sábado, 18 de enero de 2014

LAS SAPIENCIAS DEL DRAGÓN ▲ Las mil caras del milagro educativo chino | Planeta Futuro | EL PAÍS

Las mil caras del milagro educativo chino | Planeta Futuro | EL PAÍS


Las mil caras del milagro educativo chino

El gigante asiático es uno de los primeros países en vías de desarrollo que logra la enseñanza universal gratuita

La desigualdad sigue lastrando un sistema caracterizado por una competitividad feroz


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ZIGOR ALDAMA
Cao Minfang es un buen ejemplo de lo que ha logrado el milagro educativo chino. No nació en el seno de una familia adinerada ni goza de una mente especialmente privilegiada pero, gracias a muchos años de duro trabajo y a los sacrificios de su familia, esta recién licenciada en Ingeniería Informática se ha labrado un éxito que dentro de unos meses culminará con un máster en Canadá. “Quiero ver el mundo, mejorar mi educación, adquirir algo de experiencia laboral en la empresa extranjera, y volver a China para poner todo eso en práctica y hacer dinero”, cuenta.
La suya es una historia que se repite miles de veces en China. Concretamente, 400.000 estudiantes de la segunda potencia mundial se forman en el extranjero, un número que no supera ningún otro país. Y muchos copan la elite de las mejores universidades del planeta. Es el brillante resultado de un sistema sustentado en tres pilares: una rigurosa disciplina, respeto hacia la casi venerada figura del profesor, y una gran inversión por parte del Gobierno –China destina en torno al 4% de su PIB a educación– y de las familias.
No hace falta más que charlar un rato con la madre de Cao, Wu Weiwen, para dejarse asombrar por la espectacular progresión del país que fundó Mao Zedong en 1949. “Yo, como cientos de millones de personas, no tuve oportunidad de acudir apenas a clase. A los 13 años nuestra familia tuvo que abandonar Nanjing –capital de la provincia oriental de Jiangsu– e ir a trabajar al campo en la provincia de Anhui”. Tres años antes, en 1966, el Gran Timonel había decidido imponer la interpretación más radical del comunismo y dar comienzo a la nefasta Revolución Cultural, que supuso el cierre de muchos centros educativos.

