sábado, 3 de mayo de 2014

DENIGRAR EL DERECHO ▼ La fuerza del hambre | Política | EL PAÍS

La fuerza del hambre | Política | EL PAÍS



Imágenes del último intento de saltar la valla de Melilla. / ATLAS

Interior defiende el gas pimienta para parar las avalanchas en Melilla

El delegado del Gobierno en la ciudad autónoma critica "la conflictividad" de los subsaharianos que intentan entrar a España

La fuerza del hambre

¿Puede una persona ser ilegal por nacer donde ha nacido?


La fuerza del hambre



Las víctimas del bochornoso espectáculo que contemplamos a diario en el perímetro aislante (¡oh, cuán higiénico!) de Ceuta y Melilla ignoran las leyes inicuas que rigen el mundo desde la caída de los regímenes seudocomunistas y del desmantelamiento paulatino del modelo socialdemócrata del Estado providencia: la desregulación caótica de los mercados financieros del casino global y el desequilibrio comercial que favorece a los países de tecnología avanzada a expensas de los que no pueden exportar más que materias primas y mano de obra barata. Huyen de la miseria, de los tiranuelos heredados del antiguo poder colonial, de las guerras étnicas o tribales con su secuela de matanzas y éxodos. Han atravesado miles de kilómetros a través del desierto, sufrido el abuso de las mafias, soportado el rigor y las trampas del clima en una huida adelante de meses o años en busca de un refugio para afrontar al fin el último obstáculo: una doble verja de seis metros de altura con alambres de espino y cuchillas “no agresivas sino disuasorias” en palabras de nuestro ministro del Interior.
Agrupados a las puertas del soñado El Dorado europeo aguardan la ocasión favorable para trepar por las alambradas sin otra arma que su tenaz instinto de vida. Los vemos escalando las vallas de acero y concertina, encaramados en su cima o izados como una bandera en lo alto de un poste. Las fuerzas del orden les aguardan al pie con sus porras, escudos y cascos para la llamada “devolución en caliente” y no obstante eso se dejan caer en racimos para abrirse paso entre ellas y correr si lo logran en un iluso maratón victorioso camino de los inhóspitos y abarrotados centros de acogida en donde se arracimarán semanas o meses a la espera de una siempre aleatoria resolución del destino.

¿Puede una persona ser ilegal, me pregunto, por nacer donde ha nacido?
La indiferencia a cuanto ocurre en las avanzadillas de la Casa Común Europea por parte de unas sociedades adormecidas o anestesiadas por el credo neoliberal del sacrificarse hoy mediante severos ajustes y recortes sociales que conducirán, proclama, a la futura recuperación y abundancia (¡siempre la misma canción!) no es fruto del desconocimiento como lo era aún hace un par de décadas: ahora todo se ve en directo y nadie puede alegar ignorancia. El silencio es complicidad.
La indignación me sobrecoge: es la de la impotencia ante estas imágenes reiteradas que abruman la conciencia de un ciudadano recluido entre papeles y libros. Hace 20 o 30 años podía acudir a testimoniar de los dramas que me acuciaban en Sarajevo, Palestina, Chechenia o Argelia. Ahora la vejez me lo impide y contemplo lo que discurre en la pantalla con un amargo reproche al mundo y a mí mismo. Los candidatos a inmigrantes subsaharianos desfilan ante mis ojos revestidos de una agreste belleza moral. ¿Puede una persona ser ilegal, me pregunto, por nacer donde ha nacido? Los que trabajan clandestinamente en España lo hacen en condiciones de precariedad porque hay empresas que se valen de su desamparo para enriquecerse al margen de la legalidad. La próspera economía sumergida vive de esa vulnerabilidad. La naturaleza tiene horror al vacío y el trabajo que rehúsan los ciudadanos de Schengen será ocupado por quienes arriesgan su vida para subsistir y ayudar a sus familias. Al acecho del gran salto en los bosques vecinos de la verja o aupados en ella encarnan el derecho elemental a la vida, el pan y la libertad.
¿Qué puede a escritura frente al hambre? Los rostros de los subsaharianos (hay también en los promiscuos centros de acogida mujeres con niños) me interpelan con fuerza muda. Y una vez más, en mi desaliento, recurro como en otros momentos de mi vida a las palabras de Antonin Artaud: “Lo más urgente no me parece tanto defender una cultura cuya existencia no ha salvado nunca al hombre de su aspiración a una vida mejor y del apremio del hambre, como extraer de la llamada cultura unas ideas cuya fuerza sea idéntica a la del hambre”.


el dispreciau dice: el imperio anda tan loco que además de haber convertido el planeta humano en un campo de concentración, ahora se le ha ocurrido hipotecar cualquier derecho humano o ciudadano de cualquier ser humano que aún no ha nacido, no ha sido engendrado, y ni siquiera está en camino de saber que existirá en algún futuro incierto...

asimismo, el dueño del mundo está tan desquiciado, que se le ha ocurrido llenar el mundo de vallas y de muros, a efectos de evitar que los condenados en los campos de concentración se escapen hacia una oportunidad de ver cómo es la vida fuera de sus respectivas condenas...

y tanto el imperio como el dueño del mundo, consideran que condenar a las personas a tener hambre, los habilita a ser esclavizados, a quitarles la dignidad de ser humanos y personas, y los obliga a ser felpudos de sus antojos, de modo de poder ostentar y exhibir el poder que se arrogan tanto uno como el otro (imperio y dueño del mundo)...

entonces el hambre...

entonces la sed...

entonces sin derecho a crecer, a vivir dignamente, a respirar, a ser en sociedad y en cultura...

entonces sin derecho a educarse y formarse... y sí la condena a la ignorancia...

entonces sin derecho a la salud... y sí la condena a la enfermedad...

entonces el mundo se desespera y clama por "clemencia"... mientras el dueño del mundo despliega sus cinismos, riéndose de los mortales... mientras el imperio destroza a cuanto ser humano se le cruza, imponiendo su terrorismo de estado global, donde nadie vale nada ante el poder supremo de un imperio enloquecido por su Alzheimer... 

entonces la pobreza de los muchos... la marginación de los más que muchos... y la indigencia de los "todos"... 

entonces la locura de imponer un holocausto de la raza humana... siguiendo exactamente el mismo modelo que impusieron a través del nazismo sembrado en Alemania pero cuyas raigambres nacieron en una Bruselas desbordante de hipócritas que desprecian su propia condición humana artilugiando cuanta calamidad se les ocurre para alcanzar sus fines... 

pero el imperio y el dueño del mundo sólo han creado una tragedia global bochornosa... no más que eso... y serán juzgados por delitos de lesa humanidad... y serán juzgados por sus terrorismos de estados ausentes... y serán juzgados por un genocidio cuidadosamente diseñado por miserias humanas y mezquindades de gentes que no saben el significado del "alma"... de la condición de persona... y de sociedad humana alguna...

y así como los condenados están padeciendo en su hora, también está llegando la hora en que el imperio caerá estrepitosamente, llevándose puesto al "dueño del mundo"... para nunca más ser. MAYO 03, 2014.-

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