domingo, 7 de diciembre de 2014

HÍBRIDOS Y ALIENÍGENAS ▼ ¿POR QUÉ NO SE DEJAN DE JODER, DE UNA VEZ POR TODAS? ▼ La guerra híbrida del siglo XXI | Internacional | EL PAÍS

La guerra híbrida del siglo XXI | Internacional | EL PAÍS

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La guerra híbrida del siglo XXI

La Alianza Atlántica se prepara para contrarrestar el nuevo desafío lanzado por el Kremlin



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Una protesta armada avanza en Kiev, el pasado 20 de febrero. / LOUISA GOULIAMAKI (AFP)


De la Guerra Fría a la guerra híbrida. Este parece ser el trayecto recorrido por la OTAN en los últimos meses de enfrentamientos con el Kremlin desde el estallido de la crisis de Ucrania, un conflicto que los analistas de la Alianza califican de “híbrido” porque une fuerzas regulares e irregulares, desinformación y una aparatosa presencia militar en una ofensiva limitada. “Los rusos han demostrado que pueden desplegar casi un Ejército entero en pocos días, en las mismas fronteras de la OTAN. Ese es el modelo que tenemos en mente”, afirma un alto mando militar en un encuentro con periodistas y expertos en la sede de Bruselas esta misma semana, durante la reunión de ministros de Exteriores de la organización.
Para algunos, el término, acuñado en 2009 por el periodista estadounidense Frank Hoffman, y ya anticipado por George Kennanen 1948, es tan antiguo como la propia guerra. En todo caso, no entra en la habitual definición de guerra: la convencional (entre Estados) y la asimétrica (un Ejército contra una guerrilla). Se trata de una fusión de soldados con y sin uniforme, paramilitares, tácticas terroristas, ciberdefensa, narcoconexiones, insurgencia urbana y fusiles AK-47. “Es una combinación de medios e instrumentos, de lo previsible y lo imprevisible. No hay fronteras entre lo legal y lo ilegal, entre la violencia y la no violencia. No hay una distinción real entre guerra y paz”, dice Félix Arteaga, investigador de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano.
Es la guerra de Putin. La que el presidente ruso lleva a cabo en Ucrania y las operaciones que ha realizado a lo largo de este año, como los 400 vuelos de sus aviones sobre el espacio aéreo de los países bálticos y el Mar Negro, el misterioso episodio del submarino ruso frente a las costas suecas o el aún más misterioso derribo del avión malasio en el este de Ucrania en julio. Todas estas acciones han despertado la alarma en los antiguos miembros del Pacto de Varsovia o de la extinta Unión Soviética. “No queremos un conflicto con Moscú”, ha repetido estos días el nuevo secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. “Rusia solo quiere ser tomada en serio”, es el mantra de la Alianza para reducir la tensión, y sus expertos desechan un ataque directo del Kremlin contra un aliado o una guerra caliente. “La OTAN no se plantea un enfrentamiento, sino la disuasión. La respuesta a la guerra híbrida de Rusia no puede ser una guerra híbrida de la OTAN”, asegura Andrés Ortega, también analista de Elcano.
Que la Alianza, creada precisamente en 1949 para hacer frente al bloque soviético, se toma muy en serio lo que percibe como una nueva amenaza rusa lo prueba la creación de una fuerza de acción inmediata para incrementar la protección de Europa del Este. Noruega, Alemania y Holanda ya han dado el sí a la participación en ese contingente, aunque los detalles se confirmarán en una reunión en febrero. Mientras tanto, la organización ha reforzado su presencia con tropas y equipos militares en la región: Reino Unido acaba de realizar maniobras en Polonia y desde enero, EE UU tiene desplegados 50 carros blindados Abrams y Bradley en suelo alemán, un territorio que abandonó en abril de 2013 cuando el último tanque estadounidense, vestigio de la Guerra Fría, salió del país. La OTAN también ha incrementado sus patrullas aéreas en los países bálticos y proyecta maniobras militares para 2015 en su frontera oriental.
Además de estas iniciativas, los mandos de la Alianza siguen evaluando cómo articular una respuesta rápida, eficaz, y no sólo bélica, a los desafíos insospechados que vienen del Este. El coste de este nuevo enfoque, así como el reparto del esfuerzo económico entre sus 28 miembros, son estos días la principal preocupación en la capital europea. “La defensa no puede ser barata en el siglo XXI”, advirtió el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, en su visita a Bruselas el pasado martes. “Todos los países deben incrementar su presupuesto”.
Sus palabras son una vieja demanda de Washington, pero un nuevo despliegue militar suena muy difícil en el contexto europeo de crisis económica y crecientes recortes en defensa en casi todos los Estados miembros de la Alianza que, aunque comprometidos a aportar en 10 años un 2% del PIB, siguen dejando que EE UU pague la mayor parte de la factura. Otra cuestión es si la intención de que la nueva fuerza tenga bases permanentes en 2016 en el Este de Europa, la zona más expuesta , no aumentará las ya de por sí deterioradas relaciones entre Moscú y Occidente, en especial con Alemania, que firmó en 1997 un acuerdo para que no hubiera estacionamientos militares en las regiones orientales.
Al tiempo, la Alianza quiere mirar un poco más lejos, a Georgia, Moldavia e incluso a China, embarcada en su propia guerra híbrida con plataformas petrolíferas construidas en zonas en disputa, barcos que disparan contra navíos vietnamitas y una ofensiva a la conquista de mercados. “Pekín lo llama la guerra irrestricta”, dice Arteaga. “Ellos tienen paciencia estratégica y nosotros, no”.
En esta nueva partida de ajedrez que se juega en el tablero mundial, y que ha pillado por sorpresa a la OTAN, siempre pendiente de su modernización estratégica, hay un alfil que no puede quedar fuera: la amenaza yihadista en el flanco mediterráneo, una preocupación para Francia y España y una región en la que hay maniobras previstas en 2015. “Putin entiende nuestras debilidades. Lo importante no es ganar la batalla sobre el terreno, sino que el otro se rinda, por presión de su opinión publica. Juega a dividir”, dice Arteaga. 65 años después, el viejo enemigo vuelve a ser el desafío del futuro.O