400.000 estudiantes de la segunda potencia mundial se forman en el extranjero, más que de cualquier país
“Algunas universidades volvieron a abrir en 1970, pero sólo admitían a gente del Partido o con guanxi –traducible como enchufe y referente a las relaciones personales, generalmente con miembros del poder–. Nosotros no éramos nadie”, recuerda Wu. La muerte de Mao permitió al nuevo líder, Deng Xiaoping, restablecer las pruebas de acceso a la universidad en 1977. Se presentaron 5,7 millones de jóvenes, pero solo un 4,8% consiguió una plaza. Hoy, a pesar de que la selectividad –llamada gaokao– es una de las más temibles del planeta, 9,12 millones se enfrentan a las pruebas y un 60% se matricula en alguna universidad. “Recuerdo muy bien la envidia que sentí entonces, porque sabía que aquellos privilegiados serían gente importante en el futuro. Así que me prometí que a mis hijos nunca les faltaría una buena educación”.
Wu ha cumplido su palabra. A pesar de que el divorcio le supuso hace seis años un duro golpe económico, nunca ha escatimado un yuan para los estudios de Cao, que decidió vivir con ella. “Si he tenido que trabajar 14 horas limpiando casas y comer una vez al día, lo he hecho”. Wu reconoce que, en su caso, la política de natalidad aprobada en 1981, que restringe a uno el número de descendientes en la mayoría de casos, ha ayudado. “Como muchos otros padres, he podido concentrar los recursos en ella, y seguiré haciéndolo hasta que consiga un trabajo”.
Pero no se puede obviar que hay un elemento clave que ha facilitado la historia de éxito de su hija: Cao nació en Shanghái, donde tiene su residencia oficial –llamada hukou–. Eso le ha permitido acceder a las instituciones educativas de la capital económica de China, la ciudad más próspera del país. A diferencia de lo que sucede en otros lugares, el 84% de los estudiantes de secundaria de Shanghái acceden a la universidad, y la calidad de la formación que reciben ha quedado certificada por los resultados cosechados en el último informe PISA, en el que la supremacía mundial de la ciudad que alumbró al Partido Comunista es indiscutible.
Competitividad desde la infancia
“Es verdad que, comparado con la gente que tiene el hukou en zonas rurales tenemos algo de ventaja, pero el sistema educativo es muy competitivo y hay que ganarse cada paso”, explica Cao. No en vano, la competitividad es máxima entre los 250 millones de estudiantes que ahora tiene China, en su mayoría hijos únicos que reciben gran presión por parte de sus mayores y que han comenzado su trayectoria escolar en alguno de los 440.000 centros de primaria del país. “Lo único que les importa a nuestros padres son las notas –un estudio sociológico oficial de hace tres años certificó que así es en el 87% de las familias–, y si conseguimos dos o tres barras rojas”.
Los suicidios se disparan tras el 'gaokao', la selectividad china
Cao se refiere al pequeño distintivo de plástico blanco que se coge con un imperdible al uniforme de los mejores alumnos en primaria y que fomenta la competitividad desde la más tierna infancia. Una barra roja distingue al líder de grupo; el que tiene dos es el paladín de la clase; y el que luce tres reina sobre todo su curso. “Creemos que es una motivación extra para que los alumnos se esfuercen, un premio a su trabajo”, explica Tong Yulei, maestra en el centro de primaria en el que estudió Cao.
No obstante, esa recompensa se puede convertir en una peligrosa obsesión familiar. “Y también lo es que accedamos a lo que se llamanescuelas prioritarias”, explica Cao. Básicamente, son centros que reciben mayores recursos por parte del Gobierno y que están reservados sólo a los mejores alumnos. “Por eso, incluso antes delgaokao, la tensión se dispara a partir de los 14 años, cuando tenemos que hacer las pruebas del zhongkao, que determinan a qué instituto podemos acceder”.
Zhu Yufei está ahora en esa etapa. En unos meses se enfrentará a los exámenes, y sus padres le exigen que acceda al mejor instituto del distrito de Hongkou, en Shanghai. “La vida del estudiante chino es dura: nos levantamos a las seis de la mañana, tenemos que hacer ejercicios aeróbicos al llegar a la escuela, y, finalmente, a las 7.30 comienzan las clases”, cuenta Zhu. Lo que rara vez se sabe es cuándo acaban. Oficialmente, a las cuatro de la tarde terminan las horas lectivas. Pero muchos rezagados necesitan clases de apoyo que pueden alargarse hasta las ocho o las nueve de la tarde. De lunes a sábado. Y el resto tampoco pierde el tiempo: las extraescolares incluyen idiomas –sobre todo el inglés–, música y deporte. A Zhu le gustaría ser diseñadora de moda, pero sus padres ya han decidido que estudie contabilidad. “Siento que no tengo ningún tiempo para dedicarlo a lo que me gusta”, se queja Zhu.
Y el sociólogo de la Universidad de Fudan Xu Anqi le da la razón. “La ley que obliga a nueve años de escolarización básica gratuita data de 1986, y nadie duda que ha obtenido un éxito rotundo. Las estadísticas están ahí. China es el país en vías de desarrollo que más rápido ha alcanzado la enseñanza universal gratuita, uno de los siete Objetivos de Desarrollo del Milenio que Naciones Unidas puso para 2015”. La tasa de escolarización primaria impresiona: un 99,8% de los menores de 15 años van a clase. “Además, las tasas de abandono son muy inferiores a las de otros países con una renta similar, y nuestros alumnos están ya en la elite mundial”, añade Xu.
El sistema se sustenta en tres pilares: disciplina, respeto al profesor y una gran inversión por parte del Gobierno

