martes, 13 de agosto de 2013

BATMAN Y SUS ENEMIGOS ► interruptor_Larroca vs el Guasón

LO RECIBÍ Y LO COMPARTO ► desde URUGUAY
interruptor_Larroca vs el Guasón


ARTE EXPLÍCITO

Larroca vs El Guasón

Amir Hamed


Una colección de marcos dorados, cinco, parecen conformar una palabra, o cuando menos un logo de marquesina, pero en rigor, salvada la confusión inicial a la que nos empujan estos días saturados de tilinguería y diseño, parece decir nada. En esos marcos, otrora, y hoy en cualquier museo, encajaba cómoda la figura de una señora prefajada en un corsé, o la del señor burgués, propietario de la casa, o incluso, digamos para poner un nombre alevosamente anodino, la del teniente general Máximo Tajes, estadista nimio, o como mínimo para nosotros nimio, que según documentan los libros, allá por 1886, desde la presidencia, inició una transición del gobierno militar al civil en la República Oriental del Uruguay. Pero los marcos, que parecen cada vez más protuberantes en su profusión de dorado, no están vacíos: dentro de ellos, en su centro exacto, hay algo que de lejos parece un insecto pero que de cerca se revela es una figurita, o con más detenimiento un grafito sobre algodón que viene a ser la foto de un presidente de esa misma República Oriental del Uruguay, es decir, los cinco que hemos conocido desde que el país, a partir de 1985, recuperara la vida de sus instituciones y el sufragio.
Con menos no se puede decir más. Esta colección de marcos tiene como título “Estadistas” y es parte de la explosión que, bajo el rubro muestra, abriera el pasado 8 de agosto Oscar Larroca con el título Santas Pascuas: una historia de los simulacros en el Museo de Arte Moderno de Montevideo. En cada uno de esos marcos, adviértase desde ya, se abre el infinito, pero bajo la rúbrica de lo infinitesimal: cinco presidentes (Sanguinetti, Lacalle, Batlle, Vázquez, Mujica) revelados en su verdadera talla, que corresponde a la huella de un meñique, pero que sólo es medible en tanto distancia con el marco que los debiera contener. No se trata de sobreabundar en las dimensiones del vacío —utravacuo emblema posmoderno— que aquí se abre en la tensión entre la insignificancia de las figuras y discursos que nos ha venido sitiando —el circo mediático— y la intransigencia del sentido, es decir, la necesidad de sentido que reclaman esos marcos gordos y lustrosos que, a toda luz, se indigestan con el verme que los tiempos han incrustado en su centro.
Malditismo
No se trata, tampoco, de representar, sino de medir, de taxonomizar. “Santas pascuas”, frase de un político uruguayo, es remitida a la jerga del Joven Maravilla, también conocido como Robin, el encapotado sidekick de Batman, y desde ahí reenviada como un mantra a cuarenta años de vida política del país, desde el inicio de la dictadura hasta hoy (1973-2013). ¿Se puede ser más explícito? Larroca es, como pedía Baudelaire, pintor de la vida moderna, pero no asume el malditismo para sí sino que devuelve el mal allí donde está su raíz: a cada figura, que es la figurita de este cuantiosísimo álbum Santas pascuas, el artista adhiere un comentario, por lo general la frase que alguien ha dicho, como sucede por ejemplo en el cómic de Batman que abre la muestra y la reinscribe en los términos del combate entre el bien y el mal. Pero el combate  solo conoce un mal, el mal-decir, la exhibición despampanante de que todo lo que nos hace oír la farándula politico-mediática es algo maledetto, o mal dicho. Ahora bien, Larroca no dice que esto no sea una pipa, como hizo Magritte, sino que esto que dice ser una pipa es un tránsfuga, un simulacro: para cada una de estas investiduras hay un traje, una arjé y también un eidos, o si se quiere, para ser más prosaico, un traje que reclama quién lo sepa llevar o decir bien. Y en términos de lengua, sobra decir, reclama algo que debiera ser bien dicho, o bendito.
En ese sentido, la muestra es muestra de una muy inusual integridad, la del artista, que irrumpe para desintegrar, o mejor, para exhibir el estado de desintegración de lo que nos rodea. Así, por ejemplo, el “Corte anatómico de un presidente” devuelve al actual, Mujica, a su intimidad de máquina, de médula, huesos y venas, lo desembaraza de su aspaviento y nos lo deja en lo que es, fisiología exigida y agónica. Así, la muestra es muestra también de la vivísima memoria de Larroca, de una biografía que ha discurrido por sus primeros álbumes de figuritas, primer fervor taxonómico, pero también por una educación sentimental, que habla de la apropiación del mundo de todos a la medida de cada uno. Así, es emblemática la carátula de la banda sonora de la muestra, intervención sobre Saturday Night Fever y John Travolta, cuyo empaque y etiqueta le encajan muy bien a Renzo Teflón, emblema del rock uruguayo de los 1980.