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IAN MORRIS | PROFESOR DE ESTUDIOS CLÁSICOS

“La violencia se ha hundido a sí misma”

El docente afirma que la dominación del sistema económico ha menguado la crueldad

El profesor de Estudios Clásicos, Ian Morris. / LINDA A. CICERO (STANFORD NEWS)
"Comparado con la Edad de Piedra, hoy tenemos 10 veces menos probabilidades de morir de forma violenta", asegura Ian Morris. Y lo que explica que la humanidad sea cada vez menos violenta son, en buena medida, las guerras. Morris, que forjó su carrera como arqueólogo en el Mediterráneo, es experto en historia comparada y ha publicado este año War! What is it good for? El libro toma el título de un clásico soul que cantaba Edwin Starr. "¡Guerra! ¿Para qué vale? ¡Absolutamente para nada!", atronaba la canción. Pero el caso es que, desde la perspectiva del profesor de la Universidad de Stanford, las guerras han servido para mucho. La humanidad no habría llegado al actual grado de prosperidad sin ellas. "El riesgo de morir de forma violenta es un 0,7%, increíblemente bajo".
La premisa provocadora del libro es que, a través de la violencia, se han ido creando sociedades cada vez más grandes. Esa sociedades, para mantenerse, necesitan mantener la paz. "Es paradójico", responde Morris en una entrevista telefónica. "La violencia se ha hundido a sí misma". La paz se logra, no por la bondad de los gobernantes, argumenta Morris, sino por su necesidad de mantenerse en el poder. "La causa principal de reducción de la violencia es la creación de Gobiernos que no quieren usar la violencia". Por tanto, cuanto mayor es la sociedad, más gente vive en paz. La guerra, por tanto, ha sido necesaria para lograr un mundo en paz en la medida en que "la guerra parece ser la única forma que hemos inventado para crear sociedades más grandes".
El mundo de hoy es el más pacífico de la historia porque "no hay nada comparable en la historia al poder que tiene en la actualidad Estados Unidos, es incluso más grande que el Imperio Romano en su momento". Morris no habla de imperio estadounidense, sino de "sistema" estadounidense. "Se basa en la idea británica de que no tenían que conquistar el mundo entero para dominarlo. Solo tenían que meterlos en un sistema de comercio. A principios del siglo XVIII los británicos comprendieron que solo tenían que luchar lo suficiente para mantener el sistema de comercio que habían creado. EE UU hace lo mismo". Y es esta dominación económica lo que elimina la violencia. "Cuanta más gente dentro del sistema, mayor es el coste de la violencia".

