jueves, 5 de octubre de 2017

Argentina quiere estar en conversación global del cambio climático

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Argentina quiere estar en conversación global del cambio climático

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El ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, rabino Sergio Bergman, durante la presentación del Sistema de Mapa de Riesgos de Cambio Climático, una plataforma web interactiva con la que Argentina quiere empezar a trabajar no solo ya en la mitigación, sino también en la adaptación al fenómeno. Crédito: Daniel Guttman/IPS

El ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, rabino Sergio Bergman, durante la presentación del Sistema de Mapa de Riesgos de Cambio Climático, una plataforma web interactiva con la que Argentina quiere empezar a trabajar no solo ya en la mitigación, sino también en la adaptación al fenómeno. Crédito: Daniel Guttman/IPS
BUENOS AIRES, 4 oct 2017 (IPS) - Cómo encarar medidas de adaptación al cambio climático es una de las cuestiones críticas que debe acometer Argentina, señalado por expertos internacionales como un país altamente vulnerable por su ubicación geográfica y su estructura productiva.
Hacia ese objetivo se orienta el nuevo Sistema de Mapa de Riesgo de Cambio Climático, una plataforma web interactiva presentada por el gobierno el lunes 2, que cruza la información disponible sobre los escenarios futuros del clima con los datos de vulnerabilidad social e incluye además el detalle de cada provincia y municipio del país.
“No se trata de desatender la mitigación, pero sí de poner por encima de ella la adaptación a un fenómeno que vino a quedarse”, anunció el ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Sergio Bergman, durante la presentación ante un público de funcionarios, académicos y directivos de organizaciones no gubernamentales vinculados con las cuestiones ambientales.
En un mensaje aparentemente destinado a organismos internacionales Bergman agregó: “El presidente Mauricio Macri no pretende liderar la lucha contra el cambio climático, pero quiere que Argentina sea parte de la conversación global”.
Uno de los datos de política internacional que exigen un rol más activo en la materia de parte de Argentina, es que esta será en 2018 la primera nación sudamericana en presidir el Grupo de los 20 (G20) países industrializados y emergentes, lo que llevó al gobierno a mostrarse últimamente en los foros internacionales como un férreo defensor del Acuerdo de París sobre cambio climático.
La implementación de políticas para facilitar la adaptación al cambio climático también es una directiva de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que congrega a 35 de las mayores economías del mundo y a la que Argentina pidió formalmente su ingreso este año.
En este sentido fueron las significativas las palabras de Mario Quintana, secretario de coordinación interministerial y colaborador estrecho del presidente, cuando subrayó que Macri no quiere parecerse al presidente estadounidense Donald Trump en materia de cambio climático.
“Aún hoy hay líderes que niegan el cambio climático. Nosotros no lo negamos”, dijo durante la presentación del mapa de riesgo, en alusión a la decisión que adoptó Trump en junio de retirarse del Acuerdo de Paris, suscrito en diciembre de 2015 por 195 países y considerado un logro determinante para contener el incremento de la temperatura en el planeta.
La noticia fue bien recibida por las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en la lucha contra el cambio climático, aunque se señaló que este debe ser solo el primer paso hacia políticas concretas para mitigar y adaptarse al fenómeno, que Argentina hasta ahora no ha desarrollado.
“La herramienta es buena porque hoy nuestro gran esfuerzo debe estar puesto en la adaptación. Pero lo primero que se debe hacer es diseñar políticas de uso del territorio que hoy no tenemos”, alertó a IPS el presidente de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente, Raúl Estrada.
Para este diplomático retirado que en 1997 presidió las negociaciones del Protocolo de Kyoto, el primer convenio multilateral destinado a reducir los gases de efecto invernadero (GEI), “cuando se permite que un chacarero construya canales que no debe construir para evitar que se le inunde su campo o que se levanten costosas donde no corresponde, no estamos haciendo las cosas bien”.