Pero por contrapartida, queda todo esa otra educación sentimental en la galaxia de afiches publicitarios, que como si fuera filatelista, como si fueran los sellos de unas cartas que nunca recibieron respuesta, despliega el artista para nosotros, como recordándonos que todo hoy (y hace también buen tiempo), menos que Ser es foto op, oportunismo, un emporio celestial de promesas incumplidas, y las devela en lo que son: fantasmagoría y garroneo.
El Guasón
El corte anatómico, claro está, también puede ser aplicado a la plástica. Como advierte Sandino Núñez en el catálogo, el retozo del duende posmo retraído de su ambiente, que sin embargo juega a ser, en secreto, un genio incomunicable, estalla en Santas pascuas porque Larroca —y esto es lo que creo agrega esta columna—, si juega a profanar lo hace porque sabe de la dimensión sacra del arte. Dice mi amigo Sandino, y dice bien, que de alguna forma se había olvidado la dimensión de genio del artista, y ese genio, puntualícese, en buena medida lo ha venido trayendo Oscar Larroca a la plástica, porque no está jugando al genio solapado, sino que en este caso lo está dejando en pelota. Cierto, Larroca finge jugar a lo que juegan todos, al collage, por ejemplo, y al humor, si bien una palabra que jamás debiera entrar aquí es irreverencia, porque no se es irreverente con el usurpador (y eso es lo que denunciaba Platón, que los simulacros nos confunden porque usurpan el lugar de la cosa, del paradigma, de la idea). Probablemente por eso comparezca en la muestra, junto con Batman, e incluso más visible, El Guasón, carne rota, carcajada cicatrizada del simulacro, costurones de la alegría, como un recordatorio de que a cualquier profanación debe responder una re-sacralización. Larroca, para decirlo en breve, es insólitamente reverencial y, probablemente por eso, también insólitamente explícito: no deja lugar a dudas sobre a qué se refiere en cada imagen y, al mostrarlo, nos desnuda el mundo en su ridículo, en su lejanía sideral respecto a lo que debiera ser. Reímos, pero reímos porque se nos explicita el fantasma, el payaso malgré soi, la parodia involuntaria. Y ahora que Larroca nos permite verlo, convendría empezar a moverse hacia las cosas como debieran, es decir, ir llenando, aunque sea de a poco, el marco que nos pusieron frente a la nariz.
 

