miércoles, 6 de febrero de 2013

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Estadísticas tramposas

El FMI censura al Gobierno de Cristina Fernández por falsear datos económicos relevantes


El Gobierno de Cristina Fernández ha reaccionado mal al ser acusado por el Fondo Monetario Internacional de falsificar estadísticas de precios. Oficialmente la inflación alcanzó en Argentina el 10,8% en 2012, menos de la mitad del 25% que estiman los expertos. Tras la acusación, el Gobierno optó por negarlo. Después minimizó la falsedad, generalizándola a todos los países, incluido EE UU. Al final se decantó sin mayores explicaciones por el control de precios alimentarios, presentado como un mero acuerdo con las cadenas de supermercados.

El engaño viene de lejos. Lo denunció hace ya un lustro un economista ahora convertido en influyente ministro. También lo delataron los propios funcionarios encargados de elaborar los datos. Trece de ellos fueron despedidos. Y en consonancia, el kirchnerismo prohibió, bajo multa de 100.000 euros, que las consultoras publicaran sus estimaciones independientes. Si la realidad molesta, basta con borrarla.
Hasta ahora el asunto no causaba mayores problemas. Pero la caída del crecimiento económico, del 7% al 2%, provocó en 2012 que la inflación erosionase el poder adquisitivo y se convirtiese de nuevo en motivo de protesta. Un factor que viene a confluir con el malestar del campo, la polémica de las nacionalizaciones sin indemnización y el autoritarismo contra los principales medios de comunicación.

El motivo alegado para falsear los datos era reducir la cuantía de los pagos a los inversores que compraron deuda pública referenciada a la inflación oficial. Y una razón subyacente: enmascarar un factor de malestar social. O sea, un doble abuso.

Un Gobierno que maquilla sus datos acaba conduciendo a los ciudadanos al abismo; y a su país, a la condición de paria internacional. El FMI ha tratado de evitarlo. El año pasado ya le sacó la tarjeta amarilla y ahora, tras un aplazamiento, saca la roja: acaba de emitir una “declaración de censura” contra el Gobierno argentino. Es la primera vez que toma una medida tan grave en sus 69 años de historia.

Esta sanción verbal podría llegar a convertirse en la expulsión del país infractor del organismo multinacional si, antes del próximo 29 de septiembre, el Gobierno de Cristina Fernández no arregla el desaguisado. El lamento victimista y las medidas de intervencionismo artificial —y por tanto, insostenibles— con que ha reaccionado no auguran nada bueno.


el dispreciau dice: en el mundo se levantan dedos acusadores en todas direcciones y desde todas ellas... según la circunstancia, la culpa la tiene éste o aquel, y los medios periodísticos corporativos hacen fiestas de ellos, ya que hay claras intencionalidades de movilizar opiniones en tales o cuales direcciones. Por lo pronto, el Fondo Monetario Internacional, victimario si los hay, no tiene autoridad alguna para indicar nada a la República Argentina ya que ella misma fue la gestante y gestora de todo lo cursado durante la década infame [1990-1999] donde teniendo como socios a las autoridades de turno, se dieron el lujo de desmantelar el país, excluyendo a millones de personas para su pronto beneficio, fabricando una deuda monumental "inventada" y "acordada" tras las bambalinas del poder, en contra de toda una sociedad, que de por sí, ya venía golpeada por la década de las divisiones impulsadas desde el peronismo/gorilismo en las décadas del 40/50... más tarde por los enfrentamientos en azules y colorados (militares) entre los 50/60... luego la aberración del regreso de Perón y el affaire montoneros/ERP y las terribles consecuencias del exterminio de una generación de pensadores durante los 70... inmediatamente la estupidez de Malvinas en los albores de los 80... y el rápido regreso a una mentida democracia en esa misma década. La primera década del Siglo XXI vió una Argentina tambaleante que logró resucitar gracias a raros avatares del destino... evolucionó favorablemente en la primera etapa de Néstor Kichner, por tratarse de un hombre que se plantó ante las carencias de autoridad moral esgrimidas por organismos internacionales y avaladas por algunos gobiernos extranjeros que hicieron de las pobrezas argentinas, sus fiestas. Comulgué con su estilo inicial, no así con el final... dicho esto: El FMI no tiene autoridad moral para indicar nada, del mismo modo que la Iglesia Católica tampoco la tiene, ya que ambos organismos han sido "victimarios" por excelencia, de inocentes, de anónimos, de desconocidos, de niños, de niñas, y de cuanta aberración pueda ocurrírsele a quien sea. Argentina ha quedado arrasada gracias a las concertaciones de intereses envueltos en corrupciones que hoy se han diseminado por todo el mundo, luego del temible y catastrófico "ejemplo" argentino. Cristina Fernández tiene su estilo, su forma y sus visiones, y más allá de la estrategia de las "veredas" (siempre vigente en el tilinguerío que nos caracteriza), seguramente podrá ser acusada de muchas cosas, y entre ellas, de estadísticas sesgadas. Claro está, en este mundo de oportunistas y en esta argentina de mediocres, siempre hay que tener un "culpable" a mano, a efectos de descargar responsabilidades y sortear compromisos. La cuestión es que los organismos internacionales no pueden señalar con el dedo a las autoridades políticas argentinas, porque ellos son culpables del desmadre que transitamos, un desmadre prolijamente acompañado por terceros "amigos" de peores intereses y trágicas conveniencias, que teniendo de socios a ciertos medios periodísticos vacíos de contenidos, le han dado la derecha a delincuentes de guantes blancos a efectos de obtener beneficios de los que ningún país se recupera jamás, ya que estas variables impuestas, condicionan e hipotecan el futuro de sociedades enteras. Hoy, muchos son los ejemplos trágicos de las recetas del FMI y sus mentores: Grecia, España, Portugal, y todos aquellos "periféricos" que son socios en el desastre pero nunca en los beneficios. Argentina sabe mucho de eso, y más allá de la conveniencia o inconveniencia de ciertas estratégicas políticas de las autoridades argentinas, no hay autoridad moral de nadie para poder señalar las decisiones que se toman aquí. Dicho esto, en lo personal, no estoy de acuerdo con los criterios actuales del INDEC, como tampoco lo estoy con la histeria de funcionarios de segunda línea que viven levantando apuestas que ganan enfrentamientos inútiles... pero al mismo tiempo, tengo claro que después de las calamidades que hemos sido víctimas, NADA ni NADIE nos puede venir a imponer voluntades estúpidas. Para señalar culpables con el dedo... hay que estar libres de culpas, cosa imposible en estos tiempos que corren... lástima que las mediocridades favorezcan la compra/venta de dignidades. Febrero 06, 2013.-




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