jueves, 17 de abril de 2014

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La delgada línea entre regalo y soborno | Sociedad | EL PAÍS



La delgada línea entre regalo y soborno

La respuesta a la corrupción es aprobar decenas de códigos éticos sin mecanismos de control

Los textos evitan señalar un precio a partir del cual no debe aceptarse un obsequio



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La corrupción va más allá del típico intercambio de maletines. / JAMES LAURITZ (GETTY IMAGES)


Si un denominador común tiene la corrupción que ha invadido España en la última década es el uso y abuso del regalo, el hábito del agasajo sin complejos al alto cargo, al responsable de tomar aquellas decisiones que pueden hacer prosperar un negocio. Y también la costumbre del donativo. ¿Cuántas veces se ha superado la línea donde lo que se entiende por cortesía debe llamarse, simple y llanamente, soborno?
España ha sido un escenario de políticos acompañados de sobres con billetes de 500 euros, de cuentas en países lejanos, de relojes de alta gama, de joyería fina, bolsos de primeras marcas, viajes a paraísos terrenales con los gastos pagados y cumpleaños para niños todo incluido. También ha dejado para la posteridad el patrón de traje-para-presidente-por-cuenta-ajena.
La consecuencia de esta feria del regalo ha sido un descrédito de la política y de los políticos hasta el punto de que los ciudadanos españoles consideran la corrupción como uno de los tres principales problemas del país. La respuesta a este conflicto no ha sido muy contundente: ante la sospecha generalizada, se aprueba un código ético. Ahora bien, ¿existe una regulación que impida que ciertos hechos se produzcan o estamos ante una forma de maquillaje? ¿Están nuestros altos cargos preparados para no aceptar ningún tipo de regalo? Los expertos tienen serias dudas al respecto.

En España,
los sobornos a extranjeros eran deducibles
La réplica a tanto sumario judicial ha sido la elaboración por parte de los dirigentes políticos de códigos éticos, que se han consensuado, aprobado, firmado y aplicado por decenas en el último lustro. Puede afirmarse que casi no hay comunidad autónoma sin código ético (Galicia hace escasas semanas ha puesto en marcha un segundo código), puede asegurarse que no hay partido político sin normas de conducta. Con gran aparato, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) elaboró un Código del Buen Gobierno Local en 2009 para su aplicación por todos los ayuntamientos de España. Entre sus objetivos estaba “servir de instrumento que permita crear confianza entre los políticos y los ciudadanos”, recogía principios de transparencia y ética pública, junto a medidas para mejorar la gestión y calidad de la democracia local, aludía su redactado al fomento de la transparencia y la democracia participativa, al respeto de la voluntad de la ciudadanía. Todo un compendio de grandes palabras y buenos propósitos.
Pero el texto avanzaba que se formarían comisiones de control. Los ayuntamientos deberían ratificar este documento y hacerlo suyo, informarían de su existencia y contenido a la ciudadanía y velarían por su cumplimiento. Cinco años después de tanta buena intención, la FEMP desconoce cuántos ayuntamientos españoles han ratificado este texto. “Inicialmente, tenemos conocimiento de que lo aprobaron medio centenar, pero realmente no hemos llevado la cuenta”, reconoció un portavoz. Otro detalle. El texto preveía la creación de un Observatorio de Evaluación de Calidad Democrática que fiscalizaría la aplicación del Código. No hay constancia de que se haya creado dicho observatorio. Conclusión: no hay datos de cuántos consistorios lo han aprobado y mucho menos de cómo lo están aplicando.
“Aquí lo que existe es un lampedusismo [cambiarlo todo para que nada cambie]. Damos la apariencia de que el problema está resuelto aprobando un código ético”, apunta Fernando Jiménez, profesor de la Universidad de Murcia y experto en lucha contra la corrupción. “Ya tuvimos una época parecida después del caso Filesa y de los casos de corrupción del felipismo. Son operaciones de marketing. Es una oleada de regeneracionismo sin voluntad real de aplicar medidas contundentes. Se acaba de aprobar una ley de transparencia que para haber llegado tan tarde es un paso muy corto. No hay voluntad de cambio en los partidos políticos porque sus relaciones de apoyo son bases clientelares. Dentro de los partidos no se ha dejado maniobrar a la gente crítica. Tendría que haber un liderazgo social. Necesitan alguien que quiera inmolarse en el proceso”.


