viernes, 7 de febrero de 2014

TOBOGÁN ▼ El nuevo Brasil nacido tras las protestas | Internacional | EL PAÍS

El nuevo Brasil nacido tras las protestas | Internacional | EL PAÍS





Un policía se encara con un manifestante en Río. / ATLAS / AFP

El aumento del precio del autobús vuelve a desatar la violencia en Río

FRANCHO BARÓN Rio de Janeiro 134
Manifestantes contrarios al aumento de 25 centavos en la tarifa del transporte público se enfrentan con policías


El nuevo Brasil nacido tras las protestas

Los brasileños han renunciado a ser tratados como adolescentes y ansían hacerse cargo de su destino, lo que abre una tercera vía electoral





Un grupo de personas se manifiesta en septiembre en Sao Paulo (Brasil) / EFE


Hace cuatro meses, antes de la protesta popular que de forma inesperada surgió en todo el país, Brasil era uno. El de hoy es un Brasil diferente. El de antes de las manifestaciones, cuya gota que colmó el vaso fue la subida de 20 céntimos en los transportes públicos, era el país que rezaba en eslóganes acuñados por gente anónima: “Éramos infelices felices y no lo sabíamos”.
Era el Brasil satisfecho consigo mismo; el Brasil envidiado mundialmente por sus conquistas económicas y sociales, el que el carismático Lula da Silva definía con aquella famosa frase de “nunca antes en este país”. Y era verdad en parte, porque los brasileños comenzaron a vivir mejor, con mayor renta, sin angustias de desempleo; respetado internacionalmente; democrático y con total libertad de expresión.
En un Brasil así, que había pasado de sufrir el complejo de perro callejero a ser la sexta potencia económica del planeta, no tenía lugar el movimiento de los indignados que ya incendiaba otros lugares del mundo.
Era un Brasil en permanente luna de miel.
¿Y hoy? Brasil es diferente. Hoy existe una toma de conciencia generalizada de que la inflación está alta, el país crece poco, las familias están endeudadas y el gasto público sigue disparado. Los brasileños, tanto los de la clase media clásica que viaja más que nunca al exterior, como la nueva clase emergente salida de la pobreza, han perdido ahora el miedo reverente a protestar. Y eso es nuevo.
Las manifestaciones masivas de hace cuatro meses no se han repetido de aquella forma, gracias también a los grupos de violentos que se introdujeron ellas, pero el fuego ha seguido encendido y cientos de manifestaciones menores han tenido lugar en todo el país, esta vez más sectoriales, menos etéreas y más concretas. Como la última de días atrás de los profesores de Río de Janeiro que, después de muchos años de silencio, llevan un mes de ruidosas protestas. Con ellos se han solidarizado más de 50.000 personas que han paralizado la ciudad.
Desde hace cuatro meses los políticos locales no tienen paz. La gente invade las asambleas regionales y exige participar en las decisiones de los mismos. Y eso también es nuevo.
Los políticos brasileños entendieron enseguida que el movimiento de protesta iba en serio y tanto el gobierno como el Congreso asumieron las reivindicaciones y ofrecieron hasta más de lo que la gente pedía. Cundió el miedo político a pesar de que los manifestantes nunca pidieron ni un cambio de régimen ni un “fuera Dilma”. Querían, sencillamente, mejorar su calidad de vida.
¿Cuál es hoy el peligro en vísperas de un año del Mundial de fútbol y de elecciones presidenciales y congresuales? Que la gente pueda sentir que las promesas se quedaron en eso, promesas, y que los transportes públicos, la sanidad y la seguridad ciudadana, una de las preocupaciones más acuciantes de los ciudadanos de a pie, continúen como hasta ahora. Es decir, sin corresponder a la potencia económica del país y a la modernidad que exige la nueva ciudadanía brasileña. Y con los corruptos en libertad.
La gran prueba serán en efecto las elecciones. Por primera vez, y como fruto de las protestas que fueron dirigidas de un modo claro contra la corrupción política y contra el despilfarro del gasto público, no se van a enfrentar el gobierno de turno y la oposición. Ha surgido una tercera vía, formada por la unión tan inesperada como lo fueron las manifestaciones de junio, del movimiento ambientalista de Marina Silva y del Partido Socialista de Brasil de Eduardo Campo, dos formaciones progresistas, con líderes llegados de la izquierda.
Una formación que nace bajo el lema de hacer política de una “forma nueva”, más pegada a las exigencias nacidas de la base, expresada en las redes sociales. Propone un “recambio” político después de 14 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) que dio mucho, pero que el poder ha desgastado.
Admiten Marina y Campos que “Brasil no va mal”, pero que “puede ir mejor”. Y prometen acabar con la “Vieja República”, desgastada por la corrupción y centrada en una política centrífuga, preocupada por los intereses inmediatos y personales de los políticos en el poder, para dar paso a una “Nueva República”, en la que la primacía la tengan las exigencias del Estado a largo plazo y las peticiones de la gente hasta ayer muda y anónima y hoy con ganas de participar en la gestión del poder.
¿Con quién irá a las urnas el mundo de la protesta? Esa es la gran incógnita. Todo va a depender de la estrategia que el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff tome en estos meses para demostrar, no con promesas, sino con hechos, que como un día dijo Felipe González en España, “ha entendido el recado”.
Tanto Rousseff como Lula están en ello.Tendrán que demostrar en estos meses que ellos son capaces, mejor que nadie, de dar vida a esa “Nueva República” que la nueva oposición reclama,al fin y al cabo la música de fondo de la protesta callejera. Lula ya recordado que el PT “nació en la calle” y que no debe tener miedo de “volver a ella”.
De cualquier modo, las manifestaciones están abiertas como cuando se “abre la veda de la caza”, decía un sociólogo, porque los brasileños han perdido el miedo a protestar. Están llamadas a diseñar un Brasil mejor, capaz de aprovechar todas las posibilidades que le ofrece la naturaleza, la coyuntura y hasta el destino.
Un Brasil que, en vez de empezar a perder lo mucho que ya ha conseguido, pueda conquistar una mayor calidad de vida, por lo menos igual o parecida a la que tenían. Es la calidad de vida que ya están perdiendo algunos países europeos, empezando por España.
Mucho va a depender de la sensibilidad y de la conversión de la vieja política. En vez de colocarse a la defensiva, los gobernantes deben prepararse para los tiempos nuevos que exigen los brasileños, que ya no renuncian a ser tratados como adolescentes, sino que quieren ser tratados como hijos adultos deseosos de participar con mayor intensidad en labrarse su futuro y el de sus hijos.