Andrés Napoli, director de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, consideró que el mapa de riesgos está en la dirección que vienen reclamando las organizaciones de la sociedad civil, “que es trabajar en escenarios hacia el futuro”.
Sin embargo, Napoli advirtió que “las políticas del gobierno en materia mitigación y adaptación al cambio climático, junto con otras iniciativas, como la creación de nuevos parques nacionales, son una parte de la agenda ambiental”.
“Hay otra parte, que tiene que ver con el impacto de los proyectos de infraestructura y la atención a personas vulnerables afectadas por la contaminación, que no están tan presentes en la agenda y que es necesario que estén”, planteó a IPS.
El mapa de riesgo fue confeccionado con información climática aportada por el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera de la Universidad de Buenos Aires (UBA), mientras que lo relacionado con vulnerabilidad social surgen de los datos sobre condiciones sociales, habitacionales y económicas recogidos en 2010, durante el último censo nacional.
Los datos de diferentes escenarios climáticos, con horizontes temporales a 2039 y 2100, puede cruzarse con la información socioeconómica y, de esa manera, identificar aquellos lugares del país con mayor vulnerabilidad social.
“Es una herramienta que sirve para visibilizar datos, destinada a tomadores de decisión tanto del sector público como privado. Se trata de que funcionarios, empresas, bancos, compañías de seguros o el sector académico puedan tomar sus decisiones de inversión con escenarios futuros, en lugar de con series históricas”, explicó Carlos Gentile, subsecretario de Cambio Climático.
Argentina es una potencia mundial en la producción de alimentos y cuya superficie destinada a la actividad agrícola prácticamente se ha duplicado en los últimos años, al pasar de 18 a 34 millones de hectáreas, según datos oficiales. Eso supone que algo más de 12 por ciento de su extenso territorio se dedica al sector.
Ese avance se ha hecho a costa de la pérdida de ocho millones de hectáreas de pastos naturales en la región de la Pampa, la fértil llanura del centro del país, y de más de cuatro millones de hectáreas de bosque en el Chaco, la región subtropical del norte, compartida con Paraguay y Bolivia.
Este año, más de 10 millones de hectáreas de la región pampeana se inundaron y provocaron pérdidas millonarias en la agricultura, en un fenómeno que muchos expertos vinculan con esos cambios de uso del suelo, que crean agravan el escenario de vulnerabilidad para los próximos años, ante la variabilidad de los patrones de lluvias producida por el cambio climático.
Para el físico Pablo Canziani, el mapa de riesgos se presenta en ese sentido como una herramienta útil “siempre y cuando se vayan actualizando los escenarios en función de lo que vaya ocurriendo, porque el clima es cambiante y la adaptación es un proceso continuo”.
Canziani, quien integró el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas,  dijo que “en la Argentina todavía falta trabajar mucho sobre la adaptación, no solo por parte del Estado sino también por parte de los privados”.
“El mapa abre una puerta a que encaremos de una manera más racional los escenarios de mediano y largo plazo, que generalmente son postergados por lo inmediato”, aseguró a IPS.
Argentina fue el único país que en la 22 Conferencia de las Partes (COP22) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, realizada en noviembre de 2016 en Marrakech, mejoró la contribución nacional de reducción de las emisiones de los GEI para 2030, al pasar de una meta de 15 por ciento de recorte, comprometida un año antes en la COP22 de París, a otra de 18 por ciento.
Pero el país mantiene aun así una abrumadora incidencia de los combustibles fósiles en su matriz energética y solo últimamente comenzó a impulsar proyectos de energías renovables.
Por ello, será imposible cumplir con la meta fijada por ley de cubrir un ocho por ciento de la demanda eléctrica con fuentes renovables al finalizar 2017.
Pero con los proyectos que ya están en marcha y otros que comenzarán en 2018 y los años siguientes, el gobierno subraya que sí se cumplirá la meta de que en 2025 sea renovable 20 por ciento de la generación eléctrica.
Editado por Estrella Gutiérrez

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