miércoles, 18 de octubre de 2017

LA NUEVA ERA DEL "COMUNISMO GLOBAL" || Xi Jinping anuncia el comienzo de una “nueva era” comunista para China | Internacional | EL PAÍS

Xi Jinping anuncia el comienzo de una “nueva era” comunista para China | Internacional | EL PAÍS

Xi Jinping anuncia el comienzo de una “nueva era” comunista para China

El presidente chino inaugura el 19º Congreso del Partido Comunista con la promesa de continuar las reformas económicas



El presidente chino, Xi Jinping, durante el arranque del 19º Congreso del Partido Comunista. 



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Más de lo mismo, pero más todavía. El presidente chino, Xi Jinping, proclamó este miércoles "una nueva era" para China y para su Partido Comunista, pero ha dejado claro que en sus próximos cinco años de mandato continuarán las mismas políticas, aunque aún más marcadas. Y que no habrá espacio para la divergencia.
A lo largo de tres horas y media de discurso en la inauguración del 19º Congreso del Partido Comunista de China, el gran evento político que nombrará a los dirigentes del país para el próximo lustro, el secretario general ha declarado sus primeros cinco años en el poder un éxito: "China ocupa ahora una posición nueva en el mundo".
El Congreso, un evento que solo ocurre dos veces en una década, es en esta ocasión el escenario para la coronación de Xi como el hombre más poderoso en décadas en China. No solo le nombrará para dirigir el destino del país durante los próximos 5 años; también incluirá su nombre en la Constitución, a la par de Mao, y seleccionará para las principales vacantes en la jerarquía a algunos de sus asesores de mayor confianza.
En su intervención ante los 205 miembros del Comité Central y 2.300 delegados, Xi quiso presentar esa imagen de hombre de Estado. Impecablemente ataviado, con lentitud, con un tono en ocasiones hasta paternalista, dejó claro en su discurso que él es quien toma las decisiones. Y que no permitirá que nadie le haga sombra.
El jefe de Estado, secretario general del Partido y presidente de la Comisión Militar central -sus principales títulos, y por este orden- desgranó cuáles serán las prioridades de su nueva legislatura. En el exterior, confirmar a China como una nueva gran potencia. Una potencia que, dio a entender, en el futuro podrá incluso sobrepasar a Estados Unidos: "Necesitaremos seguirnos esforzando durante 30 años para alcanzar la completa modernización. Para entonces, nos situaremos orgullosamente entre las naciones y nos habremos convertido en una potencia global".
Y en el terreno interno, desarrollar la economía y proteger el medioambiente. Las dos prioridades que, considera, le exigen los ciudadanos e imprescindibles para mantener la legitimidad del mandato del Partido Comunista al frente del país.
Entre las medidas a adoptar en los próximos años: hay que reducir los desequilibrios. Continuarán las reformas económicas, desde la divisa china hasta medidas sobre los rampantes precios de la vivienda. Reformas, eso sí, ma non troppo: aunque defendió la igualdad de trato a todas las empresas presentes en China —un gesto de las empresas extranjeras, que denuncian el proteccionismo de Pekín—, el Estado mantendrá un importante papel. La lucha contra la corrupción va a continuar.
Un miembro de seguridad vigila la sesión inaugural.ver fotogalería
Un miembro de seguridad vigila la sesión inaugural.  AP
Piensa hacerlo manteniendo las mismas políticas que ha emprendido hasta ahora. Al fin y al cabo, ha venido a decir, para qué cambiar. China hoy día representa el 30 % del PIB mundial. Ha venido creciendo cerca del 7% anual. 60 millones de personas han salido de la pobreza. La reforma del ejército ha sido un éxito. "Hemos resuelto problemas que nunca antes nadie consiguió solucionar", declaró en el cavernoso salón principal del Gran Palacio del Pueblo de Pekín, decorado para la ocasión con enormes banderas rojas y, en lugar prominente, la hoz y el martillo. La gestión del Partido "es un milagro en la tierra".
Como todas las medidas han dado tan buen resultado, no habrá tolerancia para las desviaciones. El Partido Comunista, a punto de superar al ruso como el más longevo entre los marxistas en el poder, no va a seguir el camino de otros que -como el ruso- abandonaron la ortodoxia y acabaron defenestrados. "No debemos copiar mecánicamente los sistemas políticos de otros países", advirtió.
Desde 2012, la mano dura contra cualquier atisbo de disidencia en China no ha hecho sino apretarse cada vez más, hasta el punto que las organizaciones de derechos humanos han descrito el control sobre la sociedad civil como el más duro en décadas. Los medios han recibido órdenes de adherirse estrictamente a las directrices del partido, internet está rígidamente censurado; activistas, líderes religiosos y defensores de los derechos humanos han dado con sus huesos en la cárcel. En la provincia de Xinjiang, de mayoría de población uighur musulmana, se han desplegado decenas de miles de efectivos extras de las fuerzas de seguridad con el argumento de impedir la violencia de grupos extremistas islámicos. Esa actitud no va a relajarse.
El régimen, prometió, no tendrá compasión hacia aquellos que intenten bien sabotear el liderazgo del partido, fomentar el extremismo religioso o el separatismo: una clara advertencia a Taiwán, la isla que China considera parte de su territorio y donde la presidenta Tsai Ying-wen mantiene posturas opuestas a Pekín.
También es un mensaje a Hong Kong, donde los llamamientos en favor de una mayor democracia han sido recibidos con un estrangulamiento cada vez mayor de las libertades; la retirada del acta de diputado a legisladores poco afines a Pekín e incluso la cárcel para Joshua Wong y otros jóvenes líderes políticos que organizaron las masivas manifestaciones de protesta de 2014. "Hay que estar en contra de todo lo que perjudica los derechos del pueblo, en contra de todos los que quieren separarse de China", manifestó.
Desde sus asientos, los miembros del Comité Central escuchaban con el estoicismo que da largos años de práctica en este tipo de reuniones. El venerable expresidente Jiang Zemin acercaba una lupa al texto para poder leer. El predecesor de Xi, Hu Jintao, se ausentaba diez minutos.
Los delegados, fornidos cada uno con una copia del informe presidencial y uniformados todos en traje de chaqueta —la única excepción, los representantes de minorías, vestidos con sus trajes típicos—, pasaban las 60 páginas y aplaudían al unísono. Con la fuerza justa, sin blandura pero sin entusiasmo.
Quizá uno de los aplausos más entusiastas fue para el anuncio de lo que la agencia oficial Xinhua ha descrito como la nueva "guía a largo plazo a la que el Partido debe adherirse". Lo que hasta ahora se ha venido conociendo simplemente como "el pensamiento de Xi Jinping", y que oficialmente pasará a denominarse a partir de ahora como "Pensamiento sobre el Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era". Un título tan chispeante como la ocasión.

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