No hay control de cuántos municipios cumplen con sus regulaciones



La prueba evidente de que tanta normativa no está resultando eficaz es comprobar cómo España baja 10 puestos en el índice de Transparencia Internacional de 2013 y cómo la percepción de que somos un país corrupto no solo aumenta respecto de la política sino que ha llegado a la actividad privada.
“En España no ha habido una política anticorrupción y lo que nos falla son los mecanismos de control”, dice Manuel Villoria, catedrático y miembro del Consejo de Dirección de Transparencia Internacional. “Todo el sistema está plagado de falta de valentía, de pactos interesados y de acuerdos”. Villoria recuerda la iniciativa que tuvo el ministro socialista Jordi Sevilla, titular de la cartera de Administraciones Públicas, cuando consiguió que se aprobara en un Consejo de Ministros de 2005 el Código del Buen Gobierno del Gobierno. Por aquel entonces, los casos de corrupción estaban empezando a salir a la superficie y se vendió aquella iniciativa como un acto ejemplar de regeneración. El código establecía que el ministerio haría un informe anual sobre su cumplimiento. Desde febrero de 2005 nunca se ha presentado un informe en ningún Consejo de Ministros, tanto de aquel Gobierno como del actual.
Todos y cada uno de estos códigos tratan de regular la conducta del político y el alto cargo. Y, entre las normas a seguir, aclaran cuál es el comportamiento que hay que tener hacia el regalo. Lo que sucede es que la regulación es breve y ambigua. ¿Qué dicen los códigos éticos a la española sobre los regalos? En líneas generales, repiten una misma frase: “No se aceptarán regalos que sobrepasen los usos y costumbres de la simple cortesía por parte de entidades y personas”. Así, uno tras otro.
¿Forma parte el jamón de pata negra de los usos y costumbres de la cortesía a la española? ¿Y la cesta de productos artesanos de primera calidad? ¿Dónde se sobrepasa la cortesía? Mejor dicho, ¿cuánto cuesta sobrepasarla, cuál es el precio?, ¿por qué nadie aporta una cifra?
Otro ejemplo. El Ayuntamiento de Palma de Mallorca anunció, durante la legislatura bajo gobierno socialista, un borrador de código ético según el cual quedaban prohibidos todos los regalos que superaran un valor de 50 euros. Por fin, un precio. Pues bien, meses después, cuando el borrador fue consensuado, llegaron los matices y salió volando del texto final el detalle de los 50 euros. Todo se ha quedado en “usos y costumbres de la simple cortesía”. ¿Por qué esa resistencia a señalar una cifra?

Palma puso un límite de 50 euros, pero la cifra saltó en el texto final
“Aquí actuamos de cara a la galería”, sostiene Francisco Cardona, exfuncionario de la OCDE especializado en gobernanza pública y políticas anticorrupción. “No hay mecanismos de control, porque el control está politizado y no hay protección para el denunciante. La lucha anticorrupción se ha confiado al código penal. Si no hay condena, no hay delito. La mejor regulación es aquella en la que el regalo está prohibido. Porque el regalo o la invitación es un coladero. Cuando en la OCDE tratamos de regular ese asunto nos encontramos con que no había problemas en los países del norte, pero en el sur había otros estándares. Dicen que es una cuestión religiosa, que los luteranos son más estrictos en este terreno. Logramos que 40 países se adhirieran a un Convenio para evitar el soborno a funcionarios extranjeros elaborado en 1997 por Estados Unidos, porque allí el soborno es delito federal. En España nos encontrábamos con que los sobornos a funcionarios extranjeros eran deducibles del impuesto de sociedades”. La OCDE no ha llegado a sancionar a España, pero sí ha dejado ver en sus informes que no se investiga el comportamiento ético de nuestras empresas en el exterior.
La última aportación a la bibliografía sobre códigos éticos procede de Galicia. A pesar de que la Xunta ya contaba con un código desde los tiempos del bipartito (“no se aceptarán regalos que superen los usos habituales de cortesía”, decía el texto), la oleada de casos que afectan a municipios de toda condición, ha decidido al presidente Feijoo a buscar una segunda redacción: “Los altos cargos y empleados públicos no podrán aceptar, recibir o solicitar ningún regalo, dádiva, beneficio o favor para sí mismo y para su círculo familiar inmediato por parte de personas físicas o jurídicas”. Y para que no haya duda “se restringe lo que puede ser entendido como cortesía institucional”. Y le pone un precio: siempre que no rebase el importe máximo de 90 euros.
Así que el detalle de los 90 euros gallegos se convierte en todo un referente cuando la bibliografía sobre la materia en suficientemente extensa en Europa. Así, la OCDE redactó una especie de manual sobre regalos para altos cargos donde, entre otros conceptos señala el de “valor de mercado” de un regalo en el momento de ser recibido. También menciona la figura del “regalo que debe ser reportado”. La Cámara Internacional de Comercio (ICC) ha hecho una revisión de las normas a seguir en esta materia: el documento tiene 4 folios y llega a determinar que “las invitaciones de bajo coste como bebidas no alcohólicas” pueden ser aceptadas. Y, si no fuera suficiente, la Comisión Europea elaboró en 2012 una guía sobre “regalos e invitaciones” para los altos cargos. El documento tiene ocho folios y señala varias escalas de aceptación de regalos según valgan menos de 50 euros, entre 50 y 150 (que necesitan de un permiso) o sobrepasen los 150 euros (que están directamente prohibidos). ¿Por qué ningún código ético español se ha inspirado en estos documentos?
La creencia de que legislando se acaba con el problema ha llegado hasta el sector privado. Algunas modificaciones incluidas en el Código Penal en 2010 introducían un nuevo concepto como es el “soborno entre particulares”, de tal manera que el cohecho ya no solo afectaba al funcionario público, si no que la ley entraba a discernir sobre lo que podía suceder en la esfera de la empresa privada. A partir de ese momento, muchas empresas privadas han introducido códigos de conducta, establecido normas de prevención e incluso desarrollado planes de formación para sus ejecutivos y empleados.