En la era de las armas de destrucción masiva, hay menos posibilidades de morir de forma violenta que en los tiempos de los palos y las piedras
Las potencias son cada vez más grandes. Pero se puede tener la sensación de que el mundo es muy violento por la sucesión de pequeños conflictos, de los cuales sabemos todo y nos horrorizamos gracias a los medios. "Aunque el mundo es más pacífico ahora, los conflictos son habituales. Sin embargo, son un tipo de guerras muy asimétricas. Tomemos como ejemplo el Imperio Romano. Derrotaron prácticamente a todos sus grandes rivales de la época. Después, llegó una época en que se quedaron solos como superpotencia, y continuaron librando batallas en los márgenes del Imperio, quemando aldeas y haciendo esclavos, pero ya no hubo más grandes guerras. Lo mismo ocurrió con el Imperio Británico. Luchaban, o hacían luchar a otros, en guerras asimétricas en Sudán o Afganistán, de un modo muy similar a lo que hace Estados Unidos hoy".
Esta lógica es la que nos trae hasta hoy. En la era de las armas de destrucción masiva, la era nuclear, hay menos posibilidades de morir de forma violenta que en los tiempos de los palos y las piedras."La historia está llena de paradojas, y esta es una de las mayores", dice Morris. "La gente hace constantemente análisis de coste/beneficio, también cuando se meten en una discusión. Están pensando podría aplastarle la cabeza a este tipo, pero entonces vendría la policía y tendría problemas. Las armas se han hecho más grandes y dan más miedo. El precio de la violencia ha subido. En otros tiempos, se podía pegar a alguien con una piedra en la cabeza y salirte con la tuya. Hoy, sacar una pistola en un bar tiene consecuencias graves".
"Esa misma lógica se aplica a las naciones", continúa Morris. "China tiene capacidad para invadir Taiwan cuando quiera. Pero las consecuencias nos llevarían a una guerra nuclear. La comprensión del coste de usar la violencia cada vez es mayor, mientras que el beneficio de usarla cada vez es menor. Y esa es la gran tendencia de los últimos 10.000 años". 
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APÓSTOLES DEL OPTIMISMO

El mejor de los mundos posibles

Los medios de comunicación nos sirven tragedias a diario. Sin embargo, los datos refutan el catastrofismo. En el mundo actual hay menos guerras, menos pobres y menos hambre

ILUSTRACIÓN DE MAX
Proclamar, en plena era del ébola, del Estado Islámico y de los tambores de Guerra Fría en Ucrania, que el mundo no va tan mal y que, si lo parece, se debe a la lente deformante de los medios de comunicación y de las redes sociales, puede parecer una insensatez o una provocación.
Esto hizo a finales de agosto el presidente de Estados Unidos,Barack Obama. En una charla con donantes de su partido, el demócrata, en una residencia privada en las afueras de Nueva York, Obama intentó contrarrestar la impresión de que se encontraba desbordado por una sucesión de crisis mundiales fuera de control. Las comparaciones con el verano de 1914, cuando un disparo en Sarajevo desencadenó, por sorpresa de las capitales mundiales, la I Guerra Mundial, llevaban semanas siendo motivo de columnas y debates en Washington.
“Si miras los telediarios de la noche, te da la sensación de que el mundo se derrumba”, dijo el presidente en Nueva York. “Y la verdad es que el mundo siempre ha sido un lío”, añadió después de repasarlos conflictos del verano de 2014. “En parte, nos damos cuenta ahora debido a los medios sociales y a nuestra capacidad para ver, en los detalles más íntimos, las adversidades que la gente sufre”.
¿Qué hacía el presidente minimizando este tiempo de guerras y decapitaciones? ¿Por qué culpaba al mensajero? “¿Es la III Guerra Mundial? ¿O sólo Twitter?”, tituló una de sus ácidas columnas Maureen Dowd, de The New York Times.

