viernes, 14 de febrero de 2014

SEMBRAR HUMANIDADES PARA RECREAR HUMANISMOS ▲ Emprendimiento a 4.000 metros de altura | Planeta Futuro | EL PAÍS

Emprendimiento a 4.000 metros de altura | Planeta Futuro | EL PAÍS



Emprendimiento a 4.000 metros de altura

En Pataypampa, en la sierra andina de Perú, un grupo de mujeres une sus fuerzas para poner en marcha iniciativas que generen riqueza para la comunidad

Hasta mediados de los noventa la zona vivió gran violencia sociopolítica y doméstica











Donde a los pulmones les falta oxígeno, donde hace frío pero el sol abrasa la cara. Donde las carreteras de tierra y vértigo se pierden en montañas desérticas de la sierra andina de Perú. A casi 4.000 metros de altitud, está el distrito de Pataypampa, una zona arrasada por Sendero Luminoso de naturaleza deteriorada y de generaciones olvidadas. Ahí, Agustina Huamani, de 35 años, trabaja cultivando las raíces de los árboles que son el germen de un nuevo oxígeno para su localidad de 800 habitantes. Vende plantones de variedades nativas como qeuñas, golles y tastas. Con su labor consigue reforestar la zona, asentar las débiles tierras, que surjan nuevos alimentos a la sombra de las hojas, generar economía...
Por los alrededores de su casa de adobe y madera pululan las gallinas, la lana blanca y marrón recién esquilada se amontona en rincones y de fondo suenan los agudos sonidos de los nutritivos roedores llamados cuyes que después se comerán en familia. Agustina Huamani, con su rostro de rasgos suaves pero curtido, trabaja cultivando raíces de árboles y con ello es independiente económicamente, algo que no alcanzaba a imaginar. Durante 30 años vivieron una violencia sociopolítica y doméstica muy fuerte en la zona.
Según el último informe de la Comisión de la Verdad de Perú, de 1980 a 2000, el número de muertos y desaparecidos por conflicto armado interno en el departamento de Apurímac, donde está Pataypampa, ascendió a 813 personas. Y actualmente, el consumo de alcohol entre personas de 15 a 44 es la principal causa de enfermedad en la zona,con la consecuente violencia familiar que el hábito conlleva. “Ahora estamos saliendo adelante y nosotras somos fuertes. Ya no estamos pisoteadas por los varones”, dice Huamani sosegada.

Ahora somos fuertes, salimos adelante, y ya no estamos pisoteadas por los varones”
Habla en plural, en alto y en femenino. Estas tres palabras significan que tiene voz y que ha roto los silencios que sufrieron para la representación comunal y la defensa de sus derechos. Huamani pertenece a una asociación de 70 mujeres que en 2007 compró un sillón de odontología con fondos ahorrados entre todas. No solo buscaron el bien individual, pensaron que uniendo parte de sus ganancias conseguirían objetivos comunes y decidieron que tenían que cuidar sus doloridas dentaduras.
Por la falta de leche o queso en su alimentación, se les caían los dientes, sobre todo por la pérdida de calcio durante el embarazo. “Cuando era jovencita no tenía ni muelas, pero ya me han puesto mi prótesis aquí”, detalla. Ahora se enfrentan a la complejidad de mantener a la odontóloga y de comprar el material. Para ello siguen cultivando y vendiendo sus plantones. También han diversificado la actividad.

De entre los dedos de su compañera Nellie Elguera, de 46 años, salen decenas de hilos amarillos y rojos que va tejiendo hasta formar un friso estampado que coserá a las sandalias que realiza con la intención de venderlas al mundo. Los colores alegran algo la escena. Ella va vestida de negro impoluto porque acaba de fallecer su madre. Pero sigue trabajando a mano con lana de oveja y de alpaca, con tintes naturales y con suelas de ganado. Junto a otras compañeras ha organizado en 2012 la Asociación de Mujeres Artesanas de Pataypampa.
“Antes no sabíamos cómo trabajar, a dónde ir, no teníamos economía, vivíamos como nuestros antepasados. Ahora queremos hacer una empresa, que ya no tengamos que estar mirando el bolsillo del esposo”, dice bastante segura de que lo va a conseguir. Cuenta que ya han enviado una caja de sandalias a Italia y otra a Canadá. Pero no cesa de repetir que les hace falta un técnico que les asesore para exportar sus preciados productos.




