sábado, 10 de junio de 2017

La historia de la semana: ¿Lograremos vencer el envejecimiento y seguir siendo jóvenes?

Actuall - actuall.com
Si hace cien años le hubieran preguntado a un científico si era posible llegar a la Luna o cambiarse de sexo habría dicho que eso eran fantasías moriscas.
Pero el vertiginoso avance de la medicina o de la ingeniería genética parece romper todas las limitaciones de la condición humana: ahora es posible que una mujer estéril pueda fecundar un hijo in vitro; elegir por catálogo el sexo y las características del bebé a la carta; y por supuesto que un señor con toda la barba se transforme en una dama.
El siguiente paso es el transhumanismo que pretende crear super-hombres gracias a la bioquímica molecular, la informática y la neurociencia. Representa el triunfo del materialismo frente a la trascendencia.
El problema es que tanta fe en el progreso técnico se sube a la cabeza y el hombre se cree el rey del mambo. El que se pueda no quiere decir que se deba.
La medicina y la genética -pero también las mejores condiciones de vida o la alimentación-, permiten ahora retrasar el envejecimiento. Y tal posibilidad ha alimentado en algunos la vieja quimera de la eterna juventud.
Si el hombre ya puede clonar ovejas o hacer hablar a los mudos -mediante la informática y las conexiones neuronales- ¿por qué no vencer al envejecimiento y prolongar la vida?
Hay incluso un científico, José Luis Cordeiro, organizador de una Cumbre Internacional de Longevidad y Criopreservación celebrada recientemente en Madrid, que piensa que es posible frenar el envejecimiento y lograr que los cuerpos rejuvenezcan.
Y llega a decir: “Yo no pienso morir, no está entre mis planes”.
No nos tomamos en serio la frase, pero la ocurrencia nos da pie para preguntarnos: ¿Es realmente posible ralentizar el proceso natural de desgaste de las células?, ¿llegará un momento en el que la medicina pondrá a raya enfermedades hoy incurables como el cáncer?, ¿será posible llegar a una esperanza de vida de 120 o 130 años, igual que ahora ya es de 80 años, cuando hace un siglo era sólo de 60?
Javier Torres ha hablado con genetistas y biólogos como Nicolás Jouve o César Nombela, bioéticos como Elena Postigo, demógrafos como Alejandro Macarrón, y filósofos como Gustavo Bueno o José Ramón Ayllón y ha elaborado un informe analizando el asunto desde distintos ángulos. Te lo ofrezco como suscriptor de Actuall. https://www.actuall.com/vida/es-posible-frenar-el-envejecimiento-y-lograr-la-eterna-juventud-siete-expertos-lo-ponen-en-cuestion/

Porque vencer el paso inexorable Tiempo tiene, además de dificultades médicas o físicas, implicaciones éticas y también sociales y económicas.
Si con una pirámide de población invertida en Occidente, tenemos problemas para pagar las pensiones… imaginemos qué sería si la esperanza de vida se multiplica exponencialmente y la natalidad sigue bajo mínimos.
Aunque es cierto que a muchos les puede halagar los oídos la perspectiva de alargar la vida -siempre que se mantengan estandares de salud y calidad-.
El asunto nos parecía de gran interés porque puede estar en el candelero científico y en la agenda política dentro de unas décadas, igual que ahora asoma las orejas la quimera del transhumanismo.
Claro que una cosa son las cremas anti-aging y otra una vida sin fin.
Como dice el sociólogo Amando de Miguel en el reportaje de Torres: “Por definición todo lo que vive muere, si no seríamos piedras”.
Cuenta el gran Jorge Luis Borges la historia de un tribuno romano, Flaminio Rufo, que buscó un río que transmitía la inmortalidad a quien bebía de él.
Así llegó a la Ciudad de los Inmortales. Pero lo que, inicialmente, le parecía una liberación, al derrotar el envejecimiento y la muerte, a la larga se convertía en una condena. Porque la muerte daba sentido a cada acto y cierto dramatismo ante la posibilidad de ser el último.
Con un horizonte sin muerte “todos nuestros actos son justos, pero también son indiferentes” -escribe-.
Y Flaminio Rufo emprende entonces la búsqueda de otro río que borrase la inmortalidad. Lo encuentra veinte siglos más tarde -en el XX- y entonces respira aliviado al pensar que vuelve a ser finito.
El Inmortal no deja de ser un fábula -de las que componen El Aleph-, pero refleja muy bien que la soberbia humana es tan aburrida como una vida sin fin.
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