viernes, 7 de septiembre de 2012

ABISMOS || El efecto abismo | Política | EL PAÍS

El efecto abismo | Política | EL PAÍS

El efecto abismo

En casa, Merkel no puede imponer las cosas, sino convencer; ni siquiera dentro de su Gobierno

El BCE ha demostrado estar irreversiblemente comprometido con la supervivencia del euro

 

 

La expectación e interés generados por la visita de Angela Merkel a Madrid constituyen la mejor prueba de los momentos tan excepcionales que viven España y Europa. Cierto que a lo largo y ancho de esta crisis Alemania ha adquirido una posición preponderante, a veces casi hegemónica, pero si lo ha hecho ha sido también en parte por la debilidad relativa de los demás países e instituciones, sumidos en sus propias crisis económicas y de liderazgo. Con todo, esa preeminencia de Alemania no significa que ni Berlín, ni mucho menos la propia Merkel, sean omnipotentes. Cierto que el liderazgo de Merkel ha dejado en ocasiones que desear, pero, para ser justos, tampoco se puede olvidar que el sistema político alemán tiene grabado en su código genético la aversión a un canciller fuerte y la consiguiente concentración del poder en el Ejecutivo. Eso significa que, en casa, Merkel no puede imponer las cosas, sino convencer; ni siquiera dentro de su Gobierno o partido. Y lo mismo ocurre a escala europea, donde, una vez más, las decisiones se tienen que tomar por consenso entre todos los actores, no pudiendo ningún país imponer sin más sus condiciones a todos los demás.

Partiendo de estas limitaciones, el liderazgo de Merkel tiene que ser evaluado, antes que nada, en razón de su capacidad de resistir las presiones de los defensores de la ortodoxia, que continuamente le piden que bloquee cualquier tipo de medida que suponga una salida europea de la crisis. Pero, paso a paso, aunque siempre tarde, a regañadientes y de forma torpe y parcial, la Unión Europea se ha ido dotando de los mecanismos e instituciones que le permitirán sobrevivir a esta crisis y, eventualmente, salir reforzada de ella. Eso ocurrió ayer, una vez más, con la puesta en marcha de un programa de compra de deuda soberana para los países en dificultades (fundamentalmente España e Italia) por parte del Banco Central Europeo, una medida muy contestada dentro de Alemania porque, dicen los críticos, no solo es ilegal y está expresamente prohibida por los Tratados de la Unión, sino porque pone la simiente de la conversión de Europa en una federación al estilo estadounidense. Lo esencial no es por tanto que ese programa del BCE implique condicionalidad para España u otros (¿de qué otra manera podría ser?), sino que con ello el BCE haya demostrado que está irreversiblemente comprometido con la supervivencia del euro y que hará cualquier cosa para asegurar esa supervivencia.

Hace casi un año, Angela Merkel dejó clara su posición: “Si el euro cae, Europa cae”. Aunque nadie cuestionó entonces la sinceridad de sus palabras, los pasados meses han ofrecido múltiples ocasiones para que los españoles se inquietaran acerca de hasta cuándo habría que esperar o bajo qué circunstancias se haría efectivo ese compromiso. Cierto que el Gobierno español no ha sido de mucha ayuda durante 2012: sus constantes improvisaciones, el oscurantismo con el que se ha manejado, y los problemas de coordinación interna y de comunicación de los que ha hecho gala han socavado el principal activo del Gobierno de Rajoy, que no era otro que el compartir su agenda reformista y liberalizadora, típicamente conservadora, con el Gobierno de Merkel. Más allá de esos problemas, y de los enfrentamientos entre España e Italia, por un lado, y Alemania y el BCE, por otro, era evidente a la vuelta del verano que el euro se encontraba en una pendiente muy peligrosa y que los mercados estaban empezando a descontar su colapso.

En consecuencia, aunque sea difícil decir si los halagos de Merkel a la agenda reformista de Rajoy refrendan a los que abogaban por introducir algo de tensión en las relaciones con Alemania o, por el contrario, a los que lo consideraban una estrategia suicida, lo importante es que, esta vez para bien, se ha dado un paso atrás. Eso no quiere decir que las tensiones entre España y Alemania hayan desaparecido. Si, como parece, España tiene muy difícil cumplir con el objetivo de déficit fijado para este año, es previsible que las relaciones bilaterales se vuelvan a deteriorar, que dentro de Alemania se critique a Merkel por haber aflojado la presión sobre España e Italia, que se exijan nuevos sacrificios y compensaciones y que, una vez más, ambos países se sitúen en rumbo de colisión. Pero eso será en otro momento, y delante de otro abismo. El de hoy está salvado.
 
 
el dispreciau dice: está sola Cristina Fernández, llena de ideas ciertas, pero sola de comprensiones, rodeada por el oscurantismo de las obsecuencias, "sí señora"... "por supuesto señora"... y el agua sigue corriendo bajo el río... y los delincuentes siguen sueltos, la inseguridad sigue creciendo, y la salud pública está cada vez peor, al igual que todo el resto que nadie ve... "sí señora"... pero la obsecuencia no es buena consejera, pero los argentinos sabemos mucho de la cara de circunstancia, del sí pero no... y todo anda, prendido con alfileres. Nada distinto ocurre en España... nada distinto ocurre en Alemania... ¿convencer a quién?... si nadie sabe qué hacer, ni cómo, ni cuando. Desde luego, se salvan bancos perversos... se salvan financieras quebradas... se salvan coyunturas inaceptables y otras inexplicables... pero la llave está (consiste) en salvar a las personas, a las gentes, a aquello que da forma a las sociedades, y no más que eso porque lo demás se arregla. Pero el poder político anda tan ciego como sordo, y ni qué hablar el de las corporaciones empresarias, que están más estúpidas que nunca antes... porque sus actuales directorios no padecieron el nacer y el crecer, y sólo gastan a cuenta de lo que nunca hacen... de allí que tengan los horizontes tergiversados y aberrantes. Sí, el mundo humano llegó a Marte para satisfacer curiosidades, pero la Tierra se está desgajando en abismos de negligencias. Y los abismos son cada vez más profundos, más intangibles, conteniendo cada vez más gentes desplazadas de sus destinos por artilugios de aquellos que dicen tener el poder, pero que están vacíos de sentido común, fabricando pobres, marginados e indigentes. El euro es una excusa... la Unión Europea es otra excusa... la democracia mentida lo es... tanto como las derechas y las izquierdas lo son... porque lo único importante es la gente... cuando se despierten y sea tarde... se darán cuenta que la justicia divina existe, y es inapelable, a pesar de los jueces humanos, que sólo entienden de sus intereses y sus otras conveniencias. Aberrante visión del mundo humano... ¿quedará algo en pié?... se verá. Septiembre 07, 2012.-

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