialmente en el acceso a la "caja" mayor, esa que habilita a depredar todo. La Navidad tampoco sirve para sincerar los vínculos ya que ellos mismo han sido arrasados por la frivolidad y las falsas sonrisas que esconden soberbias temibles, donde los funcionarios "valen" según su silla y donde en los cajones de sus respectivos escritorios mueren las esperanzas de cientos de miles de personas atadas a sus desgracias, esas mismas que son fabricadas por el estado ausente. Argentina (el mundo también) transita una Navidad vacía de sentido y de contenidos. El árbol no suple las significancias como tampoco lo hacen Santa Claus, su trineo y sus renos, empeñados por las mezquindades de los pocos que someten a la miseria a los muchos, para luego enseñarle por Google Earth cómo es el carácter de "rico" de banco y pobre de espíritu, siguiendo el virtualismo de un viaje que se venera desde la condición de humilde y de anónimo, y se usa desde aquellas soberbias y sus socias las necedades. En algún lugar del ideario de Platón y sus mentores lejanos, debe existir un mundo donde la esfera guarda la importancia de la esencia original, esa que ya nadie recuerda y que la mayoría niega a la hora de ejecutar el concepto elemental de misericordia. Hace mucho que se ha perdido el pesebre, porque la primera en negarlo fue la propia iglesia, sustentada en una inquisición que reina desde hace mil años, consumiendo la inocencia de las almas... por ello, que el estado esté ausente es una mera conscuencia propia de las miserias humanas que dominan por estas horas al concierto político mundial que cree que con mensajes de paz ya han salvado sus almas... veremos cómo sigue esta película donde los mezquinos son los héroes y donde los marginados somos los villanos de sus falsas pretensiones (algo anda mal). Diciembre 26, 2010.-

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