miércoles, 21 de noviembre de 2012

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La huelga nacional paraliza Argentina | Internacional | EL PAÍS

La huelga nacional paraliza Argentina

El éxito el paro deja patente la vulnerabilidad de la presidenta Cristina Fernández, que se enfrenta a un creciente malestar ciudadano


Un grupo de personas duerme junto a la basura acumulada en una calle de Buenos Aires este martes, jornada de huelga general. / ENRIQUE MARCARIAN (REUTERS)
Argentina amaneció hoy sin periódicos, sin servicio de recogidas de basura, ni trenes, ni camiones, ni vuelos nacionales y cancelaciones entre los internacionales. Los hospitales públicos atendieron solo en urgencias, las estaciones de combustible quedaron cerradas, los bancos inoperantes y más de 160 piquetes cortaron el tráfico en las principales carreteras y avenidas. En ese sentido, el paro nacional de 24 horas promovido por dos de las cinco centrales sindicales del país, ha sido un éxito. Mostró el inmenso poder del líder del gremio de los camioneros, Hugo Moyano, gran aliado del Gobierno de Cristina Fernández hasta hace solo un año. Y mostró también la vulnerabilidad de una presidenta que ha acumulado demasiados enemigos en apenas un año de mandato.

Apenas han transcurrido 12 días desde que en la noche del 8 de noviembre cientos de miles de personas salieron a las calles con cacerolas. Protestaron contra la inseguridad, la inflación, la manipulación de la justicia y la intención más o menos explícita del Gobierno de reformar la Constitución para permitir un tercer mandato de Fernández. Desde 2003, en que comenzó a gobernar Néstor Kirchner, nunca se había producido una protesta tan masiva en Argentina. Sin embargo, al día siguiente Fernández pronunció un discurso en el que además de no mencionar la protesta se permitió ningunearla al decir que esa semana ocurrieron “dos hechos importantísimos”: uno fue la elección del presidente de Estados Unidos y otro, la designación del presidente de China. Fernández había aclarado horas antes de aquella protesta que no pensaba “aflojar” y no aflojó.
Ahora llega el turno de los sindicatos opositores. Reclaman la reducción de impuestos y, sobre todo, el aumento del salario mínimo desde los 427 euros mensuales de ahora a 560. Avisaron hace varias semanas de que paralizarían el país y en buena parte lo consiguieron. El paro se organizó sin servicios mínimos, ya que no existe ninguna regulación en el país al respecto. Aunque muchos gremios, como el de trabajadores metalúrgicos, taxistas, conductores de metro y de autobuses, no se habían sumado a la convocatoria, cientos de miles de personas no pudieron desplazarse hasta sus puestos de trabajo en la capital del país porque la mayoría de los trenes quedaron inmovilizados. El ayuntamiento de Buenos Aires había aconsejado a los vecinos no sacar la basura durante tres días, dado que los camiones no pasarían a recogerla desde la misma noche del lunes. Pero, a pesar de la advertencia, los deshechos se han acumulado en los contenedores bajo el calor del verano austral.

El paro fue convocado por dos ramas de la Confederación General del Trabajo (CGT) y la facción opositora de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), integrada sobre todo por trabajadores estatales. Pero el gran artífice de la huelga fue Hugo Moyano, el hombre a quien Néstor Kirchner promovió a las mayores cotas de poder sindical. Desde el Gobierno se tiene la convicción de que a Moyano solo le mueve su ambición política. Cuando Fernández lo atacó frontalmente en su discurso de asunción de la presidencia el año pasado, advirtiendo que no iba a aceptar ningún chantaje, Moyano fue desenterrando lentamente el hacha de guerra. Empezó concediendo entrevistas en los canales televisivos del Grupo Clarín, a quien tanto criticó en su día, en junio convocó la primera concentración en la Plaza de Mayo de un sindicato peronista contra la política de Cristina Fernández y desde entonces no ha cesado de atacar al Gobierno.

En el cacerolazo del 8 de noviembre, los medios afines al Gobierno dijeron que los que protestaban eran los mismo de siempre, es decir, las clases más pujantes. Esta vez, sin embargo, muchos de los trabajadores que han ido a la huelga son votantes confesos de Cristina Fernández, y sus líderes, viejos conocidos de los miembros del Gobierno.