En 1990, cuando el Gran Dragón ya estaba desperezándose gracias a la política de apertura de Deng, menos de un 4% de quienes tenían entre 18 y 22 años cursaba estudios de tercer grado. Actualmente, ese porcentaje es de casi el 24%. “Pero todavía se puede mejorar mucho más”, afirma Xu. “La obsesión con las calificaciones y los títulos están creando robots, no personas. La excesiva competitividad lleva a una falta de ética preocupante, la juventud tiene dificultad para relacionarse y resulta excesivamente individualista. Se premian demasiado los logros académicos, se infravaloran los logros humanos, y se pierden los valores tradicionales”.
Volver a Confucio
Kong Zhong no puede estar más de acuerdo con la última afirmación. Es fundador del Centro de Enseñanza Confuciana, director de la Asociación Confuciana Internacional, y descendiente directo del principal filósofo chino: Kong Fuzi, Confucio. “Tenemos que recuperar su doctrina, e incorporarla al sistema educativo, porque la juventud necesita algo en lo que creer. Hay quien piensa que es necesario impulsar la religión, sobre todo el budismo. Pero yo creo que eso puede crear graves problemas de identidad. Al fin y al cabo, el budismo viene de India y las religiones son foco de tensiones, mientras que el confucianismo es chino e hizo posible que nuestro país, durante la dinastía Tang (618-907), fuese una gran superpotencia mientras Europa se desangraba en la Edad Media. Sólo necesitamos revivir algo que es nuestro”.
El objetivo de los confucianos, que suman cada vez más adeptos, es equilibrar los excelentes conocimientos técnicos que los chinos reciben en clase con una doctrina cívica. Porque, como decía su maestro, el ser humano aprende y sus virtudes son siempre mejorables, pero sólo se consigue con el trabajo de la comunidad a la que se pertenece. “No es fácil”, reconoce Kong. “La sociedad es cada vez más pragmática, razón por la que se valoran mucho más las asignaturas técnicas que las de Humanidades. Por eso, ahora más que nunca, necesitamos que se profundice en áreas como la Filosofía, más allá de memorizar antiguos textos y poemas sacados de contexto que sólo consiguen aburrir al alumnado. Pero no interesa. Se quieren resultados fácilmente cuantificables y, sobre todo, fáciles de rentabilizar. Eso lleva a ejercer sobre los niños una presión muchas veces insoportable. Incluso entre los más pequeños se elige cada curso al mejor alumno y se denigra al peor”.
La tasa de escolarización primaria impresiona: un 99,8% de los menores de 15 años van a clase


Disciplina de deportistas de élite
Sus palabras cobran sentido en la elitista escuela de Shichahai, en Pekín. Aquí no hay aulas con pupitres, sino tatamis y mesas de ping pong. Es una de las mejores fábricas de atletas chinos, y entre sus alumnos están jóvenes promesas del deporte que no levantan ni un metro del suelo. Los gimnastas de seis y siete años se curten con muecas de dolor en una nube de polvo de magnesio mientras, en la estancia contigua, otros sudan embutidos en kimonos de judo o se pelean en un cuadrilátero. Desde la pared les vigilan las fotografías de exalumnos que ya se han colgado una medalla o han levantado un trofeo, y más cerca están sus propios progenitores, ansiosos por ver una pirueta espectacular o un golpe que noquee al adversario. Todos los niños combinan la exigente educación formal con el riguroso entrenamiento de la escuela, y el objetivo no es otro que lograr el oro.
La felicidad es secundaria. “No tengo tiempo para jugar con mis amigos”, se queja en un susurro Wang Yaolei, un niño de diez años que ya está convencido de que para conseguir el éxito sólo cabe el camino del sufrimiento. “Al principio mis padres me forzaban a venir. Ahora he comprendido que lo hacen por mi bien y estoy a gusto”, dice con voz mucho más firme. Su madre, que mira todos sus movimientos mientras está colgado de las anillas, reconoce que de él espera mucho. “Si se esfuerza puede hacernos ricos”, sentencia en un extraño alarde de sinceridad.
Esta presión tiene un elevado precio emocional: la mayoría de las 250.000 personas que se suicidan al año en China no ha cumplido los 30 años, y un elevado porcentaje es menor de edad. En 2008, una encuesta reveló que el 17% de las estudiantes de secundaria de la ciudad sureña de Foshan habían contemplado alguna vez la posibilidad de quitarse la vida. Y, a pesar de que todo lo relacionado con este tema es tabú, a nadie se le escapa que los suicidios se disparan después delgaokao. La selectividad en China es mucho más que un examen: puede marcar la diferencia entre acceder a la elite o convertirse en un paria.
A Meng Zizou todavía le quedan seis meses para que llegue este momento decisivo. Y, como hacen cada vez más adolescentes de las grandes ciudades, a sus 17 años ha tomado el camino de la rebeldía. Pero sin que se note. Después de salir de clase, a eso de las cinco de la tarde, los lunes, miércoles, y viernes se encuentra en secreto con su pareja, cuyo nombre no quiere desvelar, a pesar de que sus padres le han prohibido terminantemente que tenga relación sentimental alguna. “Les preocupa que pierda la concentración en este momento tan crítico”, explica. “No entienden que necesito una válvula de escape para rendir”.
Además de sus encuentros sexuales, Meng ha descubierto una forma de relajarse. Martes y jueves, en vez de cumplir la promesa que les hizo a sus padres e ir a extraescolares para preparar el examen de inglés TOEFL, ella ha decidido matricularse en la academia Hualing de Shanghái, donde se despoja del holgado chándal azul del colegio para embutirse en una apretada camiseta de camuflaje y en unos escuetosshorts vaqueros. Allí aprende a contonearse como una modelo y suda con las lecciones del pole dance –baile de barra–. “A mi madre le daría un infarto si me viese vestida así”, ríe. “Pero el gran choque generacional no le permite ver que China ha cambiado”.