La guerra del Yom Kipur dejó 12.000 muertos, seis veces más que el conflicto de este verano entre Israel y Palestina
Más allá de la controversia, efímera como corresponde al ritmo de las redes sociales que señalaba el presidente de EE UU, sus palabras incidieron en un debate de fondo sobre nuestra época. ¿Se asoma el mundo a otro abismo, a otro 1914? ¿O vivimos, como sostenía el personaje de Voltaire, en el mejor de los mundos posibles? ¿Es posible que la respuesta no sea ni lo uno ni lo otro? ¿Que, como describía el célebre párrafo inicial de la Historia de dos ciudades de Dickens, refiriéndose a las vísperas de la Revolución Francesa, este sea el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura, la época de las creencias y de la incredulidad, la era de la luz y de las tinieblas, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación? 
De la respuesta a estas preguntas dependerá cómo nos enfrentemos al mundo. Un mal diagnóstico puede llevar a políticas erróneas que agraven las crisis que debían resolver. Lo explica David Rothkopf en su último libro, National insecurity: american leadership in the age of fear (Inseguridad nacional: el liderazgo americano en la edad del miedo).
“Durante más de una década, América vio amenazas por doquier”, escribe Rothkopf, editor del Grupo Foreign Policy. “Aceptamos la idea perniciosa, arraigada en nuestra psique nacional por los ataques al World Trade Center y al Pentágono [el 11 de septiembre de 2001], de que, si un puñado de hombres, no asociados con ninguna nación, podía sembrar un tipo de caos y destrucción que escapaba a las capacidades de grandes enemigos tradicionales, entonces estábamos en una era nueva y más peligrosa”. Un diagnóstico poco afinado provocó una reacción poco afinada. El miedo nubló el criterio de la primera potencia mundial.
Si el mundo es cada vez más violento, la posibilidad de un atentado es inminente, los virus circulan descontrolados, los hielos se derriten y el nivel del mar crece, y la pobreza avanza sin freno, entonces urge un cambio en las políticas de las democracias. Significa que las cosas se están haciendo mal. La ventaja de esta percepción es que nos mantiene en alerta. Como dijo en una entrevista George Friedman, presidente de la empresa de análisis Stratfor, una de las fortalezas de Estados Unidos es que “nunca se fía de su buena fortuna: siempre teme que haya un peligro agazapado que lo destruirá todo”.
Pero si, al contrario, el mundo progresa —si cada vez hay menos pobres, menos hambruna, menos analfabetismo, menos homicidios, menos guerras, menos dictaduras—, no existen motivos para un viraje drástico. El riesgo, entonces, es la complacencia. Creerse, como muchos europeos en la primavera de 1914, que la guerra es improbable y la paz es un estado natural.
“Con frecuencia digo a los jóvenes en Estados Unidos que este es el mejor momento de la historia humana para nacer, pues tienes más posibilidades que nunca de saber leer y escribir, de estar sano y de ser libre de perseguir tus sueños”, dijo Obama en septiembre, en su discurso en la Asamblea General de la ONU.
En el mismo foro, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo: “Este año, el horizonte de la esperanza se ha oscurecido”. Y añadió: “Ha sido un año terrible para los principios consagrados en la Carta de Naciones Unidas. Desde las bombas a las decapitaciones, desde las hambrunas de civiles deliberadas al asalto a hospitales, refugios de la ONU y convoyes de ayuda, los derechos humanos y el estado de derecho están asediados”.
¿El mejor de los tiempos? ¿O el peor? “Obama tiene razón”, responde en un correo electrónico Steven Pinker, psicólogo experimental en la Universidad de Harvard y autor de Los ángeles que llevamos dentro(Paidos Nature), un libro que, en 700 páginas y con un despliegue abrumador de gráficos y estadísticas, intenta demostrar que la violencia ha decrecido y que, efectivamente, el planeta Tierra jamás había sido un lugar tan acogedor como ahora. “Lo crean o no —y sé que la mayoría de personas no lo creen— la violencia ha declinado durante largos periodos de tiempo, y es posible que hoy vivamos en la era más pacífica de la existencia de nuestra especie”, comienza el libro.
Los ángeles que llevamos dentro se publicó en 2011, pero en el mensaje Pinker insiste en que, pese al fracaso de las primaveras árabes o pese la guerra en Siria e Irak, la tesis mantiene la validez. Pinker admite que, comparado con 2012, en 2013 las guerras aumentaron, en gran parte debido a Siria que, según algunas estimaciones, ha dejado más de 200.000 muertos.

