martes, 27 de diciembre de 2016

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China: 17.000 psiquiatras para 100 millones de enfermos mentales en China | Planeta Futuro | EL PAÍS

17.000 psiquiatras para 100 millones de enfermos mentales en China

Los pocos centros comunitarios que hay en el país buscan reintegrar a sus pacientes que han sufrido el colapso del sistema tradicional de internamiento


Unos pacientes realizan una actividad lúdica en el centro Villa Rosa.
Unos pacientes realizan una actividad lúdica en el centro Villa Rosa. 


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El sol asoma por las montañas a unas dos horas en coche al norte de Beijing. Apenas hay contaminación y la claridad contrasta con la visión gris de la capital. Conducir por las pequeñas calles del pueblo de Yongning traslada de golpe a la China rural, donde se encuentra una casa poco común llamada Villa Rosa. Villa Rosa es el nombre del primer centro de psiquiatría comunitaria abierto en China, en el distrito de Yanqing y puesto en funcionamiento en 2009.
La entrada para nada hace intuir el infierno de años de encierro en instituciones mentales por el que muchos de sus pacientes han pasado. A día de hoy conviven 16, pero ha dado servicio a 150 personas más desde su apertura. El 40% de ellos ha encontrado un trabajo y ha podido reintegrarse en la sociedad, según un informe interno de la Unión Europea.
La responsable del centro y directora de la organización china Ayuda y Servicio, Bei Wei, es una monja católica y habla un italiano fluido, fruto de su paso por Italia durante varios años. Ella vive por y para los enfermos. “Nos centramos en el cuidado de los enfermos basado en el respeto mutuo. Evidentemente tienen sus obligaciones, pero también sus derechos. Saben cuáles son las reglas”.
2013 fue el año en el que las autoridades tomaron cartas en el asunto. La puesta en marcha de la Ley Nacional de Salud Mental (NMHL en sus siglas en inglés) es una suerte de réplica de las políticas en materia de salud mental de los países occidentales. La terapia de Villa Rosa se inspira en la prestigiosa escuela italiana de psiquiatría comunitaria, cuyo mayor hito es la conocida como Ley Basaglia de 1978 que reconoció los derechos de las personas con trastornos mentales y supuso el cierre de todos los hospitales psiquiátricos del país. Se basó en la premisa de “humanizar a los enfermos y no embrutecerlos” (Franco Basaglia).
Sin embargo, la sociedad no va a la misma velocidad y es todavía un estigma que cuesta explicar.
En 2013 las autoridades pusieron en marcha la Ley Nacional de Salud Mental, una suerte de réplica de las políticas de los países occidentales
"Hemos tenido que cambiar seis veces de localización, algunos vecinos tienen miedo de que haya enfermos mentales cerca, aunque jamás haya sucedido el más mínimo percance" cuenta Bei Wei con cierta tristeza. Además, los enfermos siguen mal vistos en la familia, uno de los pilares fundamentales en China. “La familia es una institución central en China y muchas veces no se sabe gestionar este problema. Por una lado quieren lo mejor para ese pariente pero por otro se avergüenzan y piensan que traerá deshonra a toda la familia, añade Bei Wei. "Cada vez que el paciente ha ido unos días con la familia, los resultados son extraordinarios”.
Sin embargo, la psiquiatría comunitaria sigue siendo un privilegio reservado a la clase urbana acomodada que puede sufragar los aproximadamente 300 euros mensuales que cuesta residir en ellos, una fortuna para la mayoría de los chinos.
Jiang Zai Yue, diagnosticado con esquizofrenia causada por su precoz alcoholismo, lo relata con cierto pesar y los ojos húmedos “Sé que he causado muchos problemas a mi familia y entiendo que no quieran saber de mí, pero espero algún día poder merecer su cariño otra vez, es lo que más triste me pone. Ahora estoy bien. Nunca pensé que saldría con vida del hospital, y ahora vivo feliz en Villa Rosa. Nada es imposible”.
Las ONG italianas Asociación de Amigos de Raoul Follereau (AIFO) y Solidaridad y Servicio prestan el apoyo necesario para que el proyecto siga adelante y replicar el modelo en otras provincias. “Estamos todavía en fase de pruebas, hay que convencer casi a diario [al gobierno] que es la única posibilidad para reinsertarlos en la sociedad” dice Alessandro Lorato, director del proyecto en China.
El 40% de los pacientes ha encontrado un trabajo y ha podido reintegrarse en la sociedad
Villa Rosa ejemplifica el cambio que la nueva Ley de Salud Mental aprobada en mayo de 2013 puede representar para la psiquiatría en China. La nueva regulación terminó con la reclusión no voluntaria del paciente, que permitía a la familia decidir por él sin ofrecer garantías frente a cualquier tipo de abuso. Desde 2013, el interesado tiene derecho a ser oído y el internamiento se reserva para casos de extrema gravedad, teniendo que contar con el diagnóstico de al menos dos psiquiatras de centros diferentes.
Sin embargo, en la realidad social no todo es tan perfecto como parece. El número de personas que padecen enfermedades mentales se calcula en aproximadamente 100 millones, pero China tan solo cuenta con 17.000 psiquiatras según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un país de más de 1.300 millones de habitantes, lo que representa un ratio diez veces inferior al habitual en los países desarrollados. Sin un cambio en la percepción social de la salud mental que permita aumentar significativamente el número de psiquiatras, difícilmente podrá implantarse el nuevo modelo.
El drama se ve en el rostro de los pacientes al hablar con ellos. 17 años pasó encerrada Wang Ying, de 62 años, en varios hospitales antes de llegar al centro. "Aquí me siento una persona, en el hospital durante años dejé de serlo —cuenta con la mirada perdida— me pegaban, me ataban a la cama, y yo no entendía porqué”.
Al caer la tarde, los pacientes de Vila Rosa se reúnen en una sala de karaoke para cantar canciones populares. Su comportamiento es el de cualquiera que se toma en serio el karaoke y se emociona con un micrófono. “Las actividades en grupo son la terapia perfecta para crear un ambiente de confianza. “Aquí se apoyan los unos a los otros, no hay competitividad. Ves mucha más generosidad que en el mundo en que vivimos”, dice Zhang Yong Fang, voluntaria del centro.
Cantan y ríen bajo la mirada de Bei Wei que no tiene dudas al respecto: "Ojalá un día Villa Rosa deje de ser una excepción y los enfermos mentales encuentren su lugar en la sociedad china".

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