el dispreciau dice: la clase política tiene por costumbre (mundialmente) de tomar por idiota a cualquier prójimo, a cualquier persona, a cualquier sociedad... una vez, dos veces, tres veces, siempre... hasta que la sociedad va desgranando los mensajes, haciendo lecturas intermedias, generando anticuerpos, para luego tomar posición y enfrentar a su victimario, en este caso, cualquier clase política... sindical... guerrillera... falsamente democrática... falsamente republicana... imperial... dictatorial... burlesca... necia... estúpida opositora funcional a los intereses ocultos... terrorista... narco dependiente... narco lavadora... militar... eclesiástica... ya que todas ellas están mezcladas en un eterno ninguneo de las pobrezas de los otros, a los que pretenden ningunear, para inmediatamente aislar, excluir, y finalmente arrasar mediante políticas extrañamente corporativas que siempre orbitan sobre un mismo eje... contrario a las agujas de cualquier reloj.

Brasil no es cualquier país... pero el idilio entre sociedad y estado de la época de Lula, ha derivado en un divorcio donde esa misma sociedad ya no "compra" las falsedades ideológicas que pretende venderles la clase política en uso y abuso del poder... y el divorcio, como todo conflicto, promete traducirse en dramas a escala diseminados por todo el territorio, donde los abusos y los desprecios se vienen ejerciendo sin que trasciendan a la opinión pública mundial, prolijamente burlados por los periodismos amarillos que siempre responden a las "altas" conveniencias de los grupos depredadores de recursos y derechos de las gentes... tanto es así, que Brasil está pagando un altísimo precio que les resta del futuro de sus propios hijos, a cambio de acuerdos bajo la mesa, corrupciones, acuerdos de intereses que dañan a los propios (intereses) sociales...

No son protestas para mirar a la ligera... tampoco es para hacer lecturas a la ligera... el ejemplo social que está imponiendo la "pobreza" del Brasil, cundirá por la región devorando a todos los populismos que sacan la mano a la izquierda para inmediatamente doblar a la derecha, generando zozobras e incertidumbres en sociedades demasiado golpeadas por décadas de desatinos políticos funcionales a los deseos de los imperios medievales, que poco razonan, y que carecen hoy de capacidades para medir consecuencias globales de sus desquicios...

Claro está, el imperio siempre ha considerado que los "negros" son idiotas y sus neuronas nacen "esclavas"... pero ese mismo imperio, también usa a los "blancos" como puentes de fechorías colaboracionistas que lo habilitan a presionar, diezmar, destruir, tanto esfuerzos comoc voluntades legítimas... pero... pero... las gentes se cansan de ser violadas... tanto como de ser vejadas... y ello produce una reacción en cadena que se va hilvanando a partir de los mismos desprecios que ejercen los políticos sobre la porción social que tiene ojos y oídos para entender lo que sucede detrás de sus propias vidas...

Y cuando una sociedad, cualquiera sea, dice "basta"... no hay ideología que valga... no hay historia que se mienta... no hay endiosamiento que salve... porque al fin y al cabo, esa misma inteligencia social, indica que al ser "todos" mortales y efímeros, los derechos valen mientras cada persona transita su vida, y ese hecho, tonto, no menor, hay que hacerlo valer sobre aquellos que se marean con el poder de la miseria humana engendrada en la soberbia de los ignorantes... y Brasil promete dar el ejemplo...
FEBERO 07, 2014.-

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