Tendemos a fijarnos más en las malas noticias. Nos duele más perder 10 euros que ganarlos
“Pero el número total de muertes sigue siendo muy inferior al de los años sesenta, setenta y ochenta, cuando el mundo era un lugar mucho más peligroso”, ha escrito en un artículo que actualiza en 2014 algunos datos del libro. No solo hay menos conflictos armados: son menos dañinos. Pinker alude a la guerra del Yom Kippur entre Israel y una coalición árabe que duró 20 días en 1973 y dejó unos 12.000 muertos, seis veces más que el conflicto de este verano entre Israel y los palestinos de la franja de Gaza.
A principios de los años noventa, cuando acabó la Guerra Fría, había en el mundo 50 “conflictos armados basados en Estados”, un término que Pinker define como aquellas situaciones de violencia organizada en las que participa un Gobierno y en las que mueren un mínimo de 25 personas al año. En 2013 hubo 33 conflictos de este tipo, según la información que Pinker extrae del Programa de Datos sobre Conflictos de Uppsala. La definición de guerra es precisa: se trata de conflictos con más de mil muertos anuales. De acuerdo con esta definición, al final de la Guerra Fría había 15 guerras; en 2013 había siete.
En un acto reciente en Washington, organizado por el laboratorio de ideas Cato Institute, Pinker expuso las razones psicológicas que explican que sus ideas —o las de Obama— topen con la incredulidad. Somos pesimistas porque tendemos a fijarnos en las malas noticias. Lo negativo pesa más que lo positivo. Nos duele más perder 10 euros que ganarlos. Pinker lo ilustró con una frase atribuida al tenista Jimmy Connors: “Odio más perder de lo que me gusta ganar”. Otra razón para el pesimismo es lo que Pinker llama “la ilusión de los buenos viejos tiempos”. “La gente confunde los cambios en sus vidas [de la infancia a la edad adulta y la vejez] con los cambios en el mundo”. La tendencia a creer que aquello que es más memorable es más probable —los accidentes de avión o los atentados terroristas, ambos infrecuentes— ayuda a explicar la prevalencia de una visión sombría.
Pinker, como Obama, apunta a los medios de comunicación. “El problema básico es que el periodismo es una manera de entender el mundo que de manera sistemática lleva a la confusión”, ha escrito. “Las noticias tratan de cosas que ocurren, no de cosas que no ocurren. Nunca ves a un reportero en directo desde las calles de Angola, Sri Lanka o Vietnam diciendo: ‘Estoy aquí informando de una guerra que hoy no ha estallado”.
El terrorismo, según Pinker, evidencia la simbiosis entre los medios de comunicación y la violencia, porque es la táctica que permite hacer el máximo de ruido con el mínimo de violencia. La proporción de muertos por terrorismo en el mundo es “trivial”, dijo. Los atentados de 2001, los mayores de la historia, son ruido en comparación con las estadísticas de homicidios o las guerras civiles, añadió. En 2013 murieron en Estados Unidos seis personas por terrorismo: menos de los que mueren al año porque les cae un mueble o un electrodomésticos encima, cerca de 30 al año, según datos citados por la publicación Vox.com. Y, sin embargo, como explica Rothkopf, 13 años después del 11-S, el terrorismo condiciona la política exterior de Estados Unidos.
Las visiones luminosas tienen detractores. No solo en lo que atañe a la violencia. Sí, el número de personas que pasa hambre no ha dejado de bajar en las últimas décadas, según los datos de la FAO (la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura). Pero autores como Martín Caparrós, que ha publicado el ensayo El hambre,cuestionan el rigor de los datos, y uno de cada nueve habitantes del planeta —más de 800 millones de personas— sigue pasando hambre. Sí, la pobreza extrema se ha reducido en las últimas tres décadas, pero en las economías desarrolladas las desigualdades se agravan y la última recesión erosiona a las clases medias y las sitúa ante la perspectiva de que la generación de los hijos no disfrute de las oportunidades que tuvieron los padres. Y aunque en 2013 el número de democracias creció hasta 122, según Freedom House, esta organización constató que el retroceso de las libertades y los derechos humanos supera los avances. El ascenso del capitalismo autoritario de China y la parálisis política en Estados Unidos han contribuido a quitar lustre a la democracia liberal, que parecía el modelo triunfante tras la caída del muro de Berlín.
Una de las críticas más duras al libro de Pinker la escribió Elizabeth Kolbert, periodista de la revista The New Yorker. Kolbert ha publicado este año The sixth extinction (La sexta extinción). El libro recorre las cinco extinciones que se han vivido en los últimos 5.000 millones de años en la Tierra y explica que ahora podemos estar viviendo la sexta, que es la primera causada por el ser humano. Kolbert especula que el homo sapiens acabe siendo víctima de esta extinción, pero también con que la amenaza agudice el ingenio de la especie y la lleve a inventar tecnologías para frenar el cambio climático o a emigrar a otros planetas.
La alarma por el cambio climático llega al Pentágono, que en varios informes alerta de sus efectos en la seguridad de EE UU. “El aumento de las temperaturas, los esquemas cambiantes de precipitaciones, la subida de los niveles del mar y otros acontecimientos meteorológicos más extremos intensificarán los desafíos de inestabilidad, hambruna, pobreza y conflicto global”, vaticina el secretario de Defensa saliente, Chuck Hagel, en un informe publicado en octubre.
Otros críticos de los argumentos de Pinker —y de otros apóstoles del optimismo, como el profesor Joshua Goldstein, autor de Winning the war on war (Ganar la guerra contra la guerra)— se centran en la interpretación de los datos. “Mi argumento es que las personas que sostienen que la guerra está en declive basan su argumento empírico en el declive de las muertes en guerra. El número de personas muertas en guerra se ha reducido. Con esto estoy de acuerdo”, dice Tanisha Faza, politóloga en la Universidad de Notre-Dame (Indiana) y autora de un artículo académico que rebate a Pinker y Goldstein. “El problema es que durante exactamente el mismo periodo de tiempo —y tenemos los mejores datos sobre muertes en batalla a partir de 1946— vemos mejoras dramáticas en el cuidado médico en zonas de conflicto. Así que la guerra se ha vuelto menos fatal, pero esto no significa necesariamente que se haya vuelto menos frecuente. En otras palabras, hay un cambio: de las muertes pasamos a bajas no letales que no se cuentan en estas estimaciones de guerra y violencia”.