Los habitantes de zonas rurales tienen mucho más complicado el acceso a una educación de calidad
La otra cara del milagro
1.300 kilómetros al oeste de Shanghái, en el pequeño pueblo de Tanda, los cambios a los que hace referencia Meng no se ven por ninguna parte. En estas escarpadas montañas de la provincia de Shaanxi no deslumbra el neón ni hay rascacielos. De hecho, la electricidad escasea, y sus 150 habitantes viven en cuevas. La mayoría malvive con una agricultura de subsistencia cuyos frutos escasean a más de 1.500 metros de altura. Así, no es de extrañar que la mayoría de los jóvenes haya emigrado. Solo quedan ancianos, en muchos casos analfabetos, y niños.
Eso sí, los últimos acuden cada día sin falta a la escuela del pueblo. Hasta el centro también caminan durante horas quienes viven en poblados todavía más pequeños de los alrededores, y los que están aún más lejos duermen en dormitorios adyacentes a las aulas. Cada lunes, como en todo el país, a las siete de la mañana izan la enseña de las cinco estrellas amarillas sobre fondo rojo sangre mientras entonan el himno nacional. Pero ahí acaban las similitudes con las escuelas en las que estudian Cao, Zhu, o Meng.
“Todos están escolarizados según manda la ley, es cierto. Pero la calidad de la enseñanza que reciben es muy diferente”, reconoce el director del centro, Li Zhenhua, cuya oficina mantiene la distribución tradicional de las cuevas en las que viven sus pupilos. “Aquí, la mayoría de los profesores son gente del pueblo que apenas ha acabado la enseñanza secundaria, y, como no hay docentes jóvenes, la continuidad del centro está en peligro”. No en vano, raro es el día ya en el que los alumnos reciben más de cuatro horas de clase. Y nada de asignatura de informática: al único ordenador existente lo mató un virus y nadie ha sabido resucitarlo.
Es la otra cara del sistema educativo chino y una muestra de las grandes disparidades existentes en este país de dimensiones continentales. Feng Xiangming tiene 12 años, es uno de los 204 alumnos de la escuela de Tanda, que fue fundada en 1948 y no se reformó hasta hace una década, y forma parte de los 61 millones de niños dejados atrás por padres que han buscado un futuro mejor en la ciudad y han confiado la vida de sus retoños a sus abuelos. Este adolescente cuenta en las estadísticas de escolarización igual que sus compatriotas de Shanghái, pero jamás ha oído hablar del informe PISA y muy posiblemente tampoco pise una universidad en su vida.
El hukou rural de la familia Feng frena su movilidad y, salvo en el caso de los mejores estudiantes, también dificulta el acceso a una educación de más calidad. Pero eso no le quita el sueño, porque su ideal de vida también es muy diferente del que prima en las megalópolis. De momento, lo que más ambiciona es reunirse con sus padres, dos de los 230 millones de emigrantes rurales de China, y trabajar en la pequeña tienda de comestibles que abrieron hace dos años en Linfen, una ciudad del cinturón de carbón del país situada a cuatro horas en coche. “Les echo de menos, y de mayor no quiero cuidar ovejas y trabajar la tierra”.