 el dispreciau dice: las sociedades latinoamericanas estamos llenas de fantasmas que nos endosaron desde los reinos quebrados y desde los imperios atrasados, ignorantes disfrazados que supieron atar a los pasados latinoamericanos a efectos de sacarles jugo, intentando secarlos, cosa que aún no han logrado. A decir verdad, nunca me gustó Batman, mucho menos Robin, ni qué hablar de sus concursantes enemigos, ya que me han sonado a "comic barato", sin calidad creativa... aunque claro está, viniendo del centro del mundo uno podría asumir que es "bueno", pero en verdad, me suena como una tira pobre... de argumentos... de contenidos... de expresiones... en fin, nada distinto a Popeye... nada distinto a Superman y sus correligionarios... y debo confesar que soy devoto cultor de El Eternauta, a la que considero una obra magistral de la creación humana, tan argentina como el Papa, tan rioplatense como la isla Martín García... tan uruguaya como Colonia, ¿qué más?... claro está, no es la única... también Mafalda... también Inodoro Pereyra... lujos paradigmáticos del pensamiento complejo que se exhibe en este lado del mundo. Con los años fui descubriendo que Batman no existe... que es una mentira monumental... y que aquellos que dicen salvarte, en realidad siempre se acercan para hundirte o bien para ayudar a que lo hagas... América Latina sabe mucho de ello... por algo los reinos se han ocupado en mentir sus respectivas historias, tanto como a deformar e "infiltrar" sus "momentos sociales" en busca de instalar estados de caos o crisis, según la necesidad de aquellos lares, que antes estaban lejos y que ahora quedan demasiado cerca. La sociedad latinoamericana está hoy dividida, entre los que permanecen atados a los bienestares para pocos, y los marginados por inducción política, que son muchos, tantos que desbordan... ello ha habilitado a que una clase política oportunista haya encontrado la oportunidad de usar a los "muchos", anónimos, mortales, indigentes sociales que el sistema ha sabido fabricar por décadas, desde los setenta para aquí. Mientras tanto los habituados a los "bienestares" están aferrados sin querer perder un ápice de sus beneficios, al costo que sea... ni unos ni otros agregan valor, ya que los pocos no contribuyen a mejorar el estatus de los muchos... y los muchos no logran salir de sus pobrezas, porque las clases políticas y la Iglesia Católica los usan para sus beneficios... desde luego, nadie reconocerá esto... nadie asumirá sus responsabilidades... y todos se mostrarán como buenas personas que extienden sus manos hacia los desabrigados... la realidad es otra... Batman aparece para asegurar que la pobreza sigue creciendo, que las sociedades siguen el camino de los deterioros sembrados por el Proyecto Cóndor allá por los sesenta, setenta, cuando fue gestado como una disfrazada "alianza para el progreso", donde las cerbatanas venían como mira telescópica, a la que ahora le han agregado GPS y láser, de modo de asegurar que nadie salga vivo... desde luego, latinoamérica inconsciente es un mero daño colateral, al igual que África, al igual que Asia, al igual que el mundo árabe, al igual que cualquier lugar que contenga algún recurso depredable. ¿Horrible?, sí espantoso. Últimamente se me ha ocurrido que la violencia que venden en el cine y la televisión, es la misma que reina en la calle de cualquier lugar de latinoamérica... también se me ha ocurrido pensar que es curioso apreciar cómo el narcotráfico crece a pesar de ser combatido por especialistas en estrategias de guerrillas, y más curioso aún es ver cómo el negocio crece y nutre las cajas negras de los estados ausentes y de los "inmortales" que usan y abusan del poder... también creo haber visto a Batman y también a Robin, colaborando con el Guasón y con Gatúbela, que trabajan juntos en el secuestro de niños y de jóvenes destinados a la prostitución europea y balcánica, con redes tan intrincadas que nadie sabe dónde comienzan ni dónde terminan, incluso creo haber descubierto que todos ellos tienen redes inmensas de pedofilias, que aportan "compasiones" a organizaciones católicas que se espantan cuando ven el llanto de los familiares de los "perdidos" y de los "abusados", aunque también los he visto reirse en algún rincón aislado. Dicho esto, he descubierto que Batman y sus enemigos son una burda mentira de los ombligos del mundo, que por estas horas están llenos de pelusas y huelen a podrido... Se me ha ocurrido pensar que lo único que nos salvará de la tragedia que se cocina en el centro del mundo... seremos nosotros mismos... las personas que sabemos de manos extendidas y de solidaridades comprendidas, los anónimos y desconocidos que no figuramos en lista alguna, y que jamás hemos sido beneficiados por estado alguno... sí, si no nos ayudamos entre nosotros, nadie lo hará. Te repito no creo en la misericordia de Batman. AGOSTO 13, 2013.-
Ah!... ya no me miro en el espejo... estoy seguro que con los medios electrónicos disponibles... nos pueden cambiar el rostro, nos pueden cambiar la historia, nos pueden estirar la vida hasta hacerla insoportable.

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