La pobreza se ha reducido en las últimas tres décadas, pero las desigualdades crecen en los países desarrollados
Fazal documenta que, históricamente, en las guerras había tres heridos por cada muerto en el campo de batalla. Ahora son diez por cada fallecido. A principios del siglo XIX, 22.000 soldados franceses murieron de fiebre amarilla en Haití. Unos 18.000 franceses e ingleses murieron de cólera en la Guerra de Crimea (1853-1856). “Por contraste”, añade Fazal en el citado artículo, “solo 29 soldados británicos fueron hospitalizados en Bagram (Afganistán) en 2002 porque habían contraído una enfermedad infecciosa y ninguno murió”. Fijarse solo en las muertes en guerra y no en los heridos entraña un riesgo: subestimar el coste humano, lo que facilita la decisión de los políticos de ir a la guerra. “Si las bajas se explican exclusivamente en términos de muertes, que es lo que la mayoría de estos estudios hacen, entonces nos quedamos sin entender una gran parte de la ecuación”, dice Fazal.
Incluso optimistas como Goldstein ven señales preocupantes. Una es el aumento de las muertes en el campo de batalla debido a los conflictos en Siria e Irak. Durante la Guerra Fría eran unas 200.000 al año. En 2005 había bajado a 12.000. Ahora son unas 45.000. “También me preocupa la guerra en Ucrania, por dos motivos”, dice. Primero, que después de años sin conflictos armados entre Estados, un fenómeno que parecía cosa del pasado, en Ucrania se está librando algo parecido a una guerra de este tipo. Y segundo, el “encogimiento” de las regiones donde había guerras se está revirtiendo. Con Ucrania vuelven el conflicto a Europa, que parecía un continente pacificado.
“Este cambio de dirección en los últimos años no es lo suficientemente grande como para cambiar la trayectoria general”, dice Goldstein. Porque la trayectoria, según Goldstein, refleja un declive de las guerras desde el final de la II Guerra Mundial. “Seguimos sin tener guerras interestatales a gran escala, como la de Irán contra Irak o Pakistán contra India, que fueron enfrentamientos muy destructivos. Y ciertamente ninguna como Vietnam y Corea, ni obviamente como las guerras mundiales. Pero hay algunas cosas por las que preocuparse. Y nunca he dicho que la tendencia vaya a continuar. Siempre me ha preocupado que pudiera haber una marcha atrás. Podríamos tener otra guerra mundial, podríamos tener una guerra nuclear. No existe un proceso mágico que nos lleve a la paz mundial”.

Obama:

“En todo el mundo, hay señales de progreso. La sombra de la Guerra Mundial que existía en la fundación de esta institución ha desaparecido; la posibilidad de un conflicto armado entre grandes potencias se ha reducido. El número de Estados se ha triplicado y más personas viven bajo el mandato de Gobiernos elegidos. Centenares de millones de seres humanos se han liberado de la cárcel de la pobreza. La proporción de personas que viven en la pobreza extrema se ha reducido a la mitad. Y la economía mundial sigue reforzándose después de la peor crisis financiera de nuestras vidas. Hoy, ya sea en Nueva York o en el pueblo de mi abuela a más de 300 kilómetros de Nairobi, hay más información disponible que en las mayores bibliotecas del mundo. Juntos, hemos aprendido a curar enfermedades, a dominar el poder del viento y el sol. La mera existencia de esta institución es un logro único: personas de todo el mundo comprometidas a discutir sus diferencias de manera pacífica y resolver juntos sus problemas. Con frecuencia les digo a los jóvenes en Estados Unidos que este es el mejor momento de la historia humana para nacer, pues tienes más probabilidades que nunca de saber leer y escribir, de estar sano y de ser libre de perseguir tus sueños”.