“En un palco de fútbol hay que preguntarse quién te ponen al lado”



La iniciativa motivó muchas críticas en el mundo de la empresa. “No se percibe la necesidad de la criminalización de estas conductas en el sector privado, por cuanto la lesividad que ocasionan no alcanza relevancia suficiente para su sanción en el ámbito penal”, decía una nota del despacho Garrigues. “Parece que hubiera sido más adecuado sancionar las conductas de corrupción privada en el ámbito de la regulación de la competencia, y dejar su sanción penal para los casos realmente graves de distorsión de la concurrencia”. No obstante, las empresas privadas también se abrazaron al código de conducta. ¿Eficacia? Está por ver, aunque en el sector privado está mucho mejor regulada la protección al denunciante.
Usos y costumbres. Normas de cortesía y hospitalidad. En la interpretación de estas palabras descansa la línea entre lo que es un obsequio y lo que puede ser un regalo comprometedor. Varios años después y varios centenares de imputados más tarde, no parecen firmemente sentadas las bases de una verdadera política anticorrupción ni de un cambio de cultura, según los expertos.
Ejemplo de que muchos detalles no han cambiado siguen vigentes. ¿Entra dentro de las normas de cortesía aceptar una invitación al palco de un club de fútbol en un partido de la Champions League? La entrada más cara para uno de esos encuentros suele superar con creces los 100 euros. La pregunta la responde Manuel Villoria: “El palco de un estadio de fútbol es el espacio ideal del lobbismo. Aquí la pregunta que hay que hacerse es otra: ‘¿A quién te han puesto al lado en el palco?’. Así que ya no solo hay que mirar el valor de la localidad sino la identidad y los intereses que representa quien está sentado a tu derecha”.

el dispreciau dice: primero te entrego la letra del tango CAMBALACHE...
Cambalache
Tango
1934
Music: Enrique Santos Discepolo
Lyric: Enrique Santos Discepolo
Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé...
(¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!).
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublé...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...

¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!...

¡Qué falta de respeto, qué atropello
a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y "La Mignón",
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón...

¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley...


siempre me he dicho a mi mismo que el hábito no hace al monje... o bien que título universitario no es sinónimo de ciencia alguna... dicho esto, y tomando la letra del tango CAMBALACHE como un testimonio de sensaciones públicas y sociales eternas, al menos quiero compartir contigo lo que pienso al respecto... la corrupción es un acto humano, inmoral, pero se vincula a la calidad humana de la persona que lo asume como bueno y lo ejecuta para su bienestar, omitiendo, negando, disimulando, a sus prójimos y sus necesidades... pero claro está, la inmoralidad exhibe numerosas aristas que van desde un sobre por debajo de la mesa, hasta el cinismo disfrazado de hipocresía, o la hipocresía disfrazada de cinismo, o la propia envidia, o el hacer solidaridad con bienes robados a terceros, o describir misericordias con la "guita" de otro, o ejercer la violencia en alguna de sus formas, o mentir ciencias para salvar falsas dignidades, es decir, existen muy diversas formas para clasificar la inmoralidad, sus actos, sus ejercicios y sus hechos...