Aunque los intereses que mueven a la heterogénea y creciente clase media del país pueden ser distintos a los de los sindicalistas opositores al Gobierno, hay un punto clave en el que confluyen: la inflación. Aunque el Gobierno sostiene que la inflación es del 10%, tanto los sindicatos como los economistas independientes la sitúan por encima del 20%. Y en función de esa cifra se negociaban los convenios salariales. Hasta el año pasado, el Gobierno siempre accedió a promover aumentos en torno al 20%. Se podría decir que la inflación subía imparable por unas escaleras mecánicas pero el Gobierno se le anticipaba metiendo los salarios en el ascensor. Ahora, parece imposible sostener ese ritmo.

Algunos líderes sindicalistas ya han advertido que si Cristina Fernández sigue sin atender sus reclamos, el próximo paro será de 36 horas.


el dispreciau dice: ARGENTINA fue arrasada durante los años noventa, lo sabemos... fue nuevamente arrasada en los albores del nuevo siglo XXI, también lo sabemos... todo ello envuelto en una clase política sin contenidos, sin proyectos, sin capacidades de lecturas, sin entendimiento para atender las necesidades legítimas de las gentes, ciudadanos argentinos librados a su suerte, usados por todas las fuerzas políticas según sus discrecionalidades aberrantes. Lo que siguió, mal, bien, mal, bien, nos trajo hasta aquí... un nudo donde la sociedad sigue siendo mediocre, mientras que otra parte de la sociedad sigue siendo ignorante, mientras el sindicalismo peronista sigue atrasando e involucionando hacia formas cada vez más retrógradas, donde el movimiento empresario corporativo tiene ralentizadas sus neuronas y algo más... y en dicho concierto: PARO NACIONAL!... bien, a cambio de qué?... haciendo foco en qué?... con qué objetivo?... no será que algunos personajes sindicales persiguen un espacio político que la sociedad no percibe, y la usan (a la sociedad) para alcanzar un fin tan retrógrado como la iniciativa del paro?... puede ser... hay espacio político para más antojos, para más desprecios, para más ninguneos?... no, no los hay... la oposición no sabe dónde está parada... y el oficialismo, que dice saberlo, tampoco lo sabe... se mueve a través de muchas teorías, pero con escasas lecturas que midan las consecuencias de sus iniciativas. Claro está, el conjunto opositor sigue sin tener un proyecto de país, y la circunstancia enseña que tampoco les importa... entonces, toda la oposición, lamentablemente, atrasa. Y del lado oficial, los argumentos empleados para defender el supuesto modelo, producen vergüenza ajena... lo cual los descalifica antes de tomar entidad, con o sin sentido. ARGENTINA sigue sin aprender sus lecciones... y reitera los errores eternos. Perón ya no está, y si estuviese ya estaría fuera de contexto, porque es natural que así sea y suceda... curiosamente, Kichner tampoco está, y si estuviese, tal vez y sólo tal vez, otra sería la historia. Ello no resuelve el problema. Cuando el conflicto toma entidad por sí mismo, las sociedades maduras discuten... mal o bien... discuten. Aquí, los autismos siguen a la orden del día, y el sindicalismo vuelve a enseñar conductas patéticas como las esgrimidas en los 70, los 80, los 90, y acto seguido, en los 00... ya que su única pretensión es ocupar espacios políticos... y ello ya ha hecho suficiente daño. Cristina Fernández no está pasando por un buen momento... se la nota desconectada... pero ello no le resta capacidades para ejercer el lugar que ocupa, y por otra parte, en ARGENTINA, la suya y la mía, justo es reconocer que cuando la guerra terminó, "somos todos generales"... sintonizados en la impericia de creernos capaces para cualquier cosa y cualquier rol... y así estamos, sin resolver ninguno de los males de fondo, razones mediante. ¿A quién le sirve?... a NADIE, sin embargo, en dicho contexto de mediocridades, las conductas de los unos y los otros, sigue siendo tan deplorable como siempre, esto es que el sindicalismo no representa a NADIE... y que el estado sigue estando ausente, por ende los argentinos seguimos librados a nuestras suertes. Noviembre 21, 2012.-

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