Ban Ki-Moon:

 “Este año, el horizonte de la esperanza se ha oscurecido. Los actos indecibles y las muertes de inocentes nos encogen el corazón. Los fantasmas de la guerra fría han regresado para perseguirnos. Hemos visto cómo la primavera árabe degeneraba en gran parte.
Nunca desde el final de la Segunda Guerra Mundial había habido tantos refugiados, personas desplazadas y en busca de asilo. Nunca antes las Naciones Unidas habían recibido tantas peticiones de ayuda alimentaria de emergencia y otros suministros para salvar vidas.
La diplomacia está a la defensiva, socavada por quienes creen en la violencia. La diversidad se encuentra asesiada por extremistas que insisten en que su vía es la única vía. El desarme se ve como un sueño distante.
Mientras las crisis de amontonan y las enfermedades se extienden, parece que el mundo se derrumba. Pero el liderazgo consiste precisamente en encontrar las semillas de esperanza y cultivarlas para que crezcan.
Ha sido un año terrible para los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas”. 
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el dispreciau dice: por aquí la putean a Cristina Fernández, en todos los idiomas, haciendo lo propio con Mauricio Macri, con Scioli, o con cualquiera de los que ocupan el escenario político... ARGENTINA arrastra las insensibilidades mediocres de los noventa, donde la frivolidad puso en escena lo peor de esta sociedad... las conveniencias y los intereses no dejan ver el bosque... o no dejan ver el árbol... o ninguna de las cosas... en la década infame, la segunda (1990-1999) porque la anterior fue la de los setenta con toda su carga militar y montonera... en la década infame, las gentes se dividieron entre confundidos, frustrados, atrapados, arrasados, negados, y destruídos... desde luego, cuando no tienes capacidades para darte cuenta del tsunami, éste te devora... y nuestra sociedad está inmersa en el conflicto del "no saber por no querer involucrarse" o en el conflicto de "no querer saber, total nos arreglamos como podemos"... curiosamente, cuando miras para los Estados Unidos de Norteamérica (ombligo del mundo, lo pongo porque sé que lo leen en la Casa Blanca tanto como en la CIA) la realidad es exactamente la misma, sólo que allá se habla en inglés americano... curiosamente, además, cuando miras para Europa (imperio aliado medieval y fuente de nazismos renovados) la realidad es exactamente igual a la de aquí, sólo que allá se manejan otros valores y otros esquemas productivos, pero para decirlo claro, la mierda es la misma, tan igual que los indignados son tantos aquí como allá... curiosamente, cuando miras a Rusia, no logras entender cómo Putin está en el poder... hombre de inteligencias si las hay, ajedrecista de los buenos... pero la realidad bajo sus piés es exactamente la misma... y lo mismo en China, en India o en Londres... algo anda mal en el coco humano, y por ende en toda la Tierra globalizada hasta el hartazgo, esto es que nadie se ha dado cuenta que las gentes, los seres humanos, las sociedades humanas, están hartas de los políticos hídridos tales como la mayoría de los intendentes de la Provincia de Buenos Aires... o de Galicia... o de cualquier parte, incluyendo Nueva York, porque todo funciona igual, mal, y los estados ausentes, aún cuando lo nieguen son una verdadera máquina de impedir hechos sociales... por incapacidad manifiesta claro está... después viene el bla, bla, bla, del narcotráfico, las redes de trata, las cajas negras de las corrupciones que, curiosamente son todas iguales y funcionan en todas partes de la misma manera, a pesar de la justicia injusta argentina o de cualquier otro sello y color...