sucede que la inmoralidad llegó a la Tierra de la mano de los humanos... no existía antes de ellos... lo cual coloca a la humanidad como auténtica responsable de un acto que debería ser considerado un delito de lesa humanidad, pero dado que comienza en los ámbitos de los reyes, los virreyes, y/o cualquiera de sus lacayos, súbditos, funcionarios, socios, o como se les llame, prontamente uno cae en la cuenta que la inmoralidad es un "bien social" adoptado por el poder a efectos de reirse de las pobrezas ajenas... las que hoy por hoy se han diseminado tanto, que justifican el avance de la inmoralidad del poder y por el poder, descendiendo como "ejemplo" hacia cualquier sociedad humana... traducido, si no eres inmoral eres un idiota, tal supieron decirme alguna vez... a lo cual respondí que la convicción no se traiciona, así como la dignidad no se basurea...

la Iglesia Católica es un ejemplo histórico y hasta eterno de hechos inmorales que comienzan con los fundamentalismos... siguen y se escudan en la inquisición... para luego ejercer el cinismo de reirse en la cara de cualquier víctima... aseverando inocencia falaz... y hasta podría decirse que los reinos aprenden de la Iglesia... un reino donde las convicciones son tan mentidas como las dignidades de los hábitos... en dicho contexto, la Iglesia Católica está llena de obsequios entregados para salvar las maldades de algunas almas... habiendo, además, recibido sobornos diversos para deformar historias que salven espíritus atribulados por sus barbaries... o lo que es lo mismo, la Iglesia hizo de la dignidad humana un negocio, emulando a sus pares rabinos... lo cual ha denigrado la condición humana desde sus fuentes y sus bases, ya que si Dios permite semejante "hacer", a quién le puede ir a reclamar un "pobre", un "inocente", un "humilde"?... léase, estamos fritos...

la clase política mundial, impresentable si las hay, vive de la roña de los vertederos de los sobornos, los "regalos", los "obsequios", pero para que ello suceda, otros tan inmorales como los políticos, deben cumplir con el rol de "proveedor" de bienes... y allí caen las corporaciones que aparecen, entonces, como las legítimas representantes de los dueños del mundo (esas escasas diez familias iluminadas y bendecidas por una raro Dios de los oportunismos atravesados. que dicho sea de paso habilita a mentir a discreción y a traicionar según antojos)... entonces, no habiendo fronteras ni banderas que defender, este mundo se ha transformado en una mentira para los pobres, que sí están bajo banderas ficticias y dentro de fronteras mentidas, sometidos a los atropellos de un mundo de delincuentes disfrazados de "señores", que destrozan cualquier calidad humana justificándose en las falsedades de la propia condición humana...

a no sorprenderse entonces... los reyes y los cardenales... los militares y los científicos, están comprados por "alguien" con mucho más poder que ellos... un alguien con el suficiente poder como para usarlos a todos y cada de uno según sus antojos y sus fines... siempre oscuros... de allí que cuando alguien cree beneficiarse, en verdad está sirviendo apenas de justificación de ciertos hechos que nadie sabe dónde comienzan ni tampoco sabe dónde terminan... y aquello que fue beneficio, puede tener siendo el peor de los maleficios... por caso, la ARGENTINA es un buen ejemplo de estas dicotomías de la realidad, pero no es ni el único, ni tampoco el peor... antes bien, la inmoralidad nace en el seno del imperio, como idea, luego como testimonio, y más tarde como hecho "jurídico" legal...

el problema, entonces, no es ni el regalo ni el soborno, sino la carencia de consciencia... y sin ella, la vida humana es una verdadera mierda (perdóneseme el término abrupto)... 

cada vez... las carencias de consciencia (moral) son mayores... y por lo que se ve, se extienden al modo de un cáncer... que se va apoderando del cuerpo, hasta evaporar las razones de las gracias... algo realmente delesnable...

la inmoralidad engendra violencia... y ya sabemos qué ocurre cuando ella toma entidad... ya que luego, no hay retorno. ABRIL 17, 2014.-

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