Su padre, que casualmente ha venido a Tanda a pasar el fin de semana y ordenar la leña de la estufa con la que combaten las temperaturas bajo cero, critica que el imponente desarrollo económico, que ha multiplicado por seis la renta per cápita desde 1999, no se haya traducido en una mayor facilidad para ascender en el escalafón social. “La situación ahora es mucho mejor que la de mi infancia, pero unos, generalmente la gente del Partido –Comunista– y sus amigos, se han beneficiado mucho más que otros del auge de la nueva China. Si no tienes guanxi tus hijos se quedan donde estaban”. Así, es lógico que cada poco tiempo estallen escándalos de corrupción en los que familias desesperadas porque sus miembros no pueden acceder a las instituciones educativas de su gusto sobornan a sus responsables para que les consigan una plaza.
2.000 kilómetros al suroeste de Tanda no se piensa en sobornar a nadie. Y ya no hace frío. En el pueblo de Manguo, ubicado en la región tropical de Xishuangbanna, en la provincia de Yunnan, una camiseta de manga corta basta. Pero por la mañana refresca, así que en la clase de He Yue, un niño de diez años, la mayoría de los alumnos que se sientan en bancos de madera frente a pupitres del mismo material prefiere abrigarse con una chaqueta. Aquí nadie viste uniforme, porque nadie puede pagarlo. El Gobierno sufraga la educación, pero cada estudiante tiene que pagar el material y la comida. Además, en este caso, es raro encontrar en la escuela de He a un niño que no tenga hermanos: son miembros de la minoría étnica dai –una de las 55 que habitan China– y, por eso, no están sujetos a la política de natalidad. Es más, quienes no pertenecen a la mayoría han pueden acceder a unas cuotas especiales reservadas para ellos en las universidades.
Es posible que He Yue disfrute de alguna de estas ventajas cuando crezca. Pero no será así en el caso de su hermana, He Xing. Sus padres, agricultores cuyos ingresos no llegan a la media de las zonas rurales del país –unos 5.900 yuanes, 740 euros–, tuvieron que tomar una decisión difícil hace unos años: proporcionar una educación decente solo a uno de sus descendientes. Y, como sucede a menudo en China, la preferencia por el varón se impuso. Así, Yueyue acude a todas las clases mientras que Xingxing tiene que compaginar algunas horas de estudio con el trabajo en el campo y con la pesca en un lago cercano.
Cuando acabe la enseñanza obligatoria, a los 15 años, ella ya no volverá a clase. Los recursos de la familia se centrarán en su hermano, a quien le espera un instituto en Jinghong, la principal ciudad de la región. “Si tiene éxito hará dinero y podrá cuidar de nosotros cuando seamos viejos”, avanza el padre. “Por su parte, He Xing es una buena chica. Nos ayudará en las tareas domésticas y a vender las verduras en el mercado hasta que encuentre marido”, avanza el padre. “Esperamos que se case con alguien que haya tenido más suerte que nosotros en la vida y la cuide bien”. Para ella, la China del siglo XXI será muy parecida a la del siglo XX.