el otro día decían que Obama es un alienígena... pero también curiosamente, dicho mote le cabría a cualquiera que ocupe posiciones políticas por estas horas, por la recientemente pasadas, y por las que vendrán... en lo personal, creo que el problema no es que sean alienígenas... porque ninguno de ellos se caracteriza por tener inteligencia alienígena, antes bien son cínicos, perversos, hipócritas, en fin, políticos sin raza, sin códigos, incapaces pero llenos de títulos que respaldan supuestos curriculum´s extraordinarios... y allí la primera paradoja, parecen una cosa pero son otra distinta... desde mi humilde entender, son hídridos... tan hídridos que son incapaces de leer las señales de la realidad global... ¿y cuáles son esas señales globales?... bien:
1. insultar la inteligencia social de cualquier raza humana no sirve, está demostrado y hay evidencias de sobra... pero ellos, los políticos, lo desconocen... y sus jefes, las corporaciones, están repletas de idiotas incapaces de hacer algo bien, porque son parte de la teoría del felpudo... si te dejas pisar, respiras, de lo contrario serás un indigente más, caído del sistema...
2. insultar la consciencia social es un disparate que no resiste análisis alguno, pero la clase política tanta como los funcionarios corporativos no se han dado cuenta de lo aberrante de este cuadro de situación, e insisten con la receta de tomar por idiotas a los otros, aquí y allá... lo cual demuestra el hibridismo reinante...
3. para decirlo de alguna forma suave, la Tierra globalizada y con ella la sociedad humana, se están yendo a la mierda, ante el asombro espantado de los observadores alienígenas que todos los días cruzan las dimensiones para ver cómo está esto de la Tierra emputecida, políticos y funcionarios corporativos mediante... en verdad los alienígenas están preocupados de que se les eche la culpa de todos los males terrestres, cuando en verdad el problema es todo humano... la economía europea, la americana, la rusa, la china, y cualquier otra, están destruídas por la estupidez merkeliana de la globalización necesaria... una unión heterogénea que tampoco resiste análisis alguno... cómo será la cosa que hasta los británicos se han dado cuenta que todo esto va por muy mal camino...
4. los que apuesten al dólar perderán... el dólar es una moneda vacía que esconde a un modelo quebrado e irrecuperable...
5. los que apuesten al euro perderán... el euro es una moneda vacía que esconde a otro modelo quebrado e irrecuperable...
6. los puntos 4 y 5 se llevarán puesto el mundo, tal vez dentro de un minuto, tal vez mañana o en un año, no importa... son puentes rotos, y como tales, no los cruza nadie... mal a quien le pese... la actual generación política europea es la peor de toda su historia desde el imperio romano para aquí, algo tan sorprendente como lamentable... tanto que ello le ha dado la derecha a todos los dictadores ocultos del mundo, para sacar sus cabezas y mostrarse amenazantes de renovadas barbaries semejantes a ISIS y/o similares... retrogradismos inaceptables pero que curiosamente le sirven al imperio para que sus fábricas de armas y de drogas sigan comiendo...raro y estúpido pero así es...
7. Israel es definitivamente un estado nazi... no cabe duda alguna y las evidencias están a la vista... curiosamente, México tienen en su gobierno a un modelo nazi exactamente semejante al de Israel, sólo que éste (el de México) devora a su propia gente (¿quieren algo más estúpido que eso?)...
8. en medio de esta calamidad inimaginable, Estados Unidos sigue construyendo su muro divisorio en la frontera con los pobres de su propia centroamérica, un área geográfica que de tanta violencia se ha quedado sin identidad, y curiosamente, de eso nadie habla... sociedades fragmentadas, atrapadas en fórmulas que no caben a ninguna mente humana coherente... léase, podés construir todos los muros que quieras, pero el tsunami humano es tan grande y grave, que se llevará puesto cuando muro haya... el congreso de los EEUU parece no darse cuenta... ¿no se formaron bien?, ¿les regalaron la nota?, ¿o les regalaron el título?... espantoso.
9. los conflictos actuales son más graves que toda la segunda guerra mundial... pero los medios corporativos lo minimizan porque nadie quiere ver al rey desnudo... e insisten con que Lady D murió en un accidente de calle... mientras el mundo susurra que la reina la envió a asesinar... como sea, la verdad es siempre una sola... pese a quien le pese... más hibridismos...
10. la salida es una sola... hay que refundar la Tierra... la Iglesia Católica anterior a Francisco, no da para más y no subsistirá si no cambia el rumbo poniendo proa a la gente y sus reclamos... Dios no quiere esta Iglesia porque le espanta los fieles... así no hay negocio que se sostenga... dicen por allí... no es lo único... desde Portugal hasta el extremo oriental de Rusia, los políticos se tienen que sentar con sus sociedades a reconstruir el modelo humano, so pena de perecer a manos de guillotinas francesas, que suelen ser de muy buena calidad... del mismo modo, los republicanos y los demócratas americanos deben dejarse de suponer, para establecer una sociedad que deje de comerse entre ellos y al resto del mundo... y así en cualquier otra parte... 
11. aunque nadie se haya dado cuenta, la Tierra hoy es un infierno de diablos híbridos... a los seres humanos ya no les queda una sola esperanza y se mueven nadando entre los fuegos vivos de las lavas corporativas que se comen todo lo que tocan...
esta Tierra, así como está... no llegará a finales del 2015... y ello es mucho decir... la teoría merkeliana de la unión desunida, terminará como Jurasic Park... no habrá nadie para contarlo, ¿se entiende?. DICIEMBRE 07, 2014.-

ah! traten de no putearla más a Cristina... ella no tiene la culpa de que el mundo se esté yendo a la mierda, suerte que ella se dio cuenta... porque lo que viene le servirá a muy pocos, y los muchos serán los exterminados por simple exclusión...

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