La desocupación que había en la zona se ha convertido en ganas de trabajar


“Requieren orientación, ayudas, pero ellos no se quedan de brazos cruzados solo pidiendo. La desocupación que había en la zona se ha convertido en ganas de trabajar, y ahora necesitan seguir profesionalizándose y generar más empleo”, considera el ingeniero peruano Raúl Donaires, que ha trabajado varios años en la zona con la asociación Ceproder, que cuenta con la colaboración de la ONG jerezana Madre Coraje, cuyo presidente y fundador, Antonio Gómez, ha ganado en 2013 el premio Estatal al Voluntariado.
Convertirse en maestro agrícola es lo que ansía el energético vecino Paul Llacma, de 49 años, manos recias y claro discurso. Ha recibido formación para ser kamayok, que significa en quechua experto y líder, y ha estado implicado en los proyectos de reforestación de 1.720 hectáreas con más de un millón de plantones, en construir dos presas, en instalar riego por aspersión, en crear canchas de pastoreo y en cercar el ganado, entre otras iniciativas. “Antes el pueblo daba pena. Había mucho alcoholismo, desocupación, pero ahora hemos aprendido a trabajar y lo queremos compartir con los que lo necesitan”, repite constantemente.
Desde la cima de una imponente montaña reconoce que el trabajo es lento, y que cuesta casi tanto esfuerzo cambiar la mentalidad de las personas como hacer una gran presa de agua en la cordillera que le flanquea. “Pero poco a poco se consigue. Vamos garantizando la alimentación y la educación de nuestros hijos e hijas, y siempre trabajamos respetando el medio ambiente porque aquí notamos bastante el cambio climático”, dice oteando en el horizonte las hojas verdes de las plantaciones.
Él y Agustina Huamani han visto cómo las especies nativas quedaron destruidas en sus tierras y cómo morían hasta 400 animales año por desnutrición. El cuerpo de otro kamayok, Alejandro Ñahui, de 47 años, dedicado a la ganadería, está rodeado por una larga lazada de cuero trenzado que su padre le regaló cuando él tenía 20. No se desprende de ella. “Me sirve para dirigir a los animales. Antes los teníamos sueltos, se perdían y morían. No teníamos pasto, no sabíamos hacer el abono, pero ahora lo usamos para producir maíz, trigo, cebada y papa. Y el ganado lo vendemos a un precio alto, lo que nos permite comprar leche y queso”, explica indicando en la lejanía a sus animales cercados.
En elaborar queso y yogur, esos alimentos que evitan a su vez los dolores y caías de muelas, es en lo que trabaja la ganadera Caty Leo, de 47 años. Todo comenzó porque su padre ganó en un sorteo una vaca que a ella le encantó. “Ahora he creado mi propio sello de queso. Ya he perdido el miedo y la timidez de estar en el mercado, poco a poco me acostumbré”, reconoce sonriendo a cara descubierta sentada sobre un tronco en la casa de Huamani.
Los beneficiarios de los proyectos, en los que se han invertido dos millones de euros (20% de aporte local), llevan desde 2010 trabajando solos. “Quedarían dos retos. Crear una oferta laboral amplia para los jóvenes y que se consolide la zona como un lugar con una experiencia sistemática y profesional”, considera Jaime Pineda, responsable de proyectos de desarrollo de Madre Coraje. “Ya vienen de otras comunidades a preguntarnos, quieren aprender. Y yo también he viajado para contarlo, tenemos que compartir nuestros progresos”, reclama Llacma con una energía imparable. Coge fuerzas, respira y toma el nuevo oxígeno de Pataypampa, a 3.900 metros de altitud.