China: un milagro educativo que tiene mil caras

ZIGOR ALDAMA Shanghái 4
El gigante asiático es uno de los primeros países en desarrollo que logra la enseñanza universal gratuita. Pero la desigualdad lastra un sistema caracterizado por una competitividad feroz

el dispreciau dice: para comenzar te diré que sólo creo en la educación pública, libre y gratuita, tal vez no tan libre, pero sí gratuita, porque todos sin excepción deben educarse para formar parte de una sociedad y de un estado (aún cuando éste pueda estar ausente) que debe integrar a las personas desde su nacimiento y hasta su muerte... comprendiéndolas... protegiéndolas... a favor del TODO, y no como es ahora... donde cada quien está librado a su puta suerte...

entiendo, que la educación privada no ha agregado valor alguno, que por el contrario se ha fundado en las inequidades sociales para seleccionar las conveniencias de unos pocos, apropiadores de esfuerzos ajenos, de voluntades ajenas, que luego someten para sostener las estirpes de las conveniencias que fabrican pobres y excluyen, restando futuros ciertos...

entre ellas, educaciones privadas, debo detenerme en la más aberrante, que ha sido y es la proporcionada por la Iglesia Católica (y otras iglesias también), que ha contribuido a cimentar las hipocresías y los cinismos a partir de educar para la traición, tal hizo con todo lo posterior a la presencia de Cristo, incluyendo en ello las mentiras de la inquisición, y todas las hogueras fomentadas para ganar espacios políticos que dieran réditos económicos, incluyendo en ello todas las sociedades con las mafias del mundo, no sólo con la italiana, sino también con la de los balcanes, y más... ya que ellas le han conferido poder y espacios impensados... así como una inmensa caja negra que no ha sido ni solidaria, ni misericordiosa, ni compasiva con nadie... ya que lo que se construye sobre mentiras, se consume en sí mismo...

inmediatamente, te diré que occidente nunca ha comprendido a oriente... y cada vez que occidente ha metido mano en oriente ha producido descalabros irrecuperables, siempre...

más allá, agregaré que occcidente ha tenido mirada corta, es decir mezquina, es decir soberbia, es decir miserable según los criterios de cualquier imperio, de cualquier reinado, de cualquier dictadura, ya que cualquiera de ellos nace y muere en las desigualdades sociales... algo que oriente tomó, no por lo bueno, sino para parecerse a occidente, de modo de pasar desapercibido... hasta que ese mismo oriente se dio cuenta que el camino era demasiado errado y peligroso, que debía tomarse distancia, y que si bien se debía participar, debía regresar a sus propias fuentes, so pena de perecer en los falsos consumismos, en los falsos mercados, en las falsas monedas, en los falsos negocios corporativo/financieros, y numerosos etcéteras que han hecho de occidente una tragedia de y para pobres, y de la cultura occidental un despojo de intelectuales huyendo de persecuciones ideológicas comunes a las falsas democracias y las mentidas repúblicas... 

oriente fue tomando distancia a partir de pautas sociales que han padecido en carne propia... pobrezas... marginaciones... indigencias... ignorancias... sectarismos... todo ello bajo regímenes afines a un confundido occidente atrapado por las urgencias de sus propias incertidumbres...
así es que por estas horas la Europa medieval está arrasando con la educación pública, para generar más aislamiento, más exclusión, más confrontación social, más pobrezas, más... todo aquello que denigra a la condición humana de las personas, un criterio común a los reinos y sus conciertos traidores, por ende un criterio muy común a las miserias humanas que circulan en los pasillos de cualquier palacio, incluyendo en ellos al propio Vaticano... un reinado sin Dios... que se oculta tras Cristo para luego negarlo con acciones violatorias de cualquier ética y de cualquier humanismo... pero justo es dejar establecido que los palacios sólo contienen miserias humanas exacerbadas por estar ocupados por gentes con historiales fabricados, donde nada es legítimo... donde nada es genuino... impuestos por los desprecios y no por sus sapiencias...

todo ello transferido a la educación ha generado una humanidad desigual, oportunista, cínica, hipócrita, soberbia, que ha sido retrógrada a partir de reescribir la historia para mentirla a la medida de las necesidades del sistema... y retrógrada porque priorizó cualquier negocio antes que los conocimientos genuinos, creando una ciencia paralela que miente para vender, mientras cajonea los verdaderos descubrimientos que aportarían valor social al conjunto humano... no obstante ello, hay quienes siguen creyendo que por pagar fortunas, los títulos salvan, lo cual es un verdadero desatino del pensamiento humano y social... y así está el mundo, llenos de incapaces con títulos "destacados" que sólo aprendieron a robar al prójimo sus esfuerzos, sus voluntades, y sus hechos, apropiándose de los mismos y dándoles forma de propiedad intelectual que, al no saber ser interpretada, sólo se sustenta en el negocio y no en el perfeccionamiento... ¿qué?... ¿qué le suena conocido?... pues claro, hombre... 

China es un concierto heterogéneo, demasiado... 

China ha contenido genios que la han caracterizado históricamente por lograr cosas que ningún otro pudo lograr, aún imitándolas, aún copiándolas, aún autocreyéndose mejorador de las mismas...

más aún, China ha contenido sabios... cosa que en occidente brilla por defecto... 

más de lo más aún, Oriente ha proporcionado sabios... que occidente se ha ocupado en borrar de la historia usándolos, asesinándolos, o simplemente borrando los hechos a su antojo, procediendo según precisos preceptos de la Iglesia Católica... 

dicho esto... puf... China tiene claro que occidente se está desmoronando al tiempo que se está desintegrando... porque mientras sonríen, los chinos piensan, para bien o para mal, pero lo hacen, superando largamente el pensamiento occidental sustentado en las partidas de ajedrez... y desde luego, quiere evitar el verse arrastrada al abismo de los cinismos europeos y medievales, asociadas a las hipocresías corporativas de un mundo de propiedades intelectuales falseadas hasta el hartazgo...

para ello hace falta crear futuro (no hipotecarlo tal está haciéndolo la Europa desunida de la gestión nazi concentrado en el pensamiento belga, esclavizador por naturaleza)... 

para ello hace falta crear futuro (no hipotecarlo tal lo están haciéndo y fomentando las corporaciones que quebraron el espíritu del sueño americano, transformándolo en pesadilla)... 

crear futuro implica educar a las generaciones para que vayan construyendo un futuro diferente cada día, agregando valor social más allá de los mercados... más de cualquier moneda... más allá de cualquier economía...

crear futuro implica comprometer a las generaciones para autoeducarse en la perfección del pensamiento matemático y humanista... porque en la educación lo peor es el estatus quo de creerse "logrado"... y para ello debe existir un compromiso para que cada generación pase a la siguiente al modo de una antorcha... 

occidente no le ha aportado ningún valor a oriente (aún cuando se lo crea)...

oriente le ha agregado valor a occidente (aún cuando se lo niegue)...

y estamos en el 2014...

Europa se está hundiendo como el Titanic... arrastrando a la civilización occidental toda, e intentando también arrastrar a la tragedia al concierto humano en su totalidad, para que el drama no parezca tan grande y para que las culpas se repartan tal se hizo con los reinos y sus miserias humanas...

China... intangible figura de un eterno dragón... que supo estar antes de las soberbias ocidentales... y antes que estas negaran las tragedias de la Atlántida y la Lemuria... sabe que debe ponerse a salvo del cataclismo occidental, cuyo eje es la pobreza sobre la pobreza, la marginación sobre la indigencia, y la exclusión como modelo de salvar intereses por sobre las gentes...

para ponerse a salvo, como sociedad, hace falta comprometer al ciudadano anónimo, humilde y mortal, a ser por sí mismo... educándose... disciplinándose... formándose para perfeccionar el modelo dinamizándolo...

China no tiene las soluciones de todo... sólo ha percibido la dimensión del tsunami occidental que se transformará en tragedia rápidamente... y como sea está intentando cambiar el camino... sacándose de encima las impericias occidentales del pensamiento imperial... y puede... podrá siempre y cuando su gente se comprometa a entender que el futuro se construye desde las humildades de los padres a las humildades de sus hijos... sólo así...

Es curioso observar los hechos extraños del oriente actual...
en Pakistán mora el pensamiento matemático por excelencia...
mientras que en China mora el pensamiento químico de la materia atemporal e invisible...
y eso... por sí solo... ya es distancia de cualquier miseria humana.
ENERO 18, 2014.-

NOTA AL PIÉ: que las juventudes se crien en las vagancias y las frustraciones, en el alcohol y las drogas, y en el creerse dueños de un mundo por el que no han hecho nada, forma parte de la estrategia recetaria de las impericias y las negligencias políticas del occidente inquisidor, afin a la idea de una tergiversida des(unión) europea que se sustenta en salvar a delincuentes con forma de banqueros, para luego condenar a todos aquellos que han debido sacrificar sus futuros para darle de comer a esos idiotas denominados "empresarios" corporativos... algo anda muy mal en el coco occidental, tanto como en el mate de los cardenales, tanto como en los testículos de los sacerdotes, tanto como en las vaginas inquietas diseminadas entre las desesperaciones por salir en la foto, figurar, porque creen que eso, eso mismo, es hacer historia... tanto como en los penes corporativos, que creen que contratando obsecuentes y felpudos... sobrevivirán al mundo virtual y trágico que han sabido crear en apenas los últimos veinte años...


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