el dispreciau dice: tal te dije, suelo subir a la Cordillera a respirar aires no contaminados, aires donde al haber pocos humanos, tienen químicas propicias para conectar neuronas de manera apropiada... ello me ha permitido meterme en lugares donde los humanos son escasos y donde la naturaleza permanece medianamente sana, a resguardo de las locuras de los depredadores... fue así que me crucé con esos curas que el vaticano expulsa de su seno, justamente porque creen en Dios, en serio, defendiendo principios de solidaridad que los obispos y los cardenales han olvidado hace mucho tiempo, ¿mil años?, tal vez, tal vez más... porque la iglesia católica es una depredadora más de las pobrezas que supo sembrar desde sus comienzos, porque son parte del negocio que habilita a someter y condicionar... como sea, te vas cruzando con gentes que por, pobres, hacen culto de lo poco... y eso poco se convierte en mucho a partir de voluntades que pueden respirarse... esfuerzos que se traducen como piedras que producen jugos... curiosamente, allí te das cuenta que la "humanidad" que salva a la humanidad, es justamente la que permenece aislada... que conserva la visión genuina del hecho humano... que sabe que "vivir" es mucho más que el simple depredar a las vidas de los prójimos, y más aún, que se puede vivir sin joder a nadie... algo que, ni los obispos ni los cardenales han aprendido, porque ellos se sustentan en la mentira de sus hábitos, y en la permanente trasgresión de las normas que ellos mismos colocan en las espaldas de los otros, enseñándoles a los políticos a siempre ver corto, a no ver nada, a conjeturar la salvación de las almas mediante condenas y castigos, y no mediante enseñanzas genuinas... claro está, si la Biblia es una eterna expresión de contradicciones medievales, contrarias al espíritu de la comunidad de los hijos de la luz, todo lo demás estará permitido, esto es mentir celibatos, mentir pedofilias, mentir robos a los pobres, mentir asalto a las dignidades, mentir, punto.

las gentes de las montañas conservan la estirpe del linaje, o bien el linaje de la estirpe... andan en silencio... hablan poco... dicen lo justo... miran el cielo como nadie lo hace... atienden los suelos y sus señales como nadie lo hace... y nada es casual... saben que están aquí por un rato, y que sus ratos, más tarde pertenecerán a otros, y que esos otros serán sucedidos por nuevos que ellos no conocerán, pero que deben ser respetados porque así funcionan las cosas en la madre Tierra...

Me quedé pasmado cuando conocí la Fundación Alfarcito... la voluntad puede más que cualquier discurso... y lo poco se transforma en mucho, y lo mucho se aprecia por necesario...

las llanuras y las grandes ciudades se han llenado de vagos subsidiados, que viven del estado y a costillas de sociedades denigradas, temerosas de las locuras de sus políticos y gobernantes, incapaces de hacer nada por nadie, pero muy capaces cde fabricar atrocidades que esclavicen las pobrezas ajenas... claro está, las ignorancias son funcionales a las ausencias de cualquier estado, y de allí su significativo crecimiento, y su expansiva diseminación, trágica, potencialmente trágica, porque promete muchos males y peores conflictos... pero los estados, al carecer de estadistas, ya no tienen capacidad de lectura de realidad alguna...

en los nichos cordilleranos está comenzando un renacer... renace el feminismo genuino, ése que no admite violencias... renace el lugar de los varones que miran y no hablan... y comienza a celularizar una nueva sociedad que entiende que debe "crear" y "recrear" naturaleza... porque sin ella no hay hijos... no hay aires... no hay aguas... no hay suelos ni cielos... y mientras cuatro mil metros por debajo todo es un caos, la estirpe y linaje devuelven la dignidad asaltada por los vendedores de espejos colores... esos que prometen pero jamás cumplen... esos que están tan acostumbrados a mentir... que ya se han creído sus propias mentiras. FEBRERO 14